Un discurso censurado de Lenin y otras cuestiones[600]
Otoño de 1932
El Tercer Congreso de la Comintern se reunió en Moscú tres meses después de las jornadas de marzo de 1921 en Alemania[601]. La joven dirección del Partido Comunista Alemán, que todavía no se había serenado luego de las batallas de marzo, argumentaba aproximadamente lo siguiente: como ésta es una época revolucionaria, nosotros, la vanguardia revolucionaria, debemos marchar a la cabeza, no detenernos ante ningún obstáculo y arrastrar a la clase obrera con nuestro ejemplo. Esto implicaba no partir de las circunstancias concretas ni de la situación real del proletariado, teniendo en cuenta sus distintos sectores, sino de la caracterización general de la época como revolucionaria. Esa es la base histórico-filosófica general del aventurerismo revolucionario. En 1921 apenas se esbozaba tímidamente esta filosofía. Diez años después se la desarrolla, canoniza y burocratiza con el nombre de teoría del «tercer periodo».
Es muy importante recordar la actitud de Lenin hacia esta teoría ya que los lectores desconocen todavía uno de sus discursos más claros, oculto en los archivos de la Comintern. Nos referimos a la intervención de Lenin en una sesión del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista del 17 de junio de 1921, en vísperas del Tercer Congreso. Para comprender los extractos que Citamos luego hay que tener en cuenta que en ese entonces el ultraizquierdismo se manifestaba en casi todos los partidos. Por ejemplo, una parte de la delegación francesa planteaba —aunque después del hecho— que los jóvenes llamados a filas en 1919 se negasen a prestar el servicio militar. El delegado de Luxemburgo acusó al partido francés de no «impedir» la ocupación de Luxemburgo por las tropas francesas. Trotsky, al hablar contra la política oportunista de Cachin-Frossard[602], se vio obligado a comenzar su discurso con una crítica al ultraizquierdismo. Demostró que era imposible abatir el militarismo con la oposición pasiva de un grupo militar («la clase 1919», como dicen los franceses); para eso era necesario la intervención activa de toda la clase obrera. Demostró que si el conjunto del proletariado no estaba dispuesto a provocar un cambio revolucionario total, no podía evitar la ocupación militar de Luxemburgo. Los intentos de resolver este tipo de problemas «privados» con una demostración de fuerza, cuando esa fuerza era insuficiente para solucionar el problema básico —la toma del poder—, conducen al aventurerismo, camino que podía resultar fatal para los jóvenes partidos comunistas.
Zinoviev, Bujarin y Radek estaban con los ultraizquierdistas. Pero como no sabían dónde se ubicaría Lenin no dieron la batalla abiertamente. Empujaron a Bela Kun[603], que no sólo defendió la estrategia de marzo en Alemania (de la que era en buena parre responsable) sino también la crítica ultraizquierdista del delegado de Luxemburgo y de una parte de la sección francesa, entre los que estaba Laporte[604], que después se hizo fascista.
Lenin estuvo ausente en esa sesión. Cuando se enteró del contenido del debate, pidió una transcripción literal y luego apareció en la reunión del Comité Ejecutivo y pronunció un discurso lleno de fuerza contra los ultraizquierdistas:
El camarada Bela Kun sostiene que los únicos equivocados son los oportunistas, pero en realidad también lo están los ultraizquierdistas. Tengo la transcripción literal de la intervención del camarada Trotsky. Según el informe, Trotsky dice que estos camaradas izquierdistas, si continúan por el mismo camino, destrozarán el movimiento comunista y el movimiento obrero de Francia. (Aplausos). Yo estoy profundamente convencido de esto. En consecuencia, vine a protestar contra el discurso del camarada Bela Kun, que se opuso al camarada Trotsky en vez de defenderlo, posición que debería haber adoptado para ser un verdadero marxista […]
El camarada Bela Kun cree que ser un revolucionario significa defender siempre y en todas partes a los izquierdistas. Ningún partido puede preparar solo la revolución en Francia, uno de los países más grandes de Europa. Lo que más me complacería es que los comunistas franceses ganaran la dirección de los sindicatos […]
Cuando veo el magnífico trabajo del Partido Comunista, cuando veo todas esas células sindicales y de otras organizaciones, me digo: el triunfo de la revolución está asegurado en Francia si los izquierdistas no hacen nada estúpido. Y cuando alguien, como Bela Kun, dice que quedó demostrado que la serenidad y la disciplina no son correctas, cae en la idiotez izquierdista. Vine aquí para decirles a los camaradas del ala izquierda: si siguen esos consejos, destruirán el movimiento revolucionario […]
En cuanto al problema de los errores oportunistas del partido francés, Lenin dijo:
Tomemos otro ejemplo, el de Marcel Cachin y otros que en la Cámara de Diputados se refieren a la cooperación anglo-francesa y dicen que es una garantía para la paz. Esto es oportunismo, y el partido que lo tolera no es comunista. Por supuesto, en nuestras resoluciones podemos señalar que tal o cual declaración es inadmisible, que ésa no es la vía comunista; pero es necesario que la crítica sea concreta. Tenemos que denunciar el oportunismo. Sin embargo, aquí no se criticó el verdadero oportunismo partidario, reflejado en el discurso de Cachin. En cambio, se critica esta declaración [de Trotsky] y nuevamente se ‘previene’ en contra. He aquí lo que dijo el camarada Trotsky (s e lee la versión en alemán de la intervención de Trotsky).
