¡Mamá! Tu mail es de lo más desagradable. ¿Por qué me echas semejante rapapolvo? Vale, yo invité a Emma a tocar el piano en casa, soy culpable de eso, pero no sabía que la chica llegaría en medio de la lluvia y que estaría tan extraordinariamente sexi con el albornoz de Sam (no llevaba nada más debajo, por si te lo preguntas). Deberías haber visto la cara de tu primogénito ¡Por fin se agrietó su fachada de jugador de póker!

Está bien, no volveré a jugar de casamentero. Que conste que toda la escena del piano y Emma sin ropa, no estaba preparada, fue fruto de la casualidad. Bueno, y del capricho de nuestra violinista que decidió desafiar nada menos que a una tormenta de invierno para tocar tu Steinway.

Y si yo te prometo no inmiscuirme en el destino de Sam, ¿no deberías avisarle ya de que papá vendrá dentro de dos fines de semana? Yo no quiero darle noticia, por si te lo estás preguntando. Y tampoco te estoy haciendo chantaje, que conste.

Te quiere (pese a lo gruñona que estás últimamente conmigo),

Tu hijo Tristán.