AL PRINCIPIO, UN CRIMEN TRIVIAL

Primero, los hechos. En un apartadero de la estación reguladora de Villeneuve Saint-Georges, se halla estacionado desde el lunes 7 de febrero, a las doce treinta horas, el vagón-cama número nueve. Este vagón fue separado a las nueve veinticinco horas, en la estación de Lyon, del expreso 704, llegado un cuarto de hora antes a París proveniente de Montpellier, vía Macón y Lyon.

Motivo: la sección de mantenimiento de material observó, durante la parada en Laroche-Migenne, un blocaje del sistema de frenado en el tren de ruedas delantero, que había alterado el reglaje del paralelismo de éstas. El vagón averiado fue tomado pues a cargo de una locomotora de reparaciones. Ésta lo condujo a una de las vías anexas de Villeneuve Saint-Georges, en las proximidades del taller de reparaciones 4-B. La reparación debía ser efectuada antes de las diecisiete horas, ya que el vagón nueve debía ser unido nuevamente al expreso 704, que abandonaría París a las dieciocho veintidós horas en dirección a Montpellier.

El martes 8 de febrero, a las seis treinta horas, un equipo de cuatro ferroviarios llega al lugar de su trabajo. El jefe de este equipo sube al vagón y descubre un desusado montón de mantas en la litera 3 del departamento 7. Lo considera en cierto modo normal, puesto que el vagón ha sido separado del convoy en los minutos que han seguido a la entrada de éste en la estación. Pero la curiosidad lo empuja. Levanta las mantas y retrocede. Después llama a sus tres compañeros. Los cuatro hombres tienen ante sus ojos el cuerpo, enteramente desnudo, de una mujer. Es joven, hermosa... y está muerta. Los ferroviarios alertan inmediatamente a sus jefes. Se llama a la policía, que se presenta en el lugar de los hechos. Menos de una hora más tarde, los restos son transportados a la morgue de París para su autopsia. Un maletín, único equipaje de la víctima, es hallado por un inspector, cuidadosamente oculto bajo la banqueta inferior del compartimiento vecino.

La encuesta, abierta inmediatamente, es confiada al comisario Beugnot, de la Policía Judicial.

Tres horas más tarde llegan al despacho de éste, en el Quai des Orfévres, las conclusiones del médico forense. La muerte, que se remonta a una treintena de horas, ha ocurrido durante la noche del domingo al lunes, entre las cinco y las ocho de la madrugada. No existe ninguna duda sobre el hecho de que la víctima no ha sido asesinada en el tren. La fuerza con la cual han sido apretadas y rotas las vértebras cervicales hace pensar en que se trata del crimen de un sádico.