De: TristanBrooks@elboscdelesfades.com
Para: MarthaBrooks@BarnabyOaks.uk
Asunto: El acecho del lobo
Mami, no sé por qué te molesta tanto que te cuente cosas sobre los hábitos solitarios y raritos de Sam. Lo hago para que no te pille por sorpresa el día en el que descubras —seguramente por los periódicos londinenses— que tu primogénito se convierte en licántropo cada luna llena y sale a cenarse unos cuantos cazadores de jabalís. Creo que deberías apresurarte con el tema del abogado, sinceramente, la situación está llegando a un límite insostenible.
Por cierto, ayer sorprendí a nuestro licántropo rondando a la bella violinista cual caperucita indefensa. Creo que a Emma le gusta el jardín inglés y va por allí siempre que Petra no está. Samuel la contempla desde lejos, espera unos minutos, y se encamina —casualmente— al jardín, para —casualmente— sorprenderse con que la hermosa pelirroja está —casualmente— al borde de las petunias (ya sé que no son petunias pero hace poco leí esa palabra en un anuncio y tenía ganas de usarla). (Además tampoco sé cómo demonios se llaman las flores de Samuel). (Ni me importa).
Y ahora, lo importante: me he encontrado —casualmente— con la médico inteligente y escandalosamente guapa en el mercado. No es que yo vaya a comprar, entiéndeme, eso dañaría gravemente mi reputación de «Tristán nunca se preocupa por el hotel y olvida pagar las facturas de teléfono», es que he ido a echarle una mano a Joaquim con la lista de la compra (pero que quede entre nosotros). He hecho gala de todo mi encanto medio inglés y, aunque no he conseguido invitarla a cenar, me ha dicho que la semana que viene estará en el pub de Paul, el Rosebud, para escuchar a la banda de Quim.
—¿Sabes que esa noche incorporarán un violín al grupo? —Me he hecho el interesante y el misterioso.
Carlota, que así se llama la médica de mis desvelos (¿verdad que tiene nombre de pija insoportable?), no sabe que Quim es nuestro cocinero y que tengo información privilegiada porque la nueva violinista no es otra que Emma, nuestra nueva camarera de habitaciones y sublime tentación del huraño que vive conmigo. Pienso encontrarme con ella (me refiero a Carlota, claro, no a Emma) allí el próximo sábado y sobornarla con un pase de backstage. No sé si será tan fan de la banda de Quim, pero probaré suerte.
Me voy a coger olas con unos amigos. Parece que no lloverá hasta la tarde pero el temporal que se avecina en tierra ha empezado a encrespar el mar y eso no quiero perdérmelo por nada del mundo.
Un beso de tu intrépido Tristán.
P. D.: Llevé a Emma al pueblo a comprar té para W. Lexington. Lo pasamos bien, esa chica es un encanto aunque creo que ella todavía no es consciente de eso. Y supongo que por eso es un encanto.
P. D. (II): Me aseguré de que Sam se enterara. Tenía la esperanza de ponerle celoso. Creo que lo conseguí porque desde entonces en vez que hablarme solo gruñe. Aunque, espera, ahora que caigo, gruñir suele ser su método habitual de comunicación.
P. D. (III): Algún día me dará las gracias.
P. D. (IV): O quizás no.