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25 de marzo de 1920
Mi querido y pequeño amor:
Hoy estuve todo el día de acá para allá y no he tenido un lugar donde estar; quiero decir, he andado sin parar del Martinho da Arcada al Martinho del Largo de Camões, y viceversa, todo el día. Es algo muy agotador, además de ser dispendioso para quien ya no tiene la costumbre, y por lo tanto no tiene el gusto, de andar haciendo vida de café.
Vamos a ver cómo organizo mi vida para evitar semejantes paseos. Y todo esto por culpa de la firma Felix, Valladas y Freitas; visto que Valladas evidentemente no me quiere allí, y la casa es en parte suya, y mi primo no tiene arrestos para imponerse o, por lo menos, para oponerse. En fin, ya te expliqué cómo son las cosas…
Espero poder darle esta carta a Osorio para que te la entregue hoy. Ojalá que no haya complicaciones.
Dime, Ophelinha, ¿no habrá manera de encontrar un lugar y una hora para vernos alguno de estos días, de modo que podamos charlar un poco más que el cuarto de hora que lleva ir del camino del Corpo Santo a casa de tu hermana?
Mañana, cuando nos encontremos a la hora de costumbre, fíjate si puedes decirme algo al respecto.
Sigo cansado, pero ahora es el cansancio estúpido de no haber hecho nada en todo el día. Quiero decir: no perdí el día pues mantuve una larga e importante conversación (sobre negocios) con un amigo mío. Pero estoy cansado y no pude hacer (casi) nada de lo que debía hacer.