101
Anders se cruza con los ojos marrones de la doctora de urgencias y le da las gracias con discreción. Su bata blanca se ha manchado con la sangre de Bernie.
—El tabique nasal está arreglado —dice ella—. Le he puesto puntos en la ceja. Por lo demás, me ha bastado con esparadrapo… Lo más probable es que haya sufrido una conmoción cerebral, así que estaría bien que lo tuvierais en observación.
—Siempre lo hacemos —dice Anders y mira a Bernie en la pantalla.
Está tumbado en su cama con la cara vendada. Tiene la boca medio abierta y su gran barriga se mueve al ritmo de la respiración.
—Dice cosas bastante repugnantes —informa la doctora, y se marcha.
Leif Rajama le abre las puertas de seguridad. Una cámara registra cómo él se despide con la mano y en otra cámara se ve la bata blanca de la doctora ondeando mientras sube la escalera.
Leif regresa a la centralita de seguridad, se pasa la mano por el pelo ondulado y dice que realmente no se esperaba una cosa así.
—He leído los informes —explica Anders—. Ésta es la primera vez en trece años que Jurek Walter muestra un comportamiento agresivo.
—A lo mejor no le gusta tener compañía —sugiere Leif.
—Jurek es un hombre mayor y está acostumbrado a que las cosas sean a su manera, pero tiene que entender que de un tiempo a esta parte las circunstancias han cambiado.
—¿Y cómo va a entenderlo? —sonríe Leif.
Anders pasa su tarjeta por el lector y deja entrar a Leif antes que él. Pasan de largo las celdas 2 y 3 y se detienen delante de la última, la de Jurek Walter.
Anders mira dentro de la celda. Jurek está atado a la cama. La sangre de la nariz se ha coagulado y los orificios son ahora negros.
Leif saca unos tapones del bolsillo y se los ofrece a su compañero, pero Anders niega con la cabeza.
—Cierra la puerta con llave cuando esté dentro y estate preparado para dar la alarma de contención.
—Tú sólo entra y haz lo que tengas que hacer, no hables con él, haz como que no oyes lo que te dice —dice Leif, y abre la cerradura.
Anders entra y oye a Leif cerrar rápidamente a sus espaldas. Las muñecas y los tobillos de Jurek están sujetados a la cama con correas de tela resistente. Aún tiene los ojos cansados por la inyección y le ha salido un poco de sangre de un oído.
—Después del incidente en la salita de recreo, hemos decidido cambiarte la medicación —dice Anders a secas.
—Sí…, me esperaba un castigo —responde Jurek Walter afónico.
—Es triste que lo veas así, pero como jefe de servicio es mi responsabilidad prevenir cualquier tipo de violencia en el módulo.