De: SamuelBrooks@elboscdelesfades.com

Para: MarthaBrooks@BarnabyOaks.uk

Asunto: el colmo de todas las cosas

Mamá,

He leído hasta tres veces tu último correo y todavía no estoy seguro de haber entendido lo que en él me explicas. Verás, voy a hacerte un breve resumen de la situación para ver si todo es correcto:

  1. El mes que viene tengo el pleno en el Ayuntamiento para reclamar la propiedad del sendero y los bosques adyacentes a El Bosc de les Fades.
  2. No encuentro un documento sólido y/o legal que lo demuestre.
  3. La notaría que tenía archivada la única copia conocida del testamento de Nora Belleneuve se incendió en 1940 (por supuesto, con todos sus papelotes dentro).
  4. Necesito mejorar los accesos e indicaciones del hotel para conseguir una mayor ocupación en temporada alta y paliar los números rojos en los que nos encontramos.
  5. El único plan sublime de nuestra abogada es que la mejor defensa es un buen ataque y quiere presentar una ristra interminable de demandas contra el alcalde y sus políticas medioambientales para obligarle a negociar con el tema de los cazadores y la pavimentación.
  6. Dicha abogada acaba de marcharse rumbo a la jubilosa Londres, aunque ha prometido volver en un mes, con tiempo suficiente para asistir al pleno.
  7. Miedo me da pensar en la minuta que va a presentarme.
  8. Tristán anda desaparecido desde el sábado por la noche en brazos de una tal Carlota cuyas prácticas médicas me resultan, desde entonces, sospechosas. Por lo que no he podido todavía ponerle al día sobre la situación.

Y para ayudarme, paliar mi preocupación, y demostrarme su apoyo, a mi madre solo se le ha ocurrido decirme que Gonzalo y toda su familia vendrán a pasar el fin de semana en El Bosc de les Fades.

Dime si lo he entendido bien.

Porque si es así, solo tengo ganas de hacer las maletas y largarme lo más lejos posible de este lugar antes del próximo viernes.

No, olvida lo que te acabo de decir: ni siquiera me pararía a hacer las maletas.

Mamá, en serio, no creo que esa sea la solución. No me queda paciencia ni voluntad para volver a mirar a ese hombre a la cara y mantener una conversación trivialmente civilizada sin preguntarle cómo fue capaz de abandonarnos y desaparecer cuando apenas éramos unos críos. Unos críos sin padre.

¿Sabes qué me contestó el día en el que por fin me atreví a preguntarle por qué se había marchado de casa de aquella manera? Pues que era demasiado joven para tanta responsabilidad, que se enamoró de otra mujer y que hizo locuras por amor. Ya ves, mamá, locuras por amor, qué gran argumento para una opereta veneciana. ¿Y el amor por sus hijos, por su familia? Ese parecía inexistente.

Sé que lo hemos hablado cientos de veces pero ahora me doy cuenta de que tú nunca estabas escuchando. No realmente, mamá.

Samuel