"Bueno, a lo mejor Ted ya lo oyó
antes... Espero que la mayoría de los filósofos
tengan...
"De todos modos, dale mis saludos... ¡y no, repito, no entres en discusiones con él! "Cariños y lo mejor desde la torre África. TRANSCRIBIR. ALMACENAR.
TRANSMITIR — POOLE
16 - La mesa del capitán
La llegada de tan distinguido pasajero había ocasionado una cierta perturbación en el cerrado mundillo de la Goliath, pero la tripulación se adaptó a eso de buen humor. Todos los días, a las 18:00, todo el personal se reunía para cenar en el comedor de oficiales que, en condiciones de gravedad cero, podía admitir con comodidad hasta treinta personas, como mínimo, si se distribuían de manera uniforme a lo largo de las paredes. Sin embargo, la mayor parte del tiempo los sectores de trabajo de la nave se mantenían con gravedad lunar, por lo que había un piso innegable... y más de ocho cuerpos constituían una multitud.
La mesa semicircular, que se desplegaba en torno de la cocina automática a la hora de las comidas, admitía exactamente la tripulación completa de siete personas, con el capitán sentado en el sitio de honor. Una persona de más producía problemas tan insuperables que ahora, en todas las comidas, alguien tenía que tomar la suya a solas. Después de mucho debate hecho sin mala intención, se decidió hacer la elección según el orden alfabético, pero no del nombre propio, que apenas si se usaba, sino del apodo: "Bulones" (ingeniería estructural); "Cables" (computadoras y comunicaciones); "Contra" (contramaestre); "Estrellas" (órbitas y navegación); "Prop" (propulsión y energía); y "Vida" (sistemas médicos y de mantenimiento fisiológico). Durante el viaje de diez días, mientras escuchaba los relatos, bromas y quejas de sus compañeros temporarios, Poole aprendió más sobre el Sistema Solar que durante sus meses en la Tierra. Era evidente que todos los que iban a bordo estaban encantados de tener a alguien nuevo, y quizás ingenuo, que los escuchara como interesado público de una sola persona, pero a Poole era raro que lo engañaran las narraciones más imaginativas que sus compañeros le contaban. No obstante, a veces resultaba difícil saber dónde estaba el límite. Nadie creía realmente en el Asteroide de Oro, al que, en general, se consideraba como un engaño del siglo XXIV. ¿Pero qué ocurría con los plasmoides de Mercurio, sobre los que había informado una docena, por lo menos, de testigos confiables durante los últimos quinientos años?
La explicación más sencilla era que se relacionaban con los relámpagos esféricos, responsables de tantos informes sobre "Objetos Voladores No Identificados" en la Tierra y Marte. Pero algunos observadores juraban que habían mostrado intencionalidad, hasta curiosidad, cuando se los encontraba de cerca. Tonterías, respondían los escépticos, ¡nada más que atracción electroestática! Inevitablemente, eso llevó a discusiones sobre vida en el universo, y Poole se encontró, y no por primera vez, defendiendo su propia era contra los extremos de credulidad y escepticismo que había tenido. Si bien la manía sobre "los extraterrícolas están entre nosotros" ya se había aquietado cuando Poole era niño, todavía en fecha tan posterior como la década de 2020, a la Agencia Espacial la seguían importunando lunáticos que afirmaban que habían hecho contacto con, o que habían sido secuestrados por, visitantes de otros mundos. Sus alucinaciones eran reforzadas por una sensacional explotación por parte de los medios de prensa, y, más tarde, en la bibliografía médica se preservó el síndrome con la denominación de "Enfermedad de Adamski".
tengan...
"De todos modos, dale mis saludos... ¡y no, repito, no entres en discusiones con él! "Cariños y lo mejor desde la torre África. TRANSCRIBIR. ALMACENAR.
TRANSMITIR — POOLE
16 - La mesa del capitán
La llegada de tan distinguido pasajero había ocasionado una cierta perturbación en el cerrado mundillo de la Goliath, pero la tripulación se adaptó a eso de buen humor. Todos los días, a las 18:00, todo el personal se reunía para cenar en el comedor de oficiales que, en condiciones de gravedad cero, podía admitir con comodidad hasta treinta personas, como mínimo, si se distribuían de manera uniforme a lo largo de las paredes. Sin embargo, la mayor parte del tiempo los sectores de trabajo de la nave se mantenían con gravedad lunar, por lo que había un piso innegable... y más de ocho cuerpos constituían una multitud.
La mesa semicircular, que se desplegaba en torno de la cocina automática a la hora de las comidas, admitía exactamente la tripulación completa de siete personas, con el capitán sentado en el sitio de honor. Una persona de más producía problemas tan insuperables que ahora, en todas las comidas, alguien tenía que tomar la suya a solas. Después de mucho debate hecho sin mala intención, se decidió hacer la elección según el orden alfabético, pero no del nombre propio, que apenas si se usaba, sino del apodo: "Bulones" (ingeniería estructural); "Cables" (computadoras y comunicaciones); "Contra" (contramaestre); "Estrellas" (órbitas y navegación); "Prop" (propulsión y energía); y "Vida" (sistemas médicos y de mantenimiento fisiológico). Durante el viaje de diez días, mientras escuchaba los relatos, bromas y quejas de sus compañeros temporarios, Poole aprendió más sobre el Sistema Solar que durante sus meses en la Tierra. Era evidente que todos los que iban a bordo estaban encantados de tener a alguien nuevo, y quizás ingenuo, que los escuchara como interesado público de una sola persona, pero a Poole era raro que lo engañaran las narraciones más imaginativas que sus compañeros le contaban. No obstante, a veces resultaba difícil saber dónde estaba el límite. Nadie creía realmente en el Asteroide de Oro, al que, en general, se consideraba como un engaño del siglo XXIV. ¿Pero qué ocurría con los plasmoides de Mercurio, sobre los que había informado una docena, por lo menos, de testigos confiables durante los últimos quinientos años?
La explicación más sencilla era que se relacionaban con los relámpagos esféricos, responsables de tantos informes sobre "Objetos Voladores No Identificados" en la Tierra y Marte. Pero algunos observadores juraban que habían mostrado intencionalidad, hasta curiosidad, cuando se los encontraba de cerca. Tonterías, respondían los escépticos, ¡nada más que atracción electroestática! Inevitablemente, eso llevó a discusiones sobre vida en el universo, y Poole se encontró, y no por primera vez, defendiendo su propia era contra los extremos de credulidad y escepticismo que había tenido. Si bien la manía sobre "los extraterrícolas están entre nosotros" ya se había aquietado cuando Poole era niño, todavía en fecha tan posterior como la década de 2020, a la Agencia Espacial la seguían importunando lunáticos que afirmaban que habían hecho contacto con, o que habían sido secuestrados por, visitantes de otros mundos. Sus alucinaciones eran reforzadas por una sensacional explotación por parte de los medios de prensa, y, más tarde, en la bibliografía médica se preservó el síndrome con la denominación de "Enfermedad de Adamski".