PRÓLOGO A LA PRIMERA EDICIÓN, DE 1954

La autora escribió estos apuntes con letra muy menuda en tres cuadernos escolares entre el 20 de abril y el 22 de junio de 1945. A partir de julio de 1945 pasó estos cuadernos a máquina para una persona muy vinculada a ella. En ese proceso, las palabras fueron convirtiéndose en frases. Los esbozos fueron cobrando sentido, se añadieron recuerdos. Los garabatos sobre trozos sueltos de papel fueron encontrando su sitio en el lugar correspondiente. Surgieron así 121 páginas mecanografiadas sobre aquel papel gris de la guerra con apenas separación entre líneas. Años después llegaron éstas a ojos de algunos conocidos de la autora, entre ellos el escritor Kurt W. Marek (C. W. Ceram), quien consideró que aquello iba más allá de las vivencias personales y representaba el documento de una época. Puso el texto en manos de un editor de Nueva York. Éste publicó una traducción en otoño de 1954. En el verano de 1955 siguió la edición británica. Desde entonces aparecieron traducciones en sueco, noruego y holandés, en danés e italiano, en japonés y español, en francés y en finlandés.

La comprensiva acogida de su informe en tantos países unido a su confianza en la fuerza curativa del tiempo transcurrido desde aquel entonces, convencieron a la escritora para dar su visto bueno a una edición en lengua alemana. Por pura discreción se modificaron o camuflaron todos los nombres propios y gran cantidad de detalles contenidos en el manuscrito. Que la escritora desee permanecer en el anonimato es algo que cualquier lector comprenderá sin más. De todos modos, su protagonismo es circunstancial, porque lo que se ilustra aquí no es ningún caso concreto de interés, sino el gris destino compartido por innumerables mujeres. Sin su declaración, la crónica de nuestra época, escrita hasta la fecha casi exclusivamente por varones, sería parcial e incompleta.