Las tareas en la URSS[59]

31 de octubre de 1930

Estimados camaradas:

Los centristas están hundidos hasta el cuello en las dificultades que provoca el plan quinquenal. En una época nos acusaban, sin el menor fundamento, de estar a favor de un plan administrativo rígido. En realidad, son ellos los que han trasformado el plan en un fetiche. No podría ser de otra manera, tratándose de un régimen en el cual todo se elabora en la cumbre, a puertas cerradas, y luego baja a las masas como las tablas de la ley desde el Sinaí. El impasible plan burocrático, origen de tantas calamidades para los obreros, se ha convertido a la vez en una trampa para la burocracia centrista, que no puede salir de ella sin perder por lo menos una pata. Pero esta vez las víctimas propiciatorias tipo Bauman[60] ya no servirán. El partido y el país saben muy bien quiénes son los responsables del plan quinquenal en cuatro años. Esta vez, quizás, los Kalinins[61] y Voroshilovs traten de soltarse de la trampa arrancando esa pata que lleva el nombre de «secretario general». Que sus dientes estén a la altura de la tarea no dependerá tanto de ellos como de la situación en su conjunto. De un modo u otro, se acerca con botas de siete leguas una nueva crisis partidaria.

Será cualitativamente distinta de todas las crisis anteriores en el único sentido de que las entidades desconocidas se han desarrollado hasta límites grotescos. Los Bessedovskis, Agabekovs, Dmitrievskis y demás constituyen ya un elemento difícil de cuantificar pero muy importante en toda la situación. Estos elementos asumen por iniciativa propia el nombre de termidorianos: después de todo, de alguna manera hay que llamarse. Esta es, esencialmente, la fracción de los adulones de la burocracia, que ya huelen el peligro que se avecina y buscan un nuevo amo. Stalin se apoyó en esta pandilla de compinches para combatirnos. Fue en esa lucha que «maduró» el bessedovskismo, es decir, que se pudrió hasta la médula. Los Bessedovskis también ayudaron a Stalin a liquidar a los elementos de la derecha, —Rikov, Bujarin y Tomski—[62] aunque los propios adulones indudablemente eran cien veces más derechistas que aquéllos. La inminente crisis del partido provocará inevitablemente la intervención de los aduladores. De todas las magnitudes desconocidas que existen en el partido, mejor dicho en su aparato, ésta representa el peligro más inmediato. Su proliferación y el hecho de estar dispuestos a todo ante el peligro (el salto que dio Bessedovski sobre las barreras de clase es un hecho simbólico) confieren a la crisis próxima algunos rasgos de golpe palaciego. Los elementos del golpe existen desde hace tiempo: la eliminación del principio electivo en el partido, la intervención de la GPU[63] en la lucha fraccional, el régimen plebiscitario descarado, etcétera. Pero ahora estamos ante un salto, ante una transformación de cantidad en cualidad en el proceso en curso.

Imaginemos por un momento que en la crisis que se avecina los Bessedovskis logran derribar a Stalin. ¿Está descartada esta posibilidad? En términos generales, no. Pero es necesario comprender su significado. Los Bessedovskis sólo pueden derribar a Stalin en el sentido de que la caída de las columnas provoca el derrumbe de la cúpula. La fracción de adulones que han saltado el muro de ninguna manera es capaz de desempeñar un papel independiente. Si esa fracción llega a dar un golpe, ¿qué sucedería al día siguiente?

Los demócratas imbéciles (y listos) de fuera de nuestro país han vuelto a coquetear con la idea de soviets sin comunistas. En términos generales, ese acontecimiento histórico no se puede, por cierto, descartar. Pero si los soviets dirigidos por los mencheviques y eseristas[64] sobrevivieron ocho meses antes de ceder ante los bolcheviques, los soviets sin comunistas, en el retroceso de la rueda de la historia, apenas sobrevivirían ocho semanas para ceder ante alguna combinación evidente de termidor y bonapartismo, que a su vez sólo sería un corto puente hacia un bonapartismo «gran r-r-ruso» que barrería con cuanto encontrara en su camino para hablar sin rodeos[65].

El hecho es que, de producirse el derrumbe del aparato del partido, al salir los adulones a la luz, sumidas las masas en la desorientación total, cundiendo un hondo descontento en las dos clases fundamentales de la sociedad, «soviets sin comunistas» sería una expresión efímera de la parálisis progresiva de la revolución misma.

Los propios soviets, carentes de timón y velas, comenzarían a buscar un salvador. Los Bessedovskis y los aspirantes a serlo del ejército y la GPU —los Bluechers, Tujachevskis, Iagodas, Deribas[66] y otros de su calaña, harían lo propio. Y si Klim [Voroshilov] hubiera de extirpar al secretario general —apoyándose sin duda en el Estado Mayor, antes que en el partido o en el propio Buró de Organización— se autojustificaría con el argumento de que «algo hay que salvar». También usarían esta fórmula otros ex, gentes en diversas etapas de degeneración, incluyendo, por cierto, a los Piatakovs, Radeks[67] y Cía. La dictadura militar de Klim, combinada con ciertos remanentes del sistema soviético, constituiría, en efecto, nuestra variante propia, autóctona del bonapartismo en su primera etapa.

