Capítulo 78

—Habladme sobre Otranto y su mercado de esclavos —le pidió Joan a Genis.

La Santa Eulalia navegaba a vela y los galeotes se alternaban al remo. Era un día algo desapacible con el mar picado y viento fresco. Estaban sentados en un extremo de la carroza, con los pies apoyados en la crujía; nadie podía oírlos, con el sonido del tambor marcando el ritmo de boga, el viento, las voces de los oficiales en el interior de la carroza y los gritos de los alguaciles fuera.

Joan quería recabar la información que le permitiera dar con el paradero de su familia. Y aunque el tema de los asaltos a poblaciones cristianas era muy delicado, y fuera de lo estrictamente necesario no se hablaba de él, en aquel momento era inevitable hacerlo.

El piloto tendría unos treinta años y Joan se preguntaba si estaba en la galera de Vilamarí cuando asaltaron su aldea. Sin embargo, temía interrogarle directamente, que percibiera un interés extraño, que se pusiera en alerta y se cerrara a la conversación, tal como ocurrió con el Tuerto en la taberna.

El oficial hizo una pausa antes de contestar, como si la respuesta fuera larga y prolija, miró al mar y al fin habló.

Quiso contarle primero la heroica campaña en la que Vilamarí, al mando de una flota aragonesa y napolitana, consiguió romper el asedio al que los turcos sometían a la isla de Rodas, cuartel general de los caballeros hospitalarios. Le relató emocionado que la flota turca era de ciento cincuenta buques, cinco veces mayor que la suya. Y cómo la galera capitana del almirante junto a un par más entraron en el puerto de Rodas ondeando los gallardetes de Aragón entre vítores de los asediados. Los otomanos se vieron obligados a retirarse poco después.

—Nosotros fuimos definitivos en la victoria cristiana en Rodas —decía Genis, emocionado—. Y yo estuve allí, Joan. No sabes lo que fue aquello.

Joan contempló la sonrisa feliz en el rostro del piloto y sus ojos húmedos al rememorar la hazaña y comprendió la profunda admiración que sentía por el almirante. Había percibido aquello antes en la tripulación de la Santa Eulalia, pero no dejaba de sorprenderle. Debían de estar ciegos para no ver cómo el almirante se ensañaba con los pobres pescadores. Era cruel con los débiles.

Joan meneó la cabeza disgustado antes de preguntar:

—¿Y Otranto?

—Otranto pertenece al reino de Nápoles, pero está situada a la entrada del mar Adriático. Se precisan más de ocho días de navegación desde Otranto a la ciudad de Nápoles, pero se encuentra en la ruta comercial de Venecia al resto del Mediterráneo y solo a un día de las costas albanesas, parte de las cuales ya estaban por entonces dominadas por el Imperio turco.

»Ante el fracaso de Rodas, los turcos lanzaron un ataque sorpresa como represalia sobre Otranto, también con fuerzas muy superiores, y la conquistaron. Vilamarí, por orden del rey de Aragón, se puso al servicio del rey Fernando I de Nápoles, y al mando de sus propias naves y de la flota napolitana asedió la ciudad por mar. Mientras, Alfonso de Calabria, heredero del trono de Nápoles, reforzado por tropas de otros estados italianos y húngaras, cercó la ciudad por tierra y entre ambos obligaron a los turcos a rendirse.

»Y ahora Otranto es un puerto franco codiciado por los venecianos, demasiado cerca del Imperio otomano, del que le protege una paz precaria y demasiado lejos de la capital del reino. Tiene un floreciente mercado de esclavos que provienen de los asaltos de corsarios y piratas.

—¡Pero los esclavos que nosotros traemos son cristianos! —exclamó Joan—. ¿Es que no va a hacer nada el gobernador?

El piloto sonrió moviendo la cabeza negativamente.

—El gobernador es amigo de Vilamarí desde los tiempos de la reconquista de la ciudad y obtiene pingües beneficios del tráfico de cautivos. Ha conseguido una relativa independencia de Nápoles y todo el mundo que paga impuestos es bienvenido aquí, ya sea veneciano, turco o berberisco. No hace preguntas a quienes traen buenos negocios. Los esclavos musulmanes los compran tratantes que los venden en países cristianos y los cristianos se destinan al Imperio turco e incluso a algunas zonas cristianas más lejanas, como la isla de Creta.

Joan se dijo que Otranto estaba demasiado lejos de Llafranc, que aquel no podía haber sido el destino de su familia.

A Joan se le permitió bajar a tierra y acudió, junto al piloto, a la subasta de esclavos que tenía lugar en un gran recinto encalado que también se usaba en las ferias de reses y caballos. Allí tanto mujeres como hombres eran exhibidos desnudos para su humillación y deleite de curiosos. Algunos lloraban en silencio, mientras cubrían su desnudez con las manos. Mostraban la mirada huidiza del miedo. Porque cualquier desobediencia era castigada de inmediato con azotes. Se les trataba como mercancía y solo las mujeres más bellas recibían alguna consideración, aunque los traficantes las manoseaban e inspeccionaban como si estuvieran comprando mulas. Allí, siempre bajo la atenta anotación de los escribanos, se recibían las ofertas, estableciéndose los precios sobre los que el gobernador cargaba sus impuestos y los comerciantes ponían sus márgenes.

