La Prieuré de Sion en Francia
Según los documentos Prieuré, entre 1306 y 1480 la orden tuvo nueve encomiendas. Se supone que en 1481 —año en que murió René de Anjou— este número se amplió a veintisiete. Según las listas, las más importantes fueron las situadas en Bourges, Gisors, Jarnac, Mont-Saint-Michel, Montréval, París, Le Puy, Solesmes y Stenay. Y, según añaden crípticamente los Dossiers Secrets, había «un arco llamado Beth-Ania —casa de Ana— situado en Rennes-le-Château.[1] El significado exacto de este pasaje no está claro, exceptuando que, al parecer, Rennes-le-Château tenía una importancia muy especial. Y sin duda no puede ser una coincidencia que Sauniére, al construir su villa, la bautizara «Villa Bethania».
Según los Dossiers Secrets, la encomienda de Gisors databa de 1306 y estaba situada en la Rué de Vienne. Se supone que desde allí se comunicaba, por medio de un pasadizo subterráneo, con el cementerio de la localidad y con la capilla subterránea de Sainte-Catherine, que estaba debajo de la fortaleza. En el siglo XVI, la citada capilla, o tal vez una cripta adyacente a la misma, pasó a ser, según se dice, el depósito de los archivos de la Prieuré de Sion, los cuales se guardaban en treinta cofres.
A principios de 1944, cuando Gisors fue ocupada por los alemanes, Berlín envió una misión militar especial que debía preparar una serie de excavaciones debajo de la fortaleza. El desembarco aliado en Normandía impidió que se llevasen a cabo dichas excavaciones; pero poco tiempo después, un trabajador francés llamado Roger Lhomoy inició excavaciones por cuenta propia. En 1946 Lhomoy comunicó al alcalde de Gisors que había encontrado una capilla subterránea en la que había diecinueve sarcófagos de piedra y treinta cofres de metal. Lhomoy pidió permiso para seguir excavando y dar a conocer su descubrimiento, pero el permiso se vio retrasado —parece ser que casi deliberadamente— por los trámites burocráticos. Finalmente, en 1962, Lhomoy prosiguió las excavaciones en Gisors. Los trabajos fueron realizados bajo los auspicios de André Malraux, ministro de cultura en aquel tiempo, y no fueron abiertas oficialmente al público. Ciertamente, no se hallaron sarcófagos ni cofres. Que se encontrase la capilla subterránea ha sido discutido tanto en la prensa como en diversos libros y artículos. Lhomoy insistió en que volvió a encontrar la capilla pero que ésta estaba vacía. Sea cual fuere la verdad del asunto, la capilla subterránea de Sainte-Catherine se cita en dos manuscritos antiguos, uno fechado en 1696 y el otro en 1375.[2]
Basándose en estas citas, la historia de Lohmoy resulta cuando menos verosímil. También es verosímil que la capilla subterránea fuese el depósito de los archivos de la Prieuré de Sion. Y lo es porque durante nuestras investigaciones encontramos pruebas concluyentes de que la Prieuré de Sion continuó existiendo por lo menos durante tres siglos después de las cruzadas y de la disolución de los caballeros templarios. Entre principios del siglo XIV y principios del siglo XVII, por ejemplo, los documentos relativos a Orléans y a Saint-Samson, sede de la orden en dicha ciudad, aluden de modo esporádico a la orden. Así, consta que a principios del siglo XVI miembros de la Prieuré de Sion en Orléans ofendieron al papa y al rey de Francia por haber hecho caso omiso de su «regla» y «negarse a vivir en común». También en las postrimerías del siglo XV los miembros de la orden fueron acusados de varias ofensas: no observar su regla, vivir «individualmente» en lugar de «en común», ser licenciosos, residir fuera de los muros de Saint-Samson, boicotear los oficios divinos y no reconstruir los muros de la casa, que habían resultado seriamente dañados en 1562. Al parecer, en 1619 las autoridades perdieron la paciencia. En dicho año, según los testimonios escritos, la Prieuré de Sion fue desahuciada de Saint-Samson y la casa pasó a poder de los jesuitas.[3]
A partir de 1619 no pudimos encontrar ninguna alusión a la Prieuré de Sion, al menos bajo este nombre. Pero, a pesar de ello, al menos podíamos probar su existencia hasta el siglo XVII. Y, sin embargo, la prueba misma planteaba cierto número de interrogantes cruciales. En primer lugar, las alusiones que encontramos no arrojaban ninguna luz sobre las actividades, objetivos e intereses de la orden ni sobre su posible influencia. En segundo lugar, estas alusiones parecían atestiguar sólo algo de poca importancia: una hermandad curiosamente elusiva de monjes o devotos religiosos cuyo comportamiento, aunque heterodoxo y quizá clandestino, era de una importancia relativamente menor. Era difícil creer que estos ocupantes en apariencia negligentes de Saint-Samson fueran miembros de la célebre y legendaria Rose-Croix, o que una banda de monjes rebeldes constituyera una institución entre cuyos miembros se suponía que estaban algunos de los nombres más ilustres de la historia y la cultura de Occidente. Según los «documentos Prieuré», la Prieuré de Sion era una organización cuyo poder e influencia eran considerables, una organización que había creado los templarios y que manipulaba el curso de los asuntos internacionales. Las alusiones que hallamos no inducían a pensar en nada de tamaña magnitud.
Por supuesto, una explicación posible era que Saint-Samson no era más que una sede aislada, y probablemente menor, de las actividades de la orden. Y, a decir verdad, en la lista de las encomiendas importantes de la misma que aparece en los Dossiers Secrets no se incluye Orléans. Si la orden era realmente una fuerza a la que había que tener en cuenta, Orléans sería sólo un fragmento pequeño de una pauta mucho mas amplia. Y si tal era el caso, teníamos que buscar trazas de la orden en otras partes.