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Joona abandona el perímetro del hospital y acelera en la carretera cuando Anja le devuelve la llamada.
—Baldersvägen 3, en Upplands Väsby —dice—. Es donde vive tu Anders Rönn.
—Sé dónde queda —responde él y aumenta la velocidad en dirección sur.
—¿Tú te convertirías por mí?
—¿Qué quieres decir?
—Cuando nos casemos… Estaba pensando que si yo fuera católica o musulmana o…
—Pero no lo eres.
—No, tienes razón… No hay nada que nos lo impida, podríamos celebrar una gran boda de verano.
—Creo que no soy lo bastante maduro como para dar ese paso —sonríe Joona.
—Yo tampoco, pero presiento que me falta muy poco —susurra Anja al teléfono.
Después se aclara la garganta, cambia el tono y explica arisca que va a investigar a Susanne Hjälm.
Joona deshace el camino hasta la intersección con Glädje, se mete por la calle Sandavägen hacia la casa de Anders Rönn cuando Anja llama otra vez.
—Esto es un poco raro —dice en tono serio—, pero el teléfono de Susanne Hjälm está apagado y el teléfono de su marido también. Él hace tres meses que no va al trabajo en la Red de Aseguradoras Provinciales y las dos hijas llevan el mismo tiempo sin ir a la escuela. Las niñas están de baja por enfermedad, con comprobante médico, pero aun así la escuela se ha puesto en contacto con los servicios sociales…
—¿Dónde viven?
—En la calle Biskop Nils número 23, en Stäket, de camino a Kungsängen.
Joona invade el arcén y deja pasar al camión que lleva detrás. La nieve sale volando de la carga que transporta en la plataforma.
—Manda a una patrulla a esa dirección —dice Joona, y hace un cambio de sentido.
La rueda derecha se sube a la acera, el coche pega un bote y la puertecilla de la guantera se abre con el golpe.
Joona intenta no pensar demasiado, pero aun así aumenta la velocidad sin dudarlo. Ignora los semáforos en rojo, se salta el cruce y entra en la rotonda. En la incorporación a la autopista ya ha alcanzado los ciento sesenta kilómetros por hora.