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28 de mayo de 1920
Mi pequeño Bebé, mi Nininha:
Acabo de recibir y de leer tu carta de ayer. Me ha apenado mucho, por ti, lo que me cuentas; yo lo preveía, no sólo por lo que tú me habías contado, sino también porque ayer Osorio me dijo que el muchacho había estado en la oficina de la rua da Assumpçáo. El joven fue allí a preguntar por mí y, como yo no estaba, le hizo a Osorio varias preguntas, si yo era tu novio, etc., y le dijo que me había visto contigo, etc., etc.
Si quería hablarme era, naturalmente, a propósito de la intriga que me comentaste, de que era su intención contarle cosas a cualquier nuevo novio tuyo. O, lo que es aún más probable, fue allí a la oficina sabiendo que yo ya no estaba, con el pretexto de preguntar por mí e interrogar a Osorio.
Sea como sea, a mí el asunto no me interesa, y mucho menos el muchacho; sin embargo me apena que esos enredos y esas tonterías suyas te molesten, ya directamente, ya indirectamente a través de lo que le dijo a tu padre.
Vamos a los puntos centrales de la cuestión.
Está muy bien, o casi, lo que tu hermana te aconsejó que le dijeras a tu padre. En ese sentido, no tengo nada que decir que no te haya dicho ya tu hermana. Para que la historia quede completa y sea enteramente coherente, debes añadir a lo que dirás a tu padre lo siguiente: que no andabas constantemente conmigo, y que sólo alguna que otra vez lo habías hecho. Si quieres, cúlpame a mí diciéndole que, al encontrarme yendo en la misma dirección, era natural que yo te acompañase.
Está bien que le digas a tu padre que alguna que otra vez podrían haberte visto conmigo cuando estabas en Dupin, pero que entonces era la cosa más natural del mundo porque, a la hora en que salías para comer, camino a casa de tu hermana, sucedía muchas veces que yo venía de casa y pasaba por el Cais do Sodré y la rua do Arsenal, donde cada día compro los periódicos ingleses. Esto debes decirlo con habilidad (para prevenir el caso de que el muchacho haya dicho, o pueda llegar a decirle a tu padre, que ya antes de estar en Belem yo andaba contigo y, por lo tanto, antes de la ocasión en que vas a decirle que yo me declaré). ¿Comprendes, Bebé?
Ahora bien, sobre el muchacho. Ese pobrecito me da ganas de reír, y confieso que me inspira cierta pena su estado mental. El muchacho no me preocupa, pero sí me preocupa lo que pueda molestarte. Voy a decirte lo que debes hacer para cortarle el vuelo al muchacho.
Como él te ataca por medio de tu padre, debes predisponer a tu padre contra él. No es necesario mentir ni intrigar. Alcanza simplemente con decirle dos cosas a tu padre, y tienes que decírselas de manera que tu padre tome buena nota de ellas. La primera es contarle lo que el muchacho te amenazó con hacer: desbaratar con intrigas cualquier nuevo noviazgo que emprendieras, intrigas que él provocará yendo a hablar con tu nuevo novio. Déjale bien en claro a tu padre que esas intrigas sólo podrían ser una difamación respecto de ti. Pregúntale si le parece bonito, si está de acuerdo en ponerse del lado de quien te está difamando, visto que comenzó (más o menos) contándole algunas mentiras y que seguramente pretende continuar esa campaña contra ti, involucrando a otras personas ajenas a tu familia, a quienes puede decirles cosas que seguro no se atreve a decir a tu padre. ¿Has comprendido? Si le dices esto como se debe, seguro que calará en su ánimo. Lo otro es que le preguntes a tu padre quién te defenderá de cualquier afrenta que te haga el muchacho cuando vayas sola por la calle, puesto que su actitud y sus amenazas te hacen temerlo. Muéstrate, en relación con esto, muy preocupada. En tales casos, y ante un padre, nada mejor que exagerar, decir que casi tienes miedo de salir sola por temor a que te haga cualquier cosa, que es imposible vivir con tal temor, etcétera. Esto, es evidente, no ayuda en nada a mi situación, pero sirve para perjudicar al muchacho. ¿Has comprendido bien, Nininha pequeña?
Haré todo lo posible para pasar hoy a las siete y media. Aunque no es un buen día para eso, pues debo estar en casa temprano para volver a la Baixa a las nueve y hacer lo que tengo pendiente; encima sin tranvías todo tiene que hacerse con bastante anticipación para ir de un lado a otro. No tengo tiempo de decir las demás cosas que quería decirte en esta carta.
Quedan para la próxima.
Millares de besos de tu, siempre muy tuyo,
Fernando