Una declaración de los bolcheviques leninistas sobre el viaje del camarada Trotsky[628]
Noviembre de 1932
1. Los periodistas y políticos hostiles al comunismo trataron de volver contra la Oposición de Izquierda el hecho de que el camarada Trotsky se valió para su viaje de las visas de gobiernos burgueses y socialdemócratas. Con la misma lógica se le puede reprochar a un comunista viajar en un barco capitalista.
2. El comunismo no «niega» la democracia como principio, y mucho menos como hecho. Todo lo que hace el comunismo es señalar el papel histórico limitado de la democracia burguesa. En determinada etapa facilita la formación de las organizaciones proletarias, pero es incapaz de resolver los problemas sociales. El solo ejemplo de la Alemania actual agota el problema.
3. En los viejos países parlamentarios la democracia burguesa está liquidando lo poco que le queda de su antiguo capital. Esto se aplica particularmente al derecho de asilo; en la Europa actual existe solamente para los refugiados contrarrevolucionarios, no para los revolucionarios. La experiencia reciente con la prolongación de la permanencia de Trotsky en Dinamarca lo refleja con fuerza renovada.
4. La Oposición de Izquierda tuvo que valerse de la iniciativa de una organización estudiantil socialdemócrata por una sola y única circunstancia: hasta el momento, el aparato stalinista impidió que los auténticos bolcheviques leninistas hablaran en las reuniones oficiales del Partido Comunista. No hace falta mencionar que la conferencia del camarada Trotsky estuvo dedicada del principio al fin a la defensa de la Revolución de Octubre y de la Unión Soviética.
5. El gobierno socialdemócrata, es decir, el ala más de izquierda de la democracia burguesa, autorizó la entrada de Trotsky a Dinamarca sólo porque sintió que sería demasiado engorroso negarse al pedido de sus propios obreros y trabajadores jóvenes; si lo hacía, iba a revelar demasiado crudamente, en un problema secundario, su carácter no sólo antisocialista sino también antidemocrático.
Sin embargo, ni bien surgió la cuestión de una prolongación de la duración de la visa, esta «democracia» demostró que sus diferencias con los rusos blancos emigrados, que exigían la revocación de la visa, se reducían en última instancia, a un problema de ocho días.
6. Hay que juzgar a todos los regímenes de acuerdo a sus propias reglas fundamentalmente.
El régimen de la democracia proletaria no puede ni pretende dejar de infringir los principios y las reglas formales de la democracia. Hay que juzgarlo desde el punto de vista de su capacidad para garantizar la transición a una nueva sociedad.
Al régimen democrático, en cambio, hay que juzgarlo desde el punto de vista de hasta dónde permite que se desarrolle la lucha de clases dentro de los marcos de la democracia.
7. El ejemplo de la visa danesa revela la insuficiencia total de la democracia contemporánea, incluso en cuestiones secundarias y menores. Bajo la presión imperialista mundial, la democracia pequeñoburguesa, incluso en la relativamente «pacífica» Dinamarca, demuestra que no es capaz de mantener su «reputación» garantizando el derecho de asilo a un revolucionario aunque sea por unas cuantas semanas. En esta situación, ¿se puede creer, por un momento siquiera, que la democracia será capaz de impedir, con sus principios y fórmulas obsoletos la guerra civil?
8. La fracción stalinista tomó una posición vergonzosa en la contienda clasista sobre el problema de la visa. A través de sus agentes diplomáticos hizo todo lo posible para impedir que se le diera la visa al camarada Trotsky. Kobetski en Dinamarca y Kollontai en Suecia [629] amenazaron con represalias económicas y de todo tipo. Como la socialdemocracia todavía vacilaba, las agencias stalinistas se aliaron con el sector burgués del gobierno de coalición en contra de los socialdemócratas.
Colaborando con la burguesía imperialista en la liquidación de los restos del derecho de asilo, los stalinistas terminaron denunciando directamente ante los gobiernos capitalistas y sus fuerzas policiales la realización de una supuesta «conferencia trotskista» en Copenhague.
9. La furiosa campaña de calumnias de los rusos blancos emigrados y de la prensa imperialista influyente, que instigó de manera apenas oculta a que se llevara a cabo un ataque terrorista contra el camarada Trotsky; la perfidia de los dirigentes socialdemócratas respecto a sus propios partidarios y, finalmente, la denuncia por los stalinistas de los bolcheviques leninistas a la policía europea, forman un todo inseparable. Para completar el panorama, sólo hay que añadir que un factor importante en la negación del derecho de asilo lo constituyó la familia real danesa y, ligada con ella, la familia real rusa.
10. Se demostró una vez más ante la clase obrera internacional, con total claridad, que los gobernantes de todo el mundo ponen fuera de la ley a los bolcheviques leninistas; la vanguardia de la vanguardia.
11. La denuncia efectuada por la burocracia stalinista por intermedio de TASS no sólo es políticamente vergonzosa sino también errónea en lo que a los hechos se refiere. En Copenhague no se realizó ninguna «conferencia trotskista». Cualquiera que siga la prensa de la Oposición de Izquierda y el trabajo preparatorio a que está dedicada sabe que hasta dentro de dos o tres meses no está en condiciones de reunir ninguna conferencia.
12. Una sola cosa es cierta: los amigos y compañeros del camarada Trotsky, alarmados por la furiosa campaña de la prensa mundial, pese a todas las dificultades y obstáculos materiales, se apresuraron a ir a Copenhague desde los países limítrofes con Dinamarca para prestarle su colaboración. Se demostró con fuerza notable la solidez del lazo que une internacionalmente a los bolcheviques leninistas. Pero la conferencia internacional sigue siendo una tarea para el futuro.