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Cuando Anders Rönn vuelve a casa del curso para padres en la Fundación para el Autismo y el Asperger, Petra está sentada al ordenador pagando recibos. Se acerca y la besa en la nuca, pero ella se lo quita de encima. Él intenta sonreír y le acaricia la mejilla.
—Déjame —dice ella.
—¿Podemos intentar ser amigos?
—Te pasaste de la raya —responde Petra cansada.
—Lo sé, perdóname, creí que tú querías que…
—Deja de creerlo —lo corta.
Anders la mira a los ojos, asiente con la cabeza y luego va al cuarto de Agnes. La niña está en el suelo, de espaldas a la puerta, jugando con la casita de muñecas. Anders ve que tiene el cepillo en la mano, que ha peinado a todas las muñecas y luego las ha apilado en una de las camas de la casita.
—Qué bien las has dejado —le reconoce Anders.
Agnes se vuelve, le muestra el cepillo y se cruza un segundo con su mirada.
Anders se sienta a su lado y le pasa el brazo por los hombros. Agnes se aparta lentamente hasta liberarse.
—Ahora están durmiendo todas juntitas —dice Anders alegre.
—No —responde la niña con su voz monótona.
—Y ¿qué hacen?
—Están mirando.
Agnes señala los ojos abiertos y pintados de blanco de las muñecas.
—Quieres decir que no pueden dormir si están mirando, pero se puede jugar a que…
—Están mirando —interrumpe ella, y empieza a mover la cabeza en un patrón angustioso.
—Lo veo —dice él para tranquilizarla—, pero están en la cama, tal como deben, y está muy bien…
—Ay, ay, ay…
Agnes mueve la cabeza siguiendo el espasmódico patrón y da tres palmadas rápidas con las manos. Anders la abraza, le besa el pelo y le susurra que ha dejado muy guapas a las muñecas. Al final, Agnes relaja el cuerpo y empieza a alinear piezas de lego en el suelo.
Suena el timbre de la puerta y Anders sale de la habitación, mira a Agnes una vez más desde el umbral y va a abrir.
A la tenue luz del exterior hay un hombre alto trajeado, con los bajos del pantalón mojados y un bolsillo rasgado. Tiene el pelo ondulado y revuelto, hoyuelos en las mejillas y mirada seria.
—¿Anders Rönn? —pregunta en sueco con acento finlandés.
—¿Puedo ayudarte en algo? —pregunta Anders neutral.
—Soy comisario de la policía judicial —dice él y muestra la placa—. ¿Puedo entrar?