Opúsculos curiosos en la Bibliothéque Nationale de París

En 1966 se produjo un curioso intercambio de cartas referentes a la muerte de Leo Schidlof, el hombre que, bajo el seudónimo de Henri Lobineau, fue el autor, según se dijo a la sazón, de las genealogías que aparecen en algunos de los «documentos Prieuré». La primera carta, que apareció en el Catholic Weekly of Geneva, lleva fecha del 22 de octubre de 1966. Va firmada por un tal Lionel Burrus, quien afirma hablar en nombre de una organización llamada Juventud Cristiana Suiza. El señor Burrus anuncia que Leo Schidlof, alias Henri Lobineau, murió en Viena una semana antes, el 17 de octubre. Seguidamente procede a defender al difunto de un ataque difamatorio que, según él, apareció en un reciente boletín católico. El señor Burrus expresa indignación ante dicho ataque. En su apología de Schidlof declara que éste, utilizando el nombre de Lobineau, en 1956 recopiló «un notable estudio… sobre la genealogía de los reyes merovingios y el asunto de Rennes-le-Château».

El señor Burrus manifiesta que Roma no se atrevió a calumniar a Schidlof cuando éste aún vivía, pese a que tenía un dossier exhaustivo sobre él y sus actividades. Pero incluso ahora, a pesar de su muerte, se siguen fomentando los intereses merovingios. En apoyo de sus afirmaciones el señor Burrus roza el absurdo en más de una ocasión. Cita lo que en 1966 era el emblema de Antar, una de las principales compañías petroleras de Francia. Dice que dicho emblema incluye una divisa merovingia y que en él se ve un rey merovingio, aunque sea en forma caricaturesca. Y este emblema, según el señor Burrus, demuestra que de una manera efectiva se está diseminando información y propaganda por cuenta de los merovingios. Y, aunque ello no venga al caso, añade que ni siquiera el clero francés mueve siempre la cola por orden del Vaticano. En cuanto a Leo Schidlof, el señor Burrus concluye (y con ello se hace eco del pensamiento francmasónico y cátaro): Para todos aquellos que conocimos a Henri Lobineau, que fue un gran viajero y un gran buscador, un hombre leal y bueno, permanece en nuestros corazones como símbolo de un «maitre parfait» a quien se respeta y venera».[5]

Esta carta de Lionel Burrus parece decididamente obra de un chiflado. Desde luego, es curiosísima. Sin embargo, aún resulta más curioso el supuesto ataque de que fue objeto Schidlof por parte de un boletín católico, que el señor Burrus cita repetidamente. Según el señor Burrus, el boletín acusa a Schidlof de ser «prosoviético, notorio francmasón que prepara el camino para el advenimiento de una monarquía popular en Francia».[6] Se trata de una acusación singular y aparentemente contradictoria, pues no es habitual que las simpatías prosoviéticas vayan unidas a un intento de instaurar una monarquía. Y, pese a ello, el boletín, tal como lo cita el señor Burrus, lanza acusaciones que resultan aún más extravagantes:

Los descendientes merovingios han estado siempre detrás de todas las herejías, desde el arrianismo hasta la francmasonería pasando por los cátaros y los templarios. En los inicios de la Reforma protestante el cardenal Mazarino, en julio de 1659, hizo destruir su castillo de Barberie, que databa del siglo XII. Porque la casa y la familia en cuestión, a través de los siglos, no habían engendrado más que agitadores secretos contra la Iglesia.[7]

El señor Burrus no indica claramente qué boletín católico es el que publicó la acusación que él cita, de modo que no pudimos comprobar su veracidad. Con todo, si es auténtica, sería de gran importancia, pues constituiría un testimonio independiente, salido de fuentes católicas, de la destrucción del Château Barberie en Nevers. También parece sugerir cuando menos una razón de ser de la Prieuré de Sion, aunque sea sólo en parte. Para entonces ya concebíamos la Prieuré de Sion, y las familias asociadas a ella, como una organización que maniobraba para hacerse con el poder y que, a causa de ello, había chocado numerosas veces con la Iglesia. Según la cita que acabamos de ver, sin embargo, no parece que la oposición a la Iglesia fuese fruto de la casualidad, las circunstancias o siquiera la política. Por el contrario, diríase que se trataba de una norma sistemática. Lo cual representaba otra contradicción, toda vez que los estatutos de la Prieuré habían salido, al menos en apariencia, de una institución acérrimamente católica.

