3

19 de marzo de 1920, a las 4 de la madrugada

Amor mío, mi querido Bebé:

Son casi las 4 de la madrugada; a pesar de tener el cuerpo dolorido y ávido de reposo, he renunciado definitivamente a dormir. Hace tres noches que me sucede, pero ésta, sin embargo, fue una de las más horribles que he pasado en mi vida. Afortunadamente para ti, mi amor, no puedes imaginártelo. No sólo ha sido la angina y la estúpida obligación de escupir cada dos minutos lo que me desvelaba. También, a pesar de no tener fiebre, deliraba, sentía enloquecer, tenía ganas de gritar, de gemir en voz alta, de otras mil cosas disparatadas. Y todo esto no era sólo a causa del malestar provocado por la enfermedad, sino también porque estuve todo el día de ayer impaciente con cosas que se están atrasando, cosas relativas a la llegada de mi familia; encima recibí por medio de mi primo, que vino a las siete y media, una serie de noticias desagradables que no vale la penar mencionar aquí, pues felizmente, amor mío, no se refieren a ti.

Además, caer enfermo justo ahora, cuando tengo tantos asuntos urgentes que resolver, asuntos que no puedo delegar en otras personas.

¿Ves, mi Bebé adorado, cuál es el estado de ánimo en que he vivido estos días, estos dos últimos sobre todo? No imaginas las saudades locas, constantes que he tenido de ti. Tu ausencia, aunque sólo sea de un día para otro, siempre me vence: ¡cuánto más lo he sentido al no verte los últimos tres días!

Dime una cosa, amor mío: ¿por qué te muestras tan abatida y tan triste en tu segunda carta, la que me enviaste ayer por Osorio? Entiendo que también hayas sentido saudades, pero dejaste ver tal nerviosismo, tristeza y abatimiento, que fue un inmenso dolor leer tu cartita y comprender que sufrías. ¿Qué te sucedió, amor, además de hallarnos separados? ¿Te ha sucedido algo peor? ¿Por qué hablas de mi amor en un tono tan desesperado, como dudando de él, cuando no tienes razón alguna para ello?

Estoy totalmente solo, puede decirse, pues aquí la gente de la casa, que me ha tratado en verdad muy bien, lo hace todo por obligación, y sólo me trae caldo, leche o alguna medicina durante el día, pero no me hace, ni era de esperar, compañía alguna. Y así, a estas horas de la noche, me figuro estar en un desierto; tengo sed y no tengo a nadie que me dé algo de beber; estoy medio loco por la soledad y no tengo a nadie que vele mientras intento dormir.

Tengo mucho frío, voy a echarme en la cama para fingir que descanso. No sé cuándo te enviaré esta carta o si todavía añadiré algo más.

¡Ay, amor mío, Bebé mío, muñequita mía, quién pudiera tenerte aquí! Muchos, muchos, muchos, muchos, muchos besos de tu, siempre tuyo,

Fernando

*

19 de marzo de 1920, a las 9 de la mañana

Mi querido amorcito:

Parece que escribirte lo anterior ha sido remedio santo. Fui enseguida a acostarme, sin esperanza alguna de dormir, y sin embargo he podido dormir tres o cuatro horas seguidas, poca cosa, pero no imaginas la diferencia que ha supuesto para mÍ. Me siento mucho más aliviado y, aunque la garganta todavía me arda y esté hinchada, el hecho de que el estado general haya mejorado, significa, creo, que la enfermedad va cediendo.

Si la mejoría se acentuase rápidamente, tal vez hoy mismo vuelva a la oficina, pero sin quedarme mucho tiempo; en ese caso yo mismo te entregaría esta carta.

Ojalá pueda ir; tengo que tratar ciertos asuntos urgentes, que sólo puedo resolver allí, en la oficina; desde aquí sería imposible.

Adiós, mi angelito bebé. Te cubre de besos llenos de saudade tu siempre, siempre tuyo,

Fernando

Cartas a Ophélia
cubierta.xhtml
sinopsis.xhtml
titulo.xhtml
info.xhtml
imagen01.xhtml
imagen02.xhtml
Seccion001.xhtml
Seccion002.xhtml
Seccion003.xhtml
Seccion004.xhtml
Seccion005.xhtml
Seccion006.xhtml
Seccion007.xhtml
Seccion008.xhtml
Seccion009.xhtml
Seccion010.xhtml
Seccion011.xhtml
Seccion012.xhtml
Seccion013.xhtml
Seccion014.xhtml
Seccion015.xhtml
Seccion016.xhtml
Seccion017.xhtml
Seccion018.xhtml
Seccion019.xhtml
Seccion020.xhtml
Seccion021.xhtml
Seccion022.xhtml
Seccion023.xhtml
Seccion024.xhtml
Seccion025.xhtml
Seccion026.xhtml
Seccion027.xhtml
Seccion028.xhtml
Seccion029.xhtml
Seccion030.xhtml
Seccion031.xhtml
Seccion032.xhtml
Seccion033.xhtml
Seccion034.xhtml
Seccion035.xhtml
Seccion036.xhtml
Seccion037.xhtml
Seccion038.xhtml
Seccion039.xhtml
Seccion040.xhtml
Seccion041.xhtml
Seccion042.xhtml
Seccion043.xhtml
Seccion044.xhtml
Seccion045.xhtml
Seccion046.xhtml
Seccion047.xhtml
Seccion048.xhtml
Seccion049.xhtml
Seccion050.xhtml
Seccion051.xhtml
Seccion052.xhtml
Seccion053.xhtml
Seccion054.xhtml
Seccion055.xhtml
Seccion056.xhtml
Seccion057.xhtml
Seccion058.xhtml
Seccion059.xhtml
Seccion060.xhtml
Seccion061.xhtml
Seccion062.xhtml
Seccion063.xhtml
Seccion064.xhtml
Seccion065.xhtml
Seccion066.xhtml
Seccion067.xhtml
Seccion068.xhtml
Seccion069.xhtml
Seccion070.xhtml
Seccion071.xhtml
Seccion072.xhtml
Seccion073.xhtml
Seccion074.xhtml
Seccion075.xhtml
Seccion076.xhtml
Seccion077.xhtml
Seccion078.xhtml
Seccion079.xhtml
Seccion080.xhtml
Seccion081.xhtml
Seccion082.xhtml
Seccion083.xhtml
Seccion084.xhtml
Seccion085.xhtml
Seccion086.xhtml
Seccion087.xhtml
Seccion088.xhtml
Seccion089.xhtml
Seccion090.xhtml
Seccion091.xhtml
Seccion092.xhtml
Seccion093.xhtml
Seccion094.xhtml
Seccion095.xhtml
Seccion096.xhtml
Seccion097.xhtml
Seccion098.xhtml
Seccion099.xhtml
Seccion100.xhtml
Seccion101.xhtml
Seccion102.xhtml
Seccion103.xhtml
Seccion104.xhtml
Seccion105.xhtml
Seccion106.xhtml
Seccion107.xhtml
Seccion108.xhtml
Seccion109.xhtml
Seccion110.xhtml
Seccion111.xhtml
Seccion112.xhtml
Seccion113.xhtml
Seccion114.xhtml
Seccion115.xhtml
Seccion116.xhtml
Seccion117.xhtml
Seccion118.xhtml
Seccion119.xhtml
Final.xhtml
autor.xhtml
autor2.xhtml
notas.xhtml