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Domingo 15 de agosto de 1920
Víbora:
Recibí tu carta mala y, por cierto, no comprendo cómo fue posible que no nos encontrásemos ayer ni anteayer. ¿Diferencia de relojes? No creo, pues ninguno de estos días al llegar a la Baixa he notado en que mi reloj estuviese tan equivocado.
Sólo te escribo estas líneas para decirte que estaré mañana a las doce en punto al final de la avenida das Cortes. Vas a la oficina de la rua da Victoria a la una. Esto debe darte tiempo. Lo peor es si vas acompañada. En todo caso te esperaré hasta las doce y cuarto.
Ojalá te encuentres mejor; aunque lo tuyo no es dolor, es viboridad, o sea maldad.
Siempre y muy tuyo,
Fernando
P. S.: Estoy escribiendo en el Café Arcada a la una menos cuarto. Por eso escribo poco (contra mi costumbre) para ver si paso por tu calle no más tarde de la una.