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11 de junio de 1920
Mi pequeño Bebé querido:
¿Entonces mi Bebé no se quedó ayer disgustado con Ibis? ¿Encontró a Ibis cariñoso y digno de sitos? Menos mal, porque a Ibis no le gusta que Nininha se quede enfadada o triste con él, pues a Ibis, al igual que a Álvaro de Campos, le gusta mucho, mucho su pequeño Bebé.
Mira, Nininha: hoy estoy muy hastiado; no es exactamente mal humor, sino sólo lo que se dice hastiado. Hoy me sentiría mucho mejor si pudiese ir a ver enseguida a Nininha y bajar con ella desde Belem, sin Álvaro de Campos; pues a ella, naturalmente, no le gustaría que se presentara ese distinguido ingeniero.
Nininha del Ibis, estoy muy hastiado, principalmente porque cierta cosa de mi vida, todo lo que llevo preparado y estudiado para una empresa (e incluso más de una), va con mucho retraso. No digo que esté saliendo mal. Es sólo que no sale, ni de una manera ni de otra, ni mal ni bien.
Por otra parte, entre los amigos que frecuento, y a quienes esta empresa, o estas empresas, interesarían tanto como a mí, no encuentro apoyo alguno. Quiero decir que no encuentro ninguna voluntad de conjugar sus esfuerzos con los míos para hacer realidad esas ideas. Por lo general pretenden que yo lo haga todo, que yo, luego de tener las ideas y de explicar cómo deben organizarse, me ocupe también de conseguir el capital y realizar todo lo necesario para poner en marcha el proyecto. Luego, ellos se presentarían para obtener puestos en la empresa, lo que resulta ciertamente muy cómodo pero no supone una gran camaradería.
En realidad, en estas cosas, cada uno debería tener asignado su papel. Yo, con la organización de la idea y con los estudios para el desarrollo de la empresa, he cumplido mi papel; y no he hecho poco, pues se trata de lo principal: organizar las bases para el trabajo. Quieren que yo haga también el resto; y eso es pretender que el mismo individuo, haga en una oficina de jefe, contable, mecanógrafo y recadero.
No sé si estas cosas te interesan, hijita. Si te las cuento es, en cierto modo, para desahogar un poco mi malestar. Naturalmente, te molesto con todo esto pero, a fin de cuentas, son cosas que siempre tienen algo que ver con tu futuro, pues tiene que ver con el mío.
Con esto no quiero decir que esté en eso que se llama una situación angustiosa. No: quien tiene casa y familia no puede estar en una situación semejante. El mal está en sentir la vida inmóvil y está en relación con el futuro más que con el presente o, mejor dicho, sólo con el presente en relación con el futuro.
Sé que esta situación se resolverá, y sé, tan claramente como aquel hombre de las cartas que me pronosticó un futuro próspero, que dicho futuro se hará realidad (sino plenamente al menos con una relativa prosperidad) en no mucho tiempo.
Sin embargo hay momentos y días en que me desanimo; hoy es uno de esos días, y éste es uno de esos momentos.
Hoy, en verdad, tenía unas ganas inmensas de hablar contigo, no para fastidiarte con estas cosas, sino para verte y, estando junto a ti, sentirme más tranquilo.
En fin, pequeño amor, sucederá mañana. Allí estaré hacia las seis.
Muchos y muchos besos de tu cada vez más tuyo,
Fernando