22

Segunda carta, 28 de mayo de 1920

Querido pequeño Bebé del Ibis:

La carta que recién te escribí y que ya despaché en el correo no contiene, como ya te he dicho al final de ella, todo lo que te quería decir. El caso es que, cuando ya iba casi por el final (por suerte no fue antes) apareció mi primo por el Café Arcada, donde yo estaba escribiendo, y donde también estoy escribiendo ahora. Tuve que interrumpir la carta y me quedé irritado, no contra él, por supuesto, que estaba lejos de tener la culpa (incluso había quedado en ir a esa hora, a las seis), sino contra el Destino, que dispuso así de mal las cosas.

Como te digo en esa carta, tenía que estar de vuelta en la Baixa a las nueve. Pues, con el retraso de mi primo al conversar conmigo, se hicieron las siete menos cuarto; se marchó, acabé de prisa tu carta, la eché en el correo… y sólo entonces recordé que aún tenía que afeitarme.

Resultado: no tengo tiempo de ir a cenar a casa y estar de vuelta en la Baixa a las nueve. Por eso he vuelto al Café Arcada a comer algo.

Mi pequeño Bebé: lo que quería decirte en la otra carta, y no tuve tiempo, pero que te digo ahora, es lo siguiente, y te pido que aprendas bien la lección y, si me amas, que escuches este consejo:

El Destino es como una persona y deja de molestarnos si mostramos que no nos importa lo que nos haga. Por eso, tú debes tener la fuerza de pensar sólo en esto: quiero a Fernando, nada más.

Al muchacho, y a lo que él dice, trátalos con desprecio, pero con desprecio auténtico y verdadero: no pienses en él. ¿Te parece difícil? No me extraña, porque eres muy joven; ahora bien, ¿no serías capaz, si yo te lo pido, de concentrar tu espíritu en una actitud de indiferencia hacia todo cuanto no sea tu Nininho? Si no puedes hacer esto es porque todavía no sabes amar.

Lo sé bien: te importunan por todas partes, te molestan, te cansan. Ocúpate de ti misma (¿entiendes?) y no te fijes en nada de eso.

¿Me quieres a mí, al Ibis, al Nininho?

Soy muy nervioso, pero tengo ya el espíritu educado hasta el punto de aceptar con sangre fría lo peor y lo más complicado. Si tuviese diez años menos —¿qué digo?, dos años menos—, hubiera quedado muy confundido con lo que me contaste.

Me quedé fastidiado por ti, pero en cuanto a no imaginas lo calmo y tranquilo que estoy. Te quiero inmensamente, Bebé, créeme; esto no quiere decir que no te ame, quiere decir en todo caso que sólo le doy importancia a ti y a mí, lo demás no me importa.

¿Eres capaz de hacerme un favor? Procura estar tranquila, sentir desprecio, indiferencia. De otro modo le estarás proporcionando al muchacho un placer inmenso. Mira: de mí no saca placer alguno…

Mañana debo verte. Lo natural es que vaya a conversar contigo a Belem durante la hora del almuerzo, un poco después del mediodía. Procuraré estar en Santos a la hora de tu partida para ponernos de acuerdo.

No lo imaginas: siento una verdadera alegría. Es que me estorban, y no me disgusta que me estorben si puedo evitar los obstáculos.

¡Sécate las lágrimas, Bebé malo! ¡Hoy tienes de tu parte a mi viejo amigo Alvaro de Campos, quien por lo general siempre ha estado solo en contra tuya! Sólo vale la pena lo que se consigue con esfuerzo.

Mil besitos, besos y abrazos-corazones de tu, siempre tuyo,

Fernando

P.S.: Puede pasar que, por alguna razón contraria a mi voluntad, no pueda ir por la mañana. En ese caso, espérame en Belem pasado el mediodía. Acecha mi llegada y sube para hablarme. No es probable que tu padre esté, ¿verdad? En cuanto al muchacho, puede venir si quiere, no tiene importancia. F.

Cartas a Ophélia
cubierta.xhtml
sinopsis.xhtml
titulo.xhtml
info.xhtml
imagen01.xhtml
imagen02.xhtml
Seccion001.xhtml
Seccion002.xhtml
Seccion003.xhtml
Seccion004.xhtml
Seccion005.xhtml
Seccion006.xhtml
Seccion007.xhtml
Seccion008.xhtml
Seccion009.xhtml
Seccion010.xhtml
Seccion011.xhtml
Seccion012.xhtml
Seccion013.xhtml
Seccion014.xhtml
Seccion015.xhtml
Seccion016.xhtml
Seccion017.xhtml
Seccion018.xhtml
Seccion019.xhtml
Seccion020.xhtml
Seccion021.xhtml
Seccion022.xhtml
Seccion023.xhtml
Seccion024.xhtml
Seccion025.xhtml
Seccion026.xhtml
Seccion027.xhtml
Seccion028.xhtml
Seccion029.xhtml
Seccion030.xhtml
Seccion031.xhtml
Seccion032.xhtml
Seccion033.xhtml
Seccion034.xhtml
Seccion035.xhtml
Seccion036.xhtml
Seccion037.xhtml
Seccion038.xhtml
Seccion039.xhtml
Seccion040.xhtml
Seccion041.xhtml
Seccion042.xhtml
Seccion043.xhtml
Seccion044.xhtml
Seccion045.xhtml
Seccion046.xhtml
Seccion047.xhtml
Seccion048.xhtml
Seccion049.xhtml
Seccion050.xhtml
Seccion051.xhtml
Seccion052.xhtml
Seccion053.xhtml
Seccion054.xhtml
Seccion055.xhtml
Seccion056.xhtml
Seccion057.xhtml
Seccion058.xhtml
Seccion059.xhtml
Seccion060.xhtml
Seccion061.xhtml
Seccion062.xhtml
Seccion063.xhtml
Seccion064.xhtml
Seccion065.xhtml
Seccion066.xhtml
Seccion067.xhtml
Seccion068.xhtml
Seccion069.xhtml
Seccion070.xhtml
Seccion071.xhtml
Seccion072.xhtml
Seccion073.xhtml
Seccion074.xhtml
Seccion075.xhtml
Seccion076.xhtml
Seccion077.xhtml
Seccion078.xhtml
Seccion079.xhtml
Seccion080.xhtml
Seccion081.xhtml
Seccion082.xhtml
Seccion083.xhtml
Seccion084.xhtml
Seccion085.xhtml
Seccion086.xhtml
Seccion087.xhtml
Seccion088.xhtml
Seccion089.xhtml
Seccion090.xhtml
Seccion091.xhtml
Seccion092.xhtml
Seccion093.xhtml
Seccion094.xhtml
Seccion095.xhtml
Seccion096.xhtml
Seccion097.xhtml
Seccion098.xhtml
Seccion099.xhtml
Seccion100.xhtml
Seccion101.xhtml
Seccion102.xhtml
Seccion103.xhtml
Seccion104.xhtml
Seccion105.xhtml
Seccion106.xhtml
Seccion107.xhtml
Seccion108.xhtml
Seccion109.xhtml
Seccion110.xhtml
Seccion111.xhtml
Seccion112.xhtml
Seccion113.xhtml
Seccion114.xhtml
Seccion115.xhtml
Seccion116.xhtml
Seccion117.xhtml
Seccion118.xhtml
Seccion119.xhtml
Final.xhtml
autor.xhtml
autor2.xhtml
notas.xhtml