EL SEGUNDO ESTADO DEL UNIVERSO
He adquirido la certeza de que existe, no un universo paralelo al nuestro, sino un «segundo estado del Universo». Este segundo estado del Universo está regido por una ley que, en lenguaje corriente, podría ser expresada así: el universo, tal como nosotros lo conocemos, no es más que el reflejo coagulado, el residuo empobrecido, el cadáver descarnado de un universo total en combinaciones abstractas, potenciales, infinitas, constantes, simultáneas y eternas. Es decir, donde el espacio ejerce permanentemente la totalidad de la energía que contiene, y donde el tiempo ya no existe.
Es esta verdad la que está contenida en el folio 301 de la Edición Aramea de Mantua que cita el texto del Rabino Eleazar.
Es altamente verosímil pensar que, por accidente, y varias veces por siglo, se formen en nuestro mundo breves reflejos (cuya duración varía, según intensidad, de una millonésima de segundos a un millar de minutos) que provocan, pese al principio de causalidad que conocemos, una generación espontánea de consecuencias sin causa. Como inexplicables nudos de azar, cortocircuitos de destino, destellos de absurdo que vienen a romper el encadenamiento determinista. Puede que la vida haya nacido de uno de estos «reflejos», de uno de esos «relámpagos», si usted prefiere. Tal vez sea esto también el caso de lo que se llama amor.
TODA LA ASTROLOGÍA NO ES MÁS QUE LA COMPROBACIÓN SUMARIA DE ESTE FENÓMENO UNIVERSAL
Ahora que esto ha quedado establecido, he aquí la verdad de lo ocurrido con Kristina Eriksen, en la noche del lunes 7 al martes 8 de febrero último. Y no en la del domingo 6 al lunes 7.
Creo que de hecho, durante una duración de 1440 minutos, es decir exactamente 24 horas, ella y yo salimos del tiempo. No del tiempo terrestre, por supuesto, ni siquiera galáctico, sino del tiempo que conoce el Universo en su estado primario.
Pienso realmente que durante 1440 de nuestros minutos, Kristina y yo fuimos aspirados al «no-tiempo». He aquí porqué, hasta que mis ecuaciones me han conducido hasta la evidencia, no he guardado ningún recuerdo de lo que me ocurrió entre el lunes a las 18 horas y el martes a las 18 horas. He aquí también porqué ella fue vista y fotografiada -es usted mismo quien me lo señaló— después de la hora teórica de su muerte.
Volvamos al lunes a las dieciocho horas.
Mientras copiaba la nota de Eleazar para ella, Miss Eriksen me telefoneó para decirme que pasaría a buscarme en coche.
Llegó en el momento exacto, y subí en el 404.
Le pregunté:
- ¿Dónde quiere que vayamos a cenar, Kristina? No conozco París, y menos sus restaurantes. Por otro lado, tenemos tantas cosas que decirnos que un rincón tranquilo tal vez fuera mejor que todo...
Ella me cortó la palabra.
- Doctor Cabanel -me dijo—, ¿le interesa ver una muestra del Universo en su «estado dos»?
Al principio creí que estaba bromeando.
- No irá a hacerme creer que ha conseguido aislar un «pedazo» del Universo dos en su laboratorio. En las condiciones actuales, ningún campo magnético sería lo suficientemente potente como para permitir el éxito de esta experiencia.
Ella me miró.
- ¿Por qué aislar un pedazo? Es mucho más fácil observar un reflejo de él.
- No veo cómo.
- ¿Está dispuesto a todo, doctor Cabanel, para saber lo que ocurre cuando se suprime la materia?
Respondí, con una enorme emoción:
- ¡Por supuesto: sí!
- Entonces venga conmigo.
- ¿Dónde?
- ¡Al otro lado!
- ¿Cuándo volveremos?
- Al final de la noche.
- ¡Vamos pues!
¿Dónde íbamos? ¿Al infierno?
¡No!
El infierno es el lugar al cual he vuelto, y desde donde le escribo.
No estoy hablando de la prisión de los hombres. Le hablo de la prisión del mundo.