De: SamuelBrooks@elboscdelesfades.com
Para: MarthaBrooks@BarnabyOaks.uk
Asunto: Tu abogado no llega
Mamá,
Me pareció entender que míster Clawson venía de camino para echarme una mano con los documentos de propiedad, ¿dónde está? Lo recuerdo como un anciano cuerdo con palabra de caballero inglés. Por favor, dime que no hizo escala en París y anda por el Moulin Rouge. Al menos —por favor, mamá, por favor— asegúrame que Gonzalo no va a pasarse en su lugar. No creo que le abriese la puerta.
Sé que, al igual que tú, es socio accionista sin voz del hotel, y supongo que solo quiere ayudar. Pero llega un montón de años tarde y no me apetece nada tener que verle precisamente ahora.
El lamentable estado del camino empieza a ser un problema grave. No creo que los posibles huéspedes quieran aventurarse ni hasta la mitad del mismo para llegar al hotel esta primavera. No a riesgo de perder partes esenciales de sus coches. Y ni te explico hasta dónde estoy de los cazadores. Ayer salí a correr temprano y estuve a punto de golpear en la cabeza a uno de ellos con su propia escopeta.
Te quejas de que nunca te cuento cosas agradables pero es que ahora que sé que tienes a Tristán escribiéndote mails (sí, mamá, lo sé. Y no entiendo por qué no me lo habías dicho antes) creo que puedo permitirme el lujo de seguir contándote la verdad mientras mi hermano te deleita con sus invenciones (mucho más optimistas que mis noticias, lo reconozco).
Ayer, a la hora de comer, todo parecía indicar que sería un buen día. Phillip nos había regalado su ausencia y todos estábamos mucho más relajados y felices. Pero Tristán apareció con un ramo de flores silvestres que decía haber cogido él mismo. Le dije que no me lo creía y él se quejó de mi falta de fe en sus posibilidades como jardinero. Como si no supiéramos todos que tiene el número de la floristería de Mirall de Mar en marcación rápida.
Puso las flores en un jarrón azul de cristal, que alguien sacó a toda prisa del cuarto de los trastos viejos que hay junto a la alacena, y lo puso en medio de la mesa.
—Así nos alegra la comida —dijo con una sonrisa que pretendía ser modesta.
—La comida de Quim es lo que nos alegra —le repliqué de mal humor.
Marbel intentó poner paz entre los dos y desvió el tema hacia el grupo musical de Joaquim, que acaba de incorporar a Emma como violinista. Tris me había dicho que Emma tocaba el violín pero todavía no entiendo qué demonios hace esa chica ensayando con una banda de trash metal. Yo he estado un par de veces en uno de los conciertos de Quim y te aseguro que he tenido que salir a tomar el aire con frecuencia, tal era el volumen de los decibelios. Me apena que nadie haya advertido a Emma de qué clase de banda se trata.
Pues estaba a punto de alertarla al respecto cuando Tris ha monopolizado la atención de Emma y la ha invitado a venir a casa a tocar tu piano. Cuando le he recriminado que el Steinway no es suyo y que quizás a ti no te hiciera gracia que lo tocase una desconocida me ha dicho que tú estabas de acuerdo porque, y cito textualmente, «me lo ha dicho en su último email».
Después de comer le he pescado fuera del edificio principal y hemos tenido una intensa charla, de esas que solemos tener tan a menudo ¿sabes de qué te hablo? Pues de algo así:
Sam: ¿Cuándo se lo has preguntado?
Tris: ¿El qué?
S: ¿Qué va a ser? ¿Cuándo le has preguntado a mamá si Emma podía tocar su piano?
T: Ah, sí. El otro día, por email.
S: ¿Le escribes emails a mamá?
T: Claro que le escribo. Sé escribir.
S: Pensaba que se te había olvidado con un golpe de ola cuando estabas sobre la tabla.
T: Vaya, buen vocabulario surfero.
S: Después de tantos años viviendo contigo es lo único que he aprendido.
T: No puedo creer que sea lo único. También hablo de chicas y de cervezas.
S: O quizás le escribes correos electrónicos a mamá porque ya no le puedes llamar por teléfono.
T: Sí que puedo llamarla por teléfono.
S: No desde casa, no desde el fijo, no desde que olvidaste pagar la factura de teléfono y nos quedamos sin él. No sabemos el nuevo número, ni siquiera tenemos el aparato, lo perdiste a saber cómo.
T: Es solo temporal. Estoy en negociaciones con la compañía que nos suministra internet, seguro que pronto me confiesan cuál es nuestro nuevo número. Y compraré otro teléfono.
S: ¿Le preguntaste a mamá si Emma podía venir a tocar su piano?
T: A mamá le gusta Emma, dice que tiene ganas de conocerla.
S: ¿Por qué le hablas de Emma a mamá?
Pero entonces apareció Emma y no pudimos seguir hablando. Tristán aprovechó para desaparecer balbuceando alguna idiotez y nuestra nueva violinista intentó ponerme una excusa para no venir a tocar tu piano. Pero en realidad sé, adivino, que se muere de ganas por ver tu Steinway y no he tenido más remedio que insistir en la inoportuna invitación de mi hermano.
Lo que menos me apetece ahora es tener a una violinista pelirroja tocando a Chopin en medio del salón mientras espero impaciente la llegada de un abogado decrépito y la no llegada de Gonzalo. Y, sin embargo…
Sin embargo, mamá, los ojos grises de Emma son extraordinarios.
Te quiere, pese a todo,
Sam