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5 de abril de 1920
Mi Bebé pequeño y travieso:
Estoy aquí en casa, solo, salvo por el intelectual que está empapelando las paredes (claro, no iba a ser el techo o el suelo), y éste no cuenta. Tal como prometí voy a escribirle a mi pequeño Bebé para decirle, al menos, que ella es muy mala, excepto en una cosa: el arte de fingir, en el que advierto que es una maestra.
¿Sabes?, hoy estoy escribiendo pero no estoy pensando en ti. Estoy pensando en las saudades que tengo de mis tiempos de cazador de palomas; y ésta es una cosa, como sabes, con la que nada tienes que ver…
Nuestro paseo de hoy ha sido agradable, ¿verdad? Tú estabas de buen humor, yo estaba de buen humor, y el día también estaba de buen humor. (Mi amigo, no; AA. Crosse no tiene buena salud, una libra de salud, apenas alcanza para no resfriarse).
No te sorprendas si mi caligrafía resulta algo extraña. Se debe a dos motivos. El primero es que este papel (el único de que dispongo ahora) es muy liso y la pluma pasa por él muy deprisa; el segundo es que aquí en casa he descubierto un espléndido vino de Oporto del que he abierto una botella y ya me he bebido la mitad. El tercer motivo es que sólo hay dos motivos, y por lo tanto no hay ningún tercer motivo (Álvaro de Campos, ingeniero).
¿Cuándo podremos encontrarnos a solas en cualquier parte, amor mío? Siento la boca muy extraña, sabes, por no recibir besitos desde hace tanto tiempo… ¡Mi Bebé para sentar en el regazo! ¡Mi Bebé para darle mordiscos! Mi Bebé para… (y después mi bebé es malo y me pega…). Yo te llamé «cuerpito de tentación», y lo sigues siendo, pero lejos de mí.
Ven aquí, Bebé; ven a los brazos de tu Nininho; pon tu boquita contra la boca de tu Nininho… Ven… Estoy tan solo, tan sólo de besitos.…
Quien pudiera tener la seguridad de que sientes verdaderas saudades de mí. Por lo menos, eso sería un consuelo… Pero tú, si cabe, piensas menos en mí que en el muchacho del galanteo y en D.A.F. y en el contable de C.D.&C. ¡¡¡¡¡Mala, mala, mala, mala, mala…!!!!!
Azotes es lo que tú necesitas.
Adiós; voy a echarme dentro de un cubo cabeza abajo para que mi espíritu descanse. Así es como hacen todos los grandes hombres, al menos cuando tienen: 1.º espíritu; 2.º cabeza; 3.º cubo donde meter la cabeza.
Un solo beso que dure todo el tiempo que dure el mundo, de tu, siempre muy tuyo,
Fernando (Nininho)