No había transcurrido mucho tiempo desde la publicación de esta carta cuando Lionel Burrus murió en un accidente de automóvil en el que hubo seis víctimas más. Sin embargo, poco antes de su muerte su carta recibió una respuesta todavía más curiosa y provocativa que la que él mismo había escrito. Esta respuesta apareció en forma de folleto publicado privadamente y bajo el nombre de S. Roux.[8]

En ciertos aspectos, da la impresión de que el texto de S. Roux se hace eco del ataque contra Schidlof que tuvo por contestación la carta del señor Burrus. También critica al señor Burrus por ser joven, excesivamente entusiasta, irresponsable y propenso a hablar demasiado. Pero, si bien parece condenar la postura del señor Burrus, el folleto de S. Roux no sólo confirma los hechos que aquél cita, sino que, además, incluso los amplía. Leo Schidlof, según afirma S. Roux, era un dignatario de la Grande Loge Alpina de Suiza, es decir, la logia masónica cuyo pie de imprenta aparecía en ciertos «documentos Prieuré». Según S. Roux, Schidlof no ocultaba sus sentimientos amistosos hacia el bloque oriental.[9] En cuanto a las afirmaciones del señor Burrus sobre la Iglesia, S. Roux prosigue diciendo: no puede decirse que la Iglesia ignore la existencia del linaje de Razas, pero es necesario recordar que todos sus descendientes, desde Dagoberto, han sido agitadores secretos tanto contra el linaje de Francia como contra la Iglesia y que han sido la fuente de todas las herejías. La vuelta de un descendiente merovingio al poder entrañaría para Francia la proclamación de una monarquía popular aliada a la URSS así como el triunfo de la francmasonería: en pocas palabras, la desaparición de la libertad religiosa.[10]

Si todo esto parece bastante extraordinario, aún lo son más las afirmaciones con que concluye el folleto de S. Roux:

En cuanto a la cuestión de la propaganda merovingia en Francia, todo el mundo sabe que la publicidad de Antar Petrol, con un rey merovingio que sostiene un Lirio y un Círculo, es un llamamiento popular a favor del regreso de los merovingios al poder. Y uno no puede por menos de preguntarse qué estaba preparando Lobineau en el momento de su fallecimiento en Viena, en vísperas de cambios profundos en Alemania. ¿Acaso no es también cierto que Lobineau preparó en Austria un futuro acuerdo recíproco con Francia? ¿Acaso no fue esto la base del acuerdo francorruso? [11]

No es extraño que nos quedáramos absolutamente perplejos, preguntándonos de qué diablos hablaba S. Roux. Parecía haber superado al señor Burrus en lo que se refiere a decir tonterías. Al igual que el boletín al que atacara el señor Burrus, S. Roux vincula objetivos políticos en apariencia tan diversos y discordantes como son la hegemonía soviética y la monarquía popular. Y va más lejos que el señor Burrus, puesto que declara que «todo el mundo sabe» que el emblema de una compañía de petróleos es una forma sutil de propaganda…, de una causa desconocida y aparentemente absurda. Alude a grandes cambios en Francia, Alemania y Austria como si estos cambios ya estuvieran «en el programa», suponiendo que no fueran ya hechos consumados. Y habla de un misterioso acuerdo «francorruso» como si este acuerdo fuera cosa del dominio público.

En una primera lectura el opúsculo de S. Roux daba la impresión de no tener el menor sentido. Tras examinarlo con mayor atención, decidimos que, de hecho, era otro ingenioso documentos Prieuré, pensado deliberadamente para desconcertar, confundir, despertar curiosidad e insinuar algo portentoso y monumental. En todo caso, ofrecía, de un modo muy excéntrico, un indicio de la magnitud de los asuntos con el relacionados. Si S. Roux no se equivocaba, el tema de nuestra investigación no estaba limitado a las actividades de alguna orden de caballería moderna, elusiva pero inocua. Si las afirmaciones de S. Roux eran correctas, el tema de nuestra investigación tenía algo que ver con los estratos más altos de la política internacional.

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