Prólogo

Vivir en un faro es muy distinto a habitarlo. En realidad, como se desprende de las páginas de este libro, ni siquiera el edificio que recibe el nombre de «la casa del faro» llega nunca a habitarse del todo.

Durante muchos años, viví en el vientre de un faro en la costa norte española; e, igual que había llegado hasta él, casi sin creerlo, con la misma sensación de vivir en un paréntesis del tiempo, un día tuve que abandonarlo.

De los dos textos que se reúnen en este libro, Basenji fue el primero en nacer. Aparece entre paréntesis porque es la criatura del faro, una ficción que nace directamente de él, casi al dictado; el paréntesis podría estar hecho con la misma clase de piedra con la que se levanta la torre, en torno a la escalera de caracol que conduce a la linterna.

Basenji es el nombre de una raza de perro africano que se caracteriza por no ladrar nunca. El perro mudo, que convive con el farero, convenía a una historia que congrega las preguntas esenciales lanzadas por el faro y a la vida que naufraga junto a la luz. En la mitología egipcia, el perro es el único animal capaz de llevar y traer mensajes del mundo de los vivos al mundo de los muertos. Envuelto en su máscara de silencio, quizá Basenji esperaba un mensaje o lo traía, el protagonista del libro no podía saberlo.

Escrito muchos años más tarde, a punto de ser abandonado, El faro por dentro es un relato del último día de vida en el faro, y un homenaje a la luz que hace de éste y de todos los faros del mundo uno solo.

Menchu Gutiérrez

mayo 2010