Los duques de Guisa y Lorena
Durante el siglo XVI la casa de Lorena y su rama menor, la casa de Guisa hicieron un intento concertado y decidido de derribar a la dinastía francesa de los Valois, de exterminar su linaje y reclamar el trono de Francia. En varias ocasiones el intento estuvo en un tris de obtener un éxito deslumbrante. En el curso de unos treinta años todos los gobernantes, herederos y príncipes Valois fueron barridos del mapa y el linaje fue empujado hacia la extinción.
El intento de apoderarse del trono de Francia se extendió a lo largo de tres generaciones de las familias de Guisa y Lorena. Los momentos en los que estuvo más cerca de triunfar fueron los decenios de 1550 y 1560 bajo los auspicios de Charles, cardenal de Lorena, y de su hermano François, duque de Guisa. Charles y François estaban emparentados con la familia Gonzaga de Mantua y con Charles de Montpensier, conde de Bourbon, que en los Dossiers Secrets aparece como Gran maestre de la orden de Sion hasta 1527. Asimismo, François, duque de Guisa, estaba casado con Anne de Este, duquesa de Gisors. En sus maquinaciones para hacerse con el trono parece ser que recibió ayuda y apoyo encubiertos de Ferrante de Gonzaga, supuesto Gran maestre de Sion de 1527 a 1575.
Tanto François como su hermano, el cardenal de Lorena, han sido estigmatizados por los historiadores, que los han tachado de católicos rabiosamente fanáticos, intolerantes, brutales y sanguinarios. Pero hay muchas pruebas de que en cierta medida esta reputación era injustificada, al menos en lo que se refiere a la adhesión al catolicismo. Resulta evidente que François y su hermano eran un par de oportunistas descarados, aunque astutos, que cortejaban tanto a católicos como a protestantes en aras de sus propios planes.[4] En 1562, por ejemplo, en el concilio de Trento, el cardenal de Lorena lanzó un intento de descentralizar el papado, de conferir autonomía a los obispos locales y restaurar la jerarquía eclesiástica que había existido en la época de los merovingios.
En 1563 François de Guisa ya era virtualmente rey cuando cayó víctima de la bala de un asesino. Su hermano, el cardenal de Lorena, murió doce años más tarde, en 1575. Pero la vendetta contra el linaje real francés no cesó. En 1584 el nuevo duque de Guisa y el nuevo cardenal de Lorena lanzaron un nuevo ataque contra el trono. Su principal aliado en esta empresa era Louis de Gonzaga, duque de Nevers, el cual, según los «documentos Prieuré», había pasado a ser Gran maestre de Sion nueve años antes. La bandera de los conspiradores era la cruz de Lorena, antiguo emblema de René de Anjou.[5]
La vendetta continuó. Al concluir el siglo, los Valois ya se habían extinguido. Pero la casa de Guisa se había desangrado hasta la muerte a causa de las luchas, y no pudo proponer ningún candidato a aquel trono que por fin tenía al alcance de la mano.
Sencillamente no se sabe si hubo alguna sociedad u orden secreta que apoyase a las casas de Guisa y Lorena. Ciertamente, contaron con la ayuda de una red internacional de emisarios, embajadores, asesinos, agentes provocadores y espías que es muy posible que formasen una institución clandestina. Según Gérard de Sede, uno de tales agentes era Nostradamus; y hay otros «documentos Prieuré» que corroboran la afirmación de Gérard de Sede. En todo caso, hay pruebas abundantes de que Nostradamus fue realmente un agente secreto al servicio de François de Guisa, y de Charles, cardenal de Lorena.[6]
Si Nostradamus era agente de las casas de Guisa y Lorena, no sólo les proporcionaría información importante sobre las actividades y planes de sus adversarios, sino que, además, en su calidad de astrólogo de la corte francesa, conocería toda suerte de secretos íntimos, así como de peculiaridades y debilidades personales. Valiéndose de este conocimiento, es posible que manipulase psicológicamente a los Valois para hacerles caer en manos de sus enemigos. Y en virtud de esta familiaridad con sus horóscopos, también es posible que aconsejara a los enemigos de los Valois sobre, por ejemplo, el momento que parecía más propicio para el asesinato. En pocas palabras, muchas de las proferías de Nostradamus quizá no tuvieran nada de profecías. Puede que fuesen mensajes crípticos, cifras, planes, horarios, instrucciones, proyectos para emprender alguna acción.
Tanto si era realmente así como si no, es indudable que algunas de las profecías de Nostradamus no eran profecías, sino que se referían muy explícitamente al pasado: a los caballeros templarios, a la dinastía merovingia, a la historia de la casa de Lorena. Bastantes de ellas se refieren a Razés, el viejo conde de Rennes-le-Château.[7] Y las numerosas cuartetas que se refieren al advenimiento de le Grand Monarch —el Gran Monarca— indican que este soberano procederá del Languedoc.
Nuestras pesquisas revelaron un fragmento complementario que establecía un vínculo aún más directo entre Nostradamus y nuestra investigación. Según Gérard de Sede,[8] y también según la leyenda popular, Nostradamus, antes de iniciar su carrera de profeta, pasó mucho tiempo en Lorena. Al parecer, se trató de una especie de noviciado o de período de prueba después del cual se supone que fue «iniciado» en algún secreto portentoso. Se dice de modo más específico que le fue mostrado un libro antiguo y arcano en el que basaría toda su obra subsiguiente. Y, a lo que parece, este libro le fue mostrado en un lugar muy significativo: la misteriosa abadía de Orval, donada por la madre adoptiva de Godofredo de Bouillon, donde nuestra investigación sugería que tal vez nació la Prieuré de Sion. En todo caso, durante otros dos siglos Orval siguió estando asociado al nombre de Nostradamus. En tiempos de la revolución francesa y de Napoleón todavía salían de Orval libros de proferías supuestamente escritos por Nostradamus.