La Oposición de Izquierda y la Oposición de Derecha[323]
Publicado en enero de 1932
Estimado camarada:
Trataré de expresar lo más brevemente posible mí posición sobre los problemas que usted plantea. Desde el primer momento consideré absolutamente inevitable la desintegración de la fracción brandlerista[324]. Una fracción revolucionaria que carece de ideología, de una concepción general sobre la situación mundial, de principios estratégicos elaborados, está condenada, como tendencia que oscila entre el comunismo y la socialdemocracia[325], a vivir arrastrada por los avatares del momento y no puede soportar las convulsiones de la época actual.
Brandler y Thalheimer[326], los «dirigentes» del ala derecha de la oposición internacional, nos llamaban «sectarios». Ahora, cuando nosotros contamos con cierta cantidad de cuadros y comenzamos a crecer lentamente, estos supuestos representantes de la acción de masas se encuentran en un estado de desintegración total. Una mitad de los dirigentes quiere unirse a Stalin, la otra mitad a Seydewitz[327]. Que los señores Brandler y Thalheimer acepten todo lo que pasa en la Unión Soviética no significa en absoluto que sean ciegos por naturaleza o que se hayan deslumbrado ante la sabiduría de los stalinistas, sino simplemente que no les preocupa lo que sucede en el país de la Revolución de Octubre.
Hasta el 15 de febrero de 1928[328], Brandler y Thalheimer afirmaron repetidamente que el programa de industrialización y colectivización planteado por la Oposición era utópico. El 16 de febrero aprobaron inmediatamente el nuevo programa de Stalin, que no era más que una caricatura del nuestro. Se puede comprender fácilmente por qué los stalinistas, bajo la presión directa de contradicciones y dificultades que son incapaces de superar e incluso de entender, se ven obligados a cambiar rápidamente de posición y a guiarse detrás de la mentira. Pero es realmente repulsivo escuchar a estos dos semicerebros de Berlín, cuya única participación en el asunto es su ferviente deseo de ser designados en altos puestos, repetir «sí» constantemente. En mi opinión es muy sintomático que la Oposición de Derecha tolere a ejemplares como éstos en sus filas —mejor dicho, a la cabeza de sus filas—.
Nosotros, la Oposición de Izquierda, somos débiles. Nuestro crecimiento es lento, pero tenemos paciencia. Los cuadros de la Comintern son elementos desgastados, ex revolucionarios o lacayos neutrales. Se destruyó la tradición marxista. Bajo las banderas del leninismo desfila una mezcolanza de los elementos más heterogéneos, unidos sólo por la más crasa ignorancia stalinista. La autoridad de la Revolución de Octubre fue convertida en un obstáculo para el desarrollo revolucionario - Es la dialéctica de la historia: la razón se convierte en insensatez, la Revolución de Octubre en Kaganovich[329]. En estas condiciones, ¿cómo se puede esperar que la tendencia marxista avance rápidamente? Para comprender la situación internacional, sus giros, sus cambios, etcétera, hace falta determinado nivel teórico, o por lo menos cierta experiencia política. Las masas nos aprobaran sólo en la medida en que nuestras posiciones soporten la prueba de los acontecimientos y sean confirmadas por éstos. Por ejemplo, nuestra pequeña organización alemana avanza seriamente porque se mantiene firme ante el embate de los hechos, mientras que los brandleristas están en bancarrota.
Según lo que usted dice, el camarada St. opina que entre nosotros hay personas confundidas y de poca confianza, incluso cantonistas[330], lo que nos desacredita especialmente en Austria. Es cierto que en Austria hay dos grupos —no cuatro, por los informes que tengo— que se consideran parte de la Oposición de Izquierda. Sin embargo, por ahora les permitimos a ambos que sigan su camino por fuera de nuestra organización, porque en este momento nos interesa más la calidad que el numero. Nos convertiremos en una fuerza de masas sólo cuando nuestros cuadros se apoyen en su calidad, es decir en sus ideas y métodos.
¿Cuándo vendrán los grandes triunfos? No puedo decirlo. Los radicales de izquierda[331] fueron durante años una pequeña minoría de la socialdemocracia alemana. La Izquierda de Zimmerwald estaba formada por camaradas aislados de distintos países que no eran —como el camarada St. lo sabe muy bien— de los mejores: un joven poeta noruego, el confundido sueco Hoglund, Julián Borchardt, etcétera[332]. Pero la doctrina era sólida, la orientación firme, los métodos correctos, es decir adecuados para la época. Y de este pequeño grupo surgió la Tercera Internacional, por cierto, con la Revolución de Octubre como catalizador.
Las grandes revoluciones siempre consumen a generaciones enteras; es lo que está ocurriendo ahora. En parte, pero sólo en parte, hay que empezar de nuevo. La tarea más importante es mantener la continuidad de la metodología marxista revolucionaria —la bolchevique en nuestra época— y transmitirla a la generación más joven. Los confundidos cantonistas, que nos «desacreditan», quedarán al margen. Hay que elegir el camino teniendo en cuenta los factores objetivos, fundamentales y decisivos y no las impresiones subjetivas de tal o cual grupo de partidarios de la tendencia revolucionaria. Engels le escribió una vez a Bernstein[333]: «Nosotros (se refería, por supuesto, a él y a Marx) estuvimos en minoría toda nuestra vida y nos sentimos muy cómodos en esa posición». Con esto no quiero decir que ése ha de ser nuestro objetivo. También estuve con la mayoría. Pero los que claman constantemente sobre la necesidad de ganar «a las masas» y de ser «mayoría» nunca lo logran realmente, al menos con fines revolucionarios. A las masas no se las gana con una técnica de masas especial, como lo suponen Brandler y Thalheimer; en este terreno los traidores sindicales son muy superiores a ellos. En nuestra época, llena de acontecimientos y crisis, a las masas se las gana sólo con una clara concepción socialista y revolucionaria.
El futuro desarrollo de la situación alemana será decisivo para el movimiento obrero internacional y, en primera instancia, para la Comintern. Si el proletariado alemán triunfa —lo que sólo puede ocurrir si se activan al máximo todas las fuerzas creadoras latentes en él— caerá de inmediato la insulsa y brutal burocracia stalinista, se librarán grandes luchas ideológicas, la Oposición de Izquierda incidirá en el resurgimiento del movimiento obrero en Alemania y en todo el mundo. Si el proletariado alemán es derrotado por los fascistas, todo estará perdido para la Comintern y posiblemente también para la Unión Soviética. Para el proletariado mundial significará muchos años de retroceso. En esas condiciones trágicas, la Oposición de Izquierda asumirá la tarea de continuar el desarrollo del programa marxista, pero seguramente ya no dentro de los marcos formales de la Tercera Internacional[334]. Tenemos una perspectiva a largo plazo. Los acontecimientos pueden acelerar nuestro desarrollo, inclusive darle un ritmo febril. ¡Tanto mejor! Sin embargo, estamos preparados también para realizar, durante muchos años, un trabajo «sectario» de propaganda y educación, a fin de preparar la levadura del futuro.
Con los más sinceros saludos comunistas,
L. Trotsky