Joan no vio en el mercado ni al almirante ni al capitán y aquella mercancía humana, solo días antes personas libres y ahora encadenadas, fue entregada por el oficial Torrent acompañado por un pelotón de tropa, de escribanos y de alguaciles de las galeras. Algunas de las muchachas eran hermosas y estaban muy bien formadas, pero Joan no se entretuvo en su contemplación y se despidió del piloto tan pronto hubo echado un vistazo. No podía dejar de pensar en su madre, su hermana y Elisenda, y ser testigo de aquel proceso denigrante le revolvía las tripas. Temía terminar golpeando a alguno de los mirones que gritaban lascivos a las esclavas e intentaban tocarlas cuando se las hacía entrar o salir.

Se repetía que aquello era injusto y que el almirante no tenía ningún derecho a hacer tan infelices a aquellas gentes.

Cuando llegó a la galera sacó el libro de su escondite, bajo un pequeño tablón que mantenía desclavado de forma que nadie percibiera su movilidad.

«¿Qué precio tiene una vida? —anotó—. ¿Qué precio tiene la libertad? Vilamarí es un ladrón de vidas y de libertades. Algún día pagará por sus crímenes».

Prométeme que serás libre
cubierta.xhtml
sinopsis.xhtml
titulo.xhtml
info.xhtml
dedicatoria.xhtml
aviso.xhtml
mapa.xhtml
primera.xhtml
Section0001.xhtml
Section0002.xhtml
Section0003.xhtml
Section0004.xhtml
Section0005.xhtml
Section0006.xhtml
Section0007.xhtml
Section0008.xhtml
Section0009.xhtml
Section0010.xhtml
Section0011.xhtml
Section0012.xhtml
Section0013.xhtml
Section0014.xhtml
Section0015.xhtml
Section0016.xhtml
Section0017.xhtml
Section0018.xhtml
Section0019.xhtml
Section0020.xhtml
Section0021.xhtml
Section0022.xhtml
Section0023.xhtml
Section0024.xhtml
Section0025.xhtml
Section0026.xhtml
Section0027.xhtml
Section0028.xhtml
Section0029.xhtml
Section0030.xhtml
Section0031.xhtml
segunda.xhtml
Section0032.xhtml
Section0033.xhtml
Section0034.xhtml
Section0035.xhtml
Section0036.xhtml
Section0037.xhtml
Section0038.xhtml
Section0039.xhtml
Section0040.xhtml
Section0041.xhtml
Section0042.xhtml
Section0043.xhtml
Section0044.xhtml
Section0045.xhtml
Section0046.xhtml
Section0047.xhtml
Section0048.xhtml
Section0049.xhtml
Section0050.xhtml
Section0051.xhtml
Section0052.xhtml
Section0053.xhtml
Section0054.xhtml
Section0055.xhtml
Section0056.xhtml
Section0057.xhtml
Section0058.xhtml
Section0059.xhtml
Section0060.xhtml
Section0061.xhtml
tercera.xhtml
Section0062.xhtml
Section0063.xhtml
Section0064.xhtml
Section0065.xhtml
Section0066.xhtml
Section0067.xhtml
Section0068.xhtml
Section0069.xhtml
Section0070.xhtml
Section0071.xhtml
Section0072.xhtml
Section0073.xhtml
Section0074.xhtml
Section0075.xhtml
Section0076.xhtml
Section0077.xhtml
Section0078.xhtml
Section0079.xhtml
Section0080.xhtml
Section0081.xhtml
Section0082.xhtml
Section0083.xhtml
Section0084.xhtml
Section0085.xhtml
Section0086.xhtml
Section0087.xhtml
Section0088.xhtml
Section0089.xhtml
Section0090.xhtml
Section0091.xhtml
Section0092.xhtml
Section0093.xhtml
Section0094.xhtml
Section0095.xhtml
Section0096.xhtml
Section0097.xhtml
Section0098.xhtml
Section0099.xhtml
Section0100.xhtml
Section0101.xhtml
Section0102.xhtml
Section0103.xhtml
cuarta.xhtml
Section0104.xhtml
Section0105.xhtml
Section0106.xhtml
Section0107.xhtml
Section0108.xhtml
Section0109.xhtml
Section0110.xhtml
Section0111.xhtml
Section0112.xhtml
Section0113.xhtml
Section0114.xhtml
Section0115.xhtml
Section0116.xhtml
Section0117.xhtml
Section0118.xhtml
Section0119.xhtml
Section0120.xhtml
Section0121.xhtml
Section0122.xhtml
Section0123.xhtml
Section0124.xhtml
Section0125.xhtml
Section0126.xhtml
Section0127.xhtml
apendice.xhtml
plano.xhtml
galeria.xhtml
otros.xhtml
agradecimientos.xhtml
autor.xhtml
notas.xhtml