UNA CONFESIÓN SURREALISTA

Para persuadirse de ello, decidió releer atentamente la nota que el acusado le había hecho llegar en las primeras horas de la madrugada y que, ya una primera vez, había provocado su estupefacción.

Estaba escrita a mano, con tinta verde, en la escritura fina, regular, de Cabanel.

El juez Fontane se las daba de grafólogo.

¿Aquélla, la escritura de un loco? Jamás.

Prisión de Fresnes, 3 de marzo, a las 17 horas.

Señor juez de instrucción:

En el curso de los interrogatorios a los cuales he respondido, le he ocultado al Comisario Beugnot, y a usted mismo, algunos hechos esenciales, porque no me parecía que su naturaleza pudiera ayudar al descubrimiento de la verdad. Después de largos días de reflexión, he decidido hoy traerlos a su conocimiento. De todos modos, sigo mostrándome escéptico en cuanto a su utilidad. Pienso en efecto que no pueden contribuir más que a ensombrecer aún más un problema que en sí mismo ya no es demasiado simple.

Le ruego lea atentamente esta carta, y con una mente no crítica, sino ampliamente positiva, diría incluso crédula.

Le ruego que ponga toda su confianza en mi probidad intelectual y en mi equilibrio mental... aunque libre sin embargo, para volver más tarde a su opinión.

De todos modos, usted debe saber que yo estoy más interesado que nadie en la luz que pueda ser arrojada sobre este lamentable asunto. Pero temo que esta luz no pertenezca jamás a nuestro mundo.

Antes de revelarle los hechos que intencionalmente le he ocultado hasta hoy, debo intentar explicarle la «teoría matemática de la coextensividad generalizada», que la trágica muerte de Kristina Eriksen parece confirmar de un modo taxativo.

Voy a esforzarme en exponerle esta teoría en palabras y no en ecuaciones que serían incomprensibles a cualquier persona excepto a mí. Si usted estima que mis explicaciones comportan la menor parcela de verosimilitud, estoy dispuesto a exponer mi sistema ante un jurado de expertos cualificados. Mi pasado científico, la audiencia que he encontrado para mis trabajos cerca de mis colegas franceses y extranjeros, me autorizan, creo, a utilizar con usted este lenguaje.