Es obvio que estas posibilidades y probabilidades disminuyen en buena medida la posibilidad de alcanzar el éxito por el camino de la reforma. Pero las probabilidades no se pueden medir a priori. Después de todo, la esencia del régimen plebiscitario de Stalin consiste en excluir la posibilidad de programar una orientación política previa mínimamente concreta. En la medida en que, tal como lo indican todos los síntomas, la crisis político-partidaria que se avecina contendrá elementos de un golpe, es difícil que ocurra sin guerra civil. Pero ¿en qué escala? ¿Según qué lineamientos? ¿Bajo qué formas «legales»? No hay manera de preverlo con exactitud, menos aún desde lejos y sin conocer los vericuetos del aparato partidario, ni los vínculos que puedan existir entre los distintos grupos o fracciones y las agrupaciones extrapartidarias y, sobre todo en el aparato estatal, ni los que pueda haber entre éste y las clases sociales.

De todos modos, queda fuera de toda discusión que en las convulsiones que se avecinan los bolcheviques leninistas tomarán partido por el mantenimiento y la defensa de las conquistas de la Revolución de Octubre, sobre todo de los elementos de dictadura proletaria y la función dirigente del partido. En este sentido fundamental mantenemos la orientación de la reforma. Esto significa específicamente que debemos garantizar por todos los medios a nuestro alcance que, en la eventualidad de una guerra civil, el núcleo proletario revolucionario del movimiento comunista ocupe posiciones legales, es decir, combata bajo la bandera oficial para defender los elementos sobrevivientes de la Revolución de Octubre en el marco del sistema imperante, contra aquellos que deseen atacar frontalmente al sistema en su conjunto o, en primera instancia, atacar «únicamente» los elementos de Octubre en el sistema soviético. Esta es la esencia de la línea de reforma en esta etapa de preparación de la crisis.

Esta idea quedará más clara con un ejemplo específico. Hace algunos meses los camaradas nos escribieron que C. G. Rakovski se había pronunciado por un Comité Central de coalición, es decir, integrado por la derecha, el centro y la izquierda. Dado que la derecha todavía permanece en el Comité Central, lo que esto significa en la práctica es admitir a la izquierda. Demás está decir, desde luego, que los stalinistas sólo aceptarán semejante coalición veinticuatro horas antes del estallido de la crisis. Hasta el día de hoy prosiguen a escala internacional su campaña grosera y fanática contra la izquierda. El núcleo proletario del partido percibe que el peligro se avecina y trata de encontrar una salida. La buscará —no tiene otra opción— por la senda de la reforma. Este núcleo no puede asumir la tarea de entregar la dirección y el poder a la Oposición de Izquierda: no deposita tanta confianza en la Oposición y, aunque lo hiciera, un cambio tan radical de dirección tendría para las masas partidarias, el aspecto de un golpe palaciego, más que de una reforma del partido. La consigna de Comité Central de coalición es mucho más apropiada en el sentido de que, en vísperas o en medio de una crisis, podría ser tomada por amplios sectores del partido.

¿Podemos plantear alguna objeción principista contra esa consigna? No vemos ninguna. Siempre dijimos, y no es una frase hueca, que permanecemos a disposición del partido. No renunciamos al Comité Central por propia voluntad. Se nos expulsó porque nos negamos a renunciar a nuestras ideas y a nuestro derecho de combatir por ellas. La consigna de Comité Central de coalición presupone, desde luego, que permanecemos fieles a la plataforma de la Oposición y que estamos dispuestos a luchar por imponerla dentro del partido y con métodos partidarios. No podemos encarar el problema de manera distinta.

Podría ocurrir que en determinada etapa un amplio sector del partido tome la idea de la coalición tripartita como único medio para salvar al partido del derrumbe total y del peligro de quedar enterrado para siempre. También es obvio que los elementos bujarinistas del ala derecha tienen los mismos motivos que nosotros para temer a la fracción de los adulones envalentonados, si bien fueron los propios bujarinistas y stalinistas quienes alimentaron, en principio, a esta turba, y le dieron una justificación intelectual. Hoy en día el partido está tan estancado, atomizado, reprimido y, sobre todo, desorientado, que las primeras etapas de su nuevo despertar se manifestarán con las consignas más elementales. «Que Stalin, Molotov, Bujarin, Rikov, Rakovski y Trotsky se unan, aunque sólo sea para echar a todos los sinvergüenzas del partido y del aparato estatal». Esta idea, aunque primitiva, podría desempeñar una función importante si hallara eco oportunamente en sectores lo suficientemente amplios del partido y, en primer término, por supuesto, en el núcleo proletario del partido. Nosotros sólo integraríamos esa coalición —siempre y cuando resultara factible— en nombre de objetivos mucho más amplios. No renunciamos a nada. Por el contrario, es a otros a quienes corresponde renunciar a algunas cosas (en realidad, a muchas). Pero ahora no se trata de saber cómo se realizará en la práctica esta consigna (o cómo no se realizará, lo que es más probable). Lo importante ahora es que esta consigna, levantada oportunamente, podría arrancar a las masas partidarias de su letargo y sacar a la Oposición de Izquierda de su aislamiento actual, que constituye el peligro mayor de toda la situación.

