OPERACIÓN MAPACHE
La de Wenceslao Álvarez Álvarez es una historia insigne. Como la mayoría de los lugareños en su natal Nuevo Capirio, municipio de Múgica, Michoacán, salió de su tierra para buscar fortuna. Una década después regresó convertido en un próspero empresario: instaló hoteles, abarroteras, lavados de autos, empacadoras e importadoras de limón y aguacate. Su consorcio Nobaro se convirtió en uno de los principales empleadores de Múgica. Aficionado al futbol, compró también el equipo de segunda división Mapaches de Nueva Italia.
Contrato de franquicia otorgado a Román Mendoza Valencia.
Desde Múgica producía, compraba, acopiaba y trasportaba cargamentos de droga para abastecer a La Familia y al cártel del Golfo con el fin de que estas organizaciones la colocaran en el mercado estadounidense. Álvarez la enviaba a los municipios de Miguel Alemán, Díaz Ordaz y Ciudad Camargo, en Tamaulipas; y de allí a McAllen. Wencho, como lo conoce la comunidad del lugar, se convirtió en socio de Pemex para operar gasolineras en Múgica.
“Durante muchos años Wenceslao Álvarez Álvarez ha sido operador de una amplia red del narcotráfico que va de Colombia hacia Atlanta, Georgia”, declaró en junio de 2010 Adam J. Szubin, director de OFAC, al prohibir a compañías de Estados Unidos tener relaciones comerciales con el michoacano, a quien, en cambio, los directivos de Pemex autorizaron la operación de una franquicia en el kilómetro 1.5 de la carretera Uruapan-Nueva Italia. La tenía en construcción cuando fue detenido en la ciudad de México bajo los cargos de delincuencia organizada y lavado de dinero.
Gasolinera en construcción incautada a Wenceslao Álvarez.
Michoacán es uno de los ejemplos del nivel de la narcoeconomía en una entidad. Su permeabilidad en la vida económica es tan evidente que oficialmente se le identifica como “uno de los pilares” de las finanzas locales, como lo refiere el Fonatur en su Plan Regional para el Desarrollo Turístico Integral de la Costa de Michoacán. Ello también se asocia con el grado de penetración del crimen organizado en la actividad política y pública del estado.
Bajo esta lógica es como las agencias norteamericanas destacan la gran expansión que en muy poco tiempo logró La Familia Michoacana, aunado a su red de relaciones con entes y funcionarios gubernamentales.
En julio de 2009 la Secretaría de Seguridad Pública federal acusó a Julio César Godoy Toscano de mantener nexos con la organización, que él negó, aun después de que en octubre de 2010 se hicieron públicas sus conversaciones con Servando Gómez, en las que éste le externaba el apoyo que dicho cártel daría para su diputación federal.
Según las indagatorias de la PGR, como síndico y a la postre alcalde del municipio de Lázaro Cárdenas, donde su ubica el puerto de altura más importante del país, Godoy habría puesto los circuitos financieros del corazón económico de Michoacán al servicio de La Familia.
El medio hermano del ex presidente Nacional del PRD, Leonel Godoy Rangel (ambos son hijos de José Godoy), Julio César Godoy Toscano incursionó en la función pública como síndico del ayuntamiento de Lázaro Cárdenas (2002-2004). En abril de 2009 asumió la presidencia cuando Manuel Santamaría Contreras renunció al cargo, acusado de corrupción.
Antes de ingresar en la función pública, Julio César Godoy era conocido en todo Michoacán por los palenques que organizaba para pelear sus gallos finos y porque se le ubicaba como un empresario “del ramo de las gasolineras”. Sin embargo, en Pemex Refinación no hay registros de franquicias a su nombre, según la respuesta que dicha subsidiaria dio a la solicitud de información por medio del IFAI. Aunque sí hay información sobre el que fuera su socio en la política, Gustavo Bucio Rodríguez, quien de no haberse cruzado las balas en su camino, hubiera sido suplente del diputado, y quién sabe si hasta diputado, considerando lo azaroso que fue para Godoy tomar protesta en San Lázaro, ante las órdenes federales de aprehensión en su contra.