II

Antes

—Por favor —susurró ella, y el sonido de su propia voz la hizo estremecer—. Por favor, puede… Por favor no vuelva a hacerme daño.

La asaltó el llanto. Su cuerpo se tensó, el dolor la llevó a gritar, pero asustada, calló.

Un jadeo. Muy cerca, junto a su oído. Un susurro, tan tenue que casi no pudo distinguir las palabras, tan aterrador que la dejó paralizada.

—Capítulo uno.