JUEVES, 7 DE JUNIO DE 1945

Hoy, la máquina de caminar tiene día de descanso. Esta mañana temprano hice cola en la verdulería por una calabaza. Por desgracia, resultó estar muy salada y no me la pude comer. Por suerte me dieron dos bandejas de verdura seca, llamadas «alambrada», y una buena bolsa de patatas secas. Además arranqué bastantes matas de ortigas en los jardines de las casas en ruinas. Para esta aristocrática ocasión utilicé los guantes de piel de lija que salvé de mi equipaje en el refugio antiaéreo. Me comí aquella verdura con ansia, me bebí también todo el caldo de la cocción. Me sentí reavivada de verdad.

Luego hice mis cálculos. Mi regla lleva más de dos semanas de retraso. Así que puse rumbo siete casas más allá, donde cuelga el letrero de la consulta de una doctora, a pesar de no haber estado nunca allí, ni de saber si había comenzado de nuevo a visitar. Me encontré en la consulta a una mujer rubia, no mucho mayor que yo, que oficia en un cuarto con mucha corriente de aire. En lugar de cristales ha colocado en los marcos de las ventanas viejas radiografías de cajas torácicas. No quiso comentar nada sino que fue directamente al grano. «No», dijo después de la revisión, «no se aprecia nada. Está todo en orden».

«Pero se me está retrasando mucho. Y nunca me había sucedido».

«No sabe usted a cuántas les está sucediendo lo mismo. A mí también se me está retrasando, por ejemplo. Es debido a la alimentación. El cuerpo ahorra en hemorragias. Trate de conseguir más comida. Y verá entonces cómo se le regula enseguida».

Pidió 10 marcos. Se los di con remordimientos. ¿Adónde va a ir con tanto dinero? Al final me atreví a preguntarle si iban a su consulta, pidiendo ayuda, las mujeres realmente embarazadas por los rusos.

«De eso mejor no hablar», dijo ella con acritud y despidiéndome.

Tarde tranquila, toda para mí. Entran ráfagas de viento por los marcos vacíos de las ventanas arremolinando el polvo en la habitación. ¿Adónde iré si un día regresa el propietario del piso? Una cosa está clara de todas formas. Sin mi presencia en la buhardilla, los tejadores y otros paisanos habrían desvalijado ya hace mucho la vivienda. Los muebles ajenos parece que calientan mejor que los propios.