estoy un poco herido por el hecho de que no hiciera el menor intento por ponerse en
contacto conmigo... pero, por lo menos, puso el tapete que decía ¡Bienvenido! cuando llegué...
"Dim, todavía me quedan cuarenta y ocho horas antes que el Falcon parta, ¡conmigo o sin mí!: no creo que vaya a necesitarlas, ahora que hice contacto con Halman, ya que nos podemos comunicar con igual facilidad desde Anubis... si es que él desea hacerlo. "Y estoy ansioso por volver al Granomedes: el Falcon es una excelente nave espacial, pero se le podría mejorar el sistema sanitario: aquí adentro ya está empezando a heder, y mi picazón está pidiendo una ducha.
"Espero con ansia el reencuentro con ustedes y, en especial, con Ted Khan. Tenemos mucho de qué hablar, antes que yo regrese a la Tierra. ALMACENAR TRASMITIR V - Terminación
El esfuerzo de todo lo que es
No ayuda a la culpa primordial;
Llueve en los mares,
y aun así los mares son de sal.
A. E. HOUSMAN
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32 - Un caballero ocioso
En total, habían sido tres décadas interesantes, pero sin rasgos destacados, señalados por las alegrías y las tristezas que el tiempo y el destino le traen a toda la humanidad. La más grande de esas alegrías fue del todo inesperada; de hecho, antes de abandonar la Tierra en pos de Ganimedes, Poole habría desechado la idea, al considerarla lisa y llanamente descabellada.
Hay mucho de cierto en el refrán que dice que la ausencia ablanda el corazón: cuando Poole e Indra Wallace volvieron a encontrarse descubrieron que, a pesar de las bromas y de los ocasionales desacuerdos entre ellos, estaban mucho más cerca el uno del otro de lo que habían imaginado. Una cosa condujo a la otra... entre ellas, para su mutua alegría, a Dawn Wallace y a Martin Poole.
Era bastante tarde en la vida para comenzar una familia, y eso sin considerar en absoluto el pequeño detalle de los mil años, y el profesor Anderson les había advertido que podría ser imposible. O, aun peor... —Tuviste suerte en muchos más aspectos de los que puedas darte cuenta —le dijo a Poole— los daños producidos por la radiación fueron sorprendentemente escasos y pudimos hacer todas las reparaciones necesarias a partir del ADN que te quedó intacto. Pero hasta que te hagamos más pruebas, no puedo prometerte la integridad genética. Así que diviértanse... pero no inicien una familia hasta que les dé el visto bueno. Los exámenes tomaron mucho tiempo y, tal como Anderson había temido, era preciso hacer más reparaciones. Hubo un revés grave, algo que nunca pudo haber vivido, aun si se le hubiera permitido ir más allá de las primeras semanas después de la concepción, pero Martin y Dawn eran perfectos, con la cantidad exacta de cabezas, brazos y piernas. También eran hermosos e inteligentes, y a duras penas escaparon de ser malcriados por sus excesivamente afectuosos padres, que siguieron siendo amigos de lo mejor cuando, después de quince años, cada uno optó por volver a ser independiente. Debido a su Calificación de Logros Sociales, se les habría permitido —más aún, alentado— a tener otro hijo, pero decidieron no sobrecargar su ya asombrosa buena suerte.