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El equipo de trabajo de la policía está formado por un total de treinta y dos personas, tanto civiles como agentes de la policía judicial de las secciones de espionaje y de investigación y miembros de la Comisión Contra el Crimen.

En una de las grandes salas de trabajo de la quinta planta las paredes están cubiertas de mapas en los que han marcado los puntos de hallazgo y desaparición del caso Jurek Walter. A partir de impresiones a color de fotografías de los desaparecidos, han creado constelaciones de familiares, conocidos y amigos.

Los antiguos interrogatorios con los familiares de las víctimas encontradas están siendo analizados nuevamente y ya han comenzado a hacer nuevas entrevistas. Repasan los informes forenses y criminológicos y hablan con todas las personas del entorno de las víctimas, desde los más allegados hasta los más periféricos.

Joona Linna y su equipo de trabajo están junto a la ventana, bañados por una clara luz de invierno, leyendo la transcripción de las últimas conversaciones con Mikael Kohler-Frost. Un lúgubre sentimiento invade al grupo cuando terminan. No hay nada en el relato de Mikael que haga avanzar el caso.

Cuando los analistas han eliminado las expresiones de angustia y desesperación del relato, no queda prácticamente nada.

—Nada de nada —murmura Petter Näslund y enrolla las hojas.

—Dice que siente los movimientos de su hermana, que ella lo busca cada vez que se despierta en la oscuridad —declara Benny con cara compungida—. Siente que la hermana tiene la esperanza de que él regrese…

—No me creo nada de eso —declara Petter.

—Tenemos que partir de la base de que Mikael está diciendo la verdad, de una manera u otra —replica Joona.

—Pero eso del hombre de arena… —continúa Petter con una sonrisa burlona—. O sea…

—Es lo mismo que con el hombre de arena —responde Joona.

—Habla de un personaje de cuento —argumenta Petter—. ¿Vamos a interrogar a todos los vendedores de barómetros o qué?

—La verdad es que ya he hecho una lista de fabricantes y distribuidores —contesta Joona con una sonrisa.

—Hay que joderse…

—Soy consciente de que el vendedor de barómetros aparece en el libro de El hombre de la arena, de E. T. A. Hoffmann —continúa Joona—. Y sé que la madre de Mikael les contaba dicho cuento antes de que se fueran a dormir, pero eso no quiere decir que no pueda existir también en la vida real.

—No tenemos una mierda, y hay que reconocerlo —se queja Petter y tira las hojas con la declaración de Mikael sobre la mesa.

—No tenemos casi nada —lo corrige Joona con amabilidad.

—Mikael estaba drogado cuando lo llevaron a la cápsula y estaba drogado cuando lo sacaron de allí —suspira Benny y se pasa una mano por la deslumbrante cabeza—. Ni siquiera podemos delimitar una zona. Lo más probable es que Felicia se encuentre en territorio sueco, pero ni siquiera eso es seguro.

Magdalena se acerca a la pizarra blanca y escribe los pocos datos que tienen de la cápsula: hormigón, electricidad, agua, bacterias de legionela.

Dado que Mikael nunca ha visto al cómplice ni lo ha oído hablar, no saben nada más aparte de que se trata de un hombre. Eso es todo. Mikael está seguro de que la tos que oyó es de varón.

El resto de las pistas están vinculadas con las fantasías que los niños tienen del hombre de arena.

Joona abandona la sala, baja en ascensor, sale de la comisaría y sube por la calle Fleminggatan, cruza el puente de Sankt Eriksbron y se mete en el barrio de Birkastan.

En el ático del número 19 de la calle Rörstrandsgatan se encuentra Athena Promacho.

Cuando la diosa Pallas Athena es representada como una bellísima muchacha con lanza y escudo, se la llama Athena Promacho y es la diosa de la guerra.

Athena Promacho es también el nombre del grupo secreto de espionaje que se ha creado para estudiar el material que esperan que Saga Bauer pueda conseguir a partir de su infiltración. El grupo no consta en ningún informe ni en ninguna partida presupuestaria, ni en la policía judicial, ni en la policía secreta de Suecia.

Athena Promacho está compuesto por Joona Linna, de la judicial; Nathan Pollock, de la Comisión Contra el Crimen; Corinne Meilleroux, de la secreta, y el técnico Johan Jönson.

En cuanto Saga sea internada en el módulo de seguridad del Löwenströmska estarán allí día y noche para recibir, estudiar y analizar las escuchas.

Athena Promacho cuenta con otros tres policías de la sección de espionaje. Estos tres se encargarán de administrar la transmisión del micrófono de fibra óptica desde un minibús que pertenece al Departamento Provincial de Parques y Jardines y que han situado dentro del perímetro del hospital.

Todo el material queda guardado en discos duros, se encripta y luego se manda al ordenador de Athena Promacho con un desfase total de una décima de segundo.

El hombre de arena
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