En conclusión, resta decir que para levantar tal o cual consigna, incluso una consigna auxiliar como es la de Comité Central de coalición, la Oposición debe estar en condiciones de llevar a cabo un trabajo regalar y eso, en las condiciones imperantes, exige organización. Ese es el problema que hay que plantear con todo apremio. Las dificultades, por grandes que sean, se deben superar. La inercia de la derrota se hace sentir hasta el día de hoy. Pero las oportunidades son indudablemente mayores y más amplias de lo que muchos creen. Es menester poner manos a la obra.

Escritos , Tomo II
cubierta.xhtml
sinopsis.xhtml
titulo.xhtml
info.xhtml
Section0001.xhtml
Section0002.xhtml
Section0003.xhtml
Section0004.xhtml
Section0005.xhtml
Section0006.xhtml
Section0007.xhtml
Section0008.xhtml
Section0009.xhtml
Section0010.xhtml
Section0011.xhtml
Section0012.xhtml
Section0013.xhtml
Section0014.xhtml
Section0015.xhtml
Section0016.xhtml
Section0017.xhtml
Section0018.xhtml
Section0019.xhtml
Section0020.xhtml
Section0021.xhtml
Section0022.xhtml
Section0023.xhtml
Section0024.xhtml
Section0025.xhtml
Section0026.xhtml
Section0027.xhtml
Section0028.xhtml
Section0029.xhtml
Section0030.xhtml
Section0031.xhtml
Section0032.xhtml
Section0033.xhtml
Section0034.xhtml
Section0035.xhtml
Section0036.xhtml
Section0037.xhtml
Section0038.xhtml
Section0039.xhtml
Section0040.xhtml
Section0041.xhtml
Section0042.xhtml
Section0043.xhtml
Section0044.xhtml
Section0045.xhtml
Section0046.xhtml
Section0047.xhtml
Section0048.xhtml
Section0049.xhtml
Section0050.xhtml
Section0051.xhtml
Section0052.xhtml
Section0053.xhtml
Section0054.xhtml
Section0055.xhtml
Section0056.xhtml
Section0057.xhtml
Section0058.xhtml
Section0059.xhtml
Section0060.xhtml
Section0061.xhtml
Section0062.xhtml
Section0063.xhtml
Section0064.xhtml
Section0065.xhtml
Section0066.xhtml
Section0067.xhtml
Section0068.xhtml
Section0069.xhtml
Section0070.xhtml
Section0071.xhtml
Section0072.xhtml
Section0073.xhtml
Section0074.xhtml
Section0075.xhtml
Section0076.xhtml
Section0077.xhtml
Section0078.xhtml
Section0079.xhtml
Section0080.xhtml
Section0081.xhtml
Section0082.xhtml
Section0083.xhtml
Section0084.xhtml
Section0085.xhtml
Section0086.xhtml
Section0087.xhtml
Section0088.xhtml
Section0089.xhtml
Section0090.xhtml
Section0091.xhtml
Section0092.xhtml
Section0093.xhtml
Section0094.xhtml
Section0095.xhtml
Section0096.xhtml
Section0097.xhtml
Section0098.xhtml
Section0099.xhtml
Section0100.xhtml
Section0101.xhtml
Section0102.xhtml
Section0103.xhtml
Section0104.xhtml
Section0105.xhtml
Section0106.xhtml
Section0107.xhtml
Section0108.xhtml
Section0109.xhtml
Section0110.xhtml
Section0111.xhtml
Section0112.xhtml
Section0113.xhtml
Section0114.xhtml
Section0115.xhtml
Section0116.xhtml
Section0117.xhtml
Section0118.xhtml
Section0119.xhtml
Section0120.xhtml
Section0121.xhtml
Section0122.xhtml
Section0123.xhtml
Section0124.xhtml
Section0125.xhtml
Section0126.xhtml
Section0127.xhtml
Section0128.xhtml
Section0129.xhtml
Section0130.xhtml
Section0131.xhtml
Section0132.xhtml
Section0133.xhtml
Section0134.xhtml
Section0135.xhtml
Section0136.xhtml
Section0137.xhtml
Section0138.xhtml
Section0139.xhtml
Section0140.xhtml
Section0141.xhtml
Section0142.xhtml
Section0143.xhtml
Section0144.xhtml
Section0145.xhtml
Section0146.xhtml
Section0147.xhtml
Section0148.xhtml
Section0149.xhtml
Section0150.xhtml
Section0151.xhtml
Section0152.xhtml
Section0153.xhtml
Section0154.xhtml
Section0155.xhtml
Section0156.xhtml
Section0157.xhtml
Section0158.xhtml
Section0159.xhtml
Section0160.xhtml
Section0161.xhtml
Section0162.xhtml
Section0163.xhtml
Section0164.xhtml
autor.xhtml
notas.xhtml
notas2.xhtml