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Reidar oye lo que Mikael dice, pero todavía le cuesta entender el significado de sus palabras. Está de pie, junto a la cama de su hijo, responde con voz tranquila y lo mira.
Sin embargo, su mente se ha quedado atrapada en una espiral. No hace más que darle vueltas y vueltas a lo mismo. Tiene que rescatar a Felicia. No puede dejarla sola.
Con la mirada perdida, se acerca dando pasos pesados a la ventana. Abajo, en la calle, ve unos gorriones en los escaramujos deshojados. Un perro ha meado en la nieve a los pies de una farola. Debajo del banco de la parada de autobús hay un guante abandonado.
En algún lugar a sus espaldas oye que Joona Linna intenta obtener más información de Mikael. Su voz grave se mezcla con los latidos de Reidar.
A menudo, uno se da cuenta de sus errores cuando ya ha pasado todo y algunos de ellos son tan dolorosos que hacen que no se pueda soportar a sí mismo.
Reidar sabe que fue un padre injusto. Nunca fue su intención pero, aun así, eso es lo que fue.
«Se dice que a los hijos se les quiere a todos por igual —piensa—. Pero, a pesar de todo, se los trata diferente».
Mikael era su favorito.
Felicia siempre lo irritaba y a veces lo cabreaba tanto que él la asustaba. Pasado el tiempo, le parece algo incomprensible. Él era adulto y ella no era más que una cría.
«No debería haberle gritado», piensa, mira al cielo nublado y siente que le empieza a doler de verdad la axila izquierda.
—La siento todo el rato —le dice Mikael a Joona—. Ahora ella está tirada en el suelo…, está tan asustada…
Reidar nota un repentino dolor en el pecho y suelta un suspiro. El sudor corre por su cuello. Joona se le ha acercado, lo coge por el antebrazo y le dice algo.
—Estoy bien —responde Reidar.
—¿Le duele el pecho? —pregunta Joona.
—Sólo estoy cansado —contesta en seguida.
—Parece…
—Tengo que encontrar a Felicia —dice.
Una quemazón le recorre el mentón y luego un escozor le invade el pecho otra vez. Las piernas le fallan y se golpea el pómulo contra el radiador, pero sólo piensa en que le gritó a Felicia que era una inútil el mismo día que desapareció.
Se pone de rodillas, intenta gatear y oye que Joona ha vuelto a la habitación con un médico.