Por lo tanto, el camarada Laporte estaba completamente equivocado, y el camarada Trotsky, que protestó, tenía completa razón. Tal vez la actuación del partido francés no fue totalmente comunista. Estoy dispuesto a admitirlo. Pero en este momento esas idioteces —rechazo al servicio militar, etcétera— destruirían el movimiento comunista de Francia e Inglaterra. La revolución no se hace con un llamado a la clase 1919. El camarada Trotsky tenía mil veces razón cuando lo repitió. Pero todavía tenemos al camarada luxemburgués que reprocha al partido francés no haber saboteado la ocupación de Luxemburgo. ¡Bueno! Cree que es un problema geográfico, como sostiene Bela Kun. No, es un problema político, y el camarada Trotsky tenía toda la razón al protestar. Es una idiotez muy ‘izquierdista’, muy revolucionaria y muy perjudicial para el movimiento francés […]
Sé —continuó Lenin— que en la Juventud Comunista hay revolucionarios genuinos. Critiquen a los oportunistas sobre bases concretas, señalen los errores del comunismo oficial francés, pero no hagan tonterías también ustedes. Cuando las masas se acercan cada vez más a ustedes, cuando está próximo el triunfo, es necesario tomar el control de los sindicatos. La mayoría de los sindicatos se adapta maravillosamente al trabajo previo, y si logramos ganarlos obtendremos una gran victoria. A la democracia burguesa ya no le quedan posibilidades, pero en los sindicatos todavía predominan los dirigentes burocráticos de la Segunda Internacional y de la Internacional Dos y Media[605]. Antes que nada, tenemos que ganar una mayoría marxista confiable en los sindicatos. Entonces comenzaremos a hacer la revolución, no con un llamado a la clase 1919, no con las idioteces en que se especializa Bela Kun, sino por el contrario, con la lucha contra el oportunismo y contra las imbecilidades perpetradas por los izquierdistas. Tal vez esto no sea tanto una lucha como una advertencia contra los discursos de Marcel Cachin —paralela a la lucha abierta y declarada contra las tradiciones del oportunismo— y una advertencia contra las idioteces izquierdistas. Por eso consideré mi obligación apoyar fundamentalmente todo lo que dijo el camarada Trotsky y declarar que la política que sostiene Bela Kun es indigna de que la defienda ningún marxista ni ningún comunista.
¿Quién atrapó a Rakovski?
En 1918, los invasores rumanos en Besarabia dirigieron el siguiente llamado a los habitantes de Moguilev:
A LOS PACIFICOS HABITANTES DE MOGUILEV
Atrapen a Rakovski, entréguenlo, si no no detendremos el bombardeo.
Nosotros queremos la paz pero Rakovski quiere la guerra.
Elijan entre él o nosotros.
Solamente si nos entregan a Rakovski les daremos la paz y provisiones.
Ejército rumano
Pero la revolución soviética no atrapó a Rakovski ni lo entregó a sus enemigos; le era necesario; un gran trabajo lo esperaba.
En octubre de 1927 los reaccionarios gobernantes franceses exigieron que Rakovski abandonara París. Chicherin[606], en una nota fechada el 12 de octubre de 1927, protestó contra «la expulsión del señor Rakovski, a cuyos esfuerzos y energía debe en gran medida la conferencia franco-soviética los resultados obtenidos». Precisamente a causa de su energía y su talento el diplomático revolucionario Rakovski se granjeó el odio de la burguesía francesa. Fue necesario hacerlo volver.
Pero Stalin hizo volver a Rakovski simplemente para satisfacer los deseos de la burguesía rumana; lo ató de pies y manos y, si bien no lo entregó a Bucarest, lo enterró en Barnaul.
¿Qué es esto?
Ekonomicheskaia Zizn comenta el decreto de la Comisión Central de Control sobre la expulsión de «un grupo contrarrevolucionario». El artículo hace gala de un servilismo insuperable. En dos pequeñas columnas leemos:
Bajo la experta dirección del Comité Central encabezado por el camarada Stalin […]
Más adelante:
[…] del partido leninista, encabezado por el camarada Stalin, su líder y maestro […]
Y luego:
Nuestro partido, bajo la dirección del camarada Stalin, el más fiel discípulo de Lenin […]
Inmediatamente:
Los obreros de nuestro país y de todo el mundo ven en el camarada Stalin un inquebrantable luchador por el socialismo, bajo cuya dirección [?] avanzan de triunfo en triunfo.
Y finalmente:
Bajo las banderas de Lenin y bajo la dirección de su mejor discípulo, el camarada Stalin […]
Todo esto no se escribió para el cumpleaños de Stalin, ni en ocasión de su santo, ni en el aniversario de sus «seis condiciones». No, esta glorificación, cinco veces repetida, aparece en un artículo dedicado a la expulsión del partido de un grupo de militantes.
En el mismo articulo encontramos un aforismo que merece ser inmortalizado:
El partido desenmascaró de una vez por todas la esencia contrarrevolucionaria de la lucha fraccional contra la línea general y su dirección leninista.
Toda dirección es «leninista» porque dirige, y toda su línea es «general», y toda lucha contra ella es contrarrevolucionaria. Esto es lo que se desenmascaró «de una vez por todas». Así es, fue y será por siempre. Amén.
«Grande» y «enorme»
En el informe de Rabochaia Moskva sobre la manifestación juvenil de septiembre, leemos:
En las oficinas del gobierno hay un gran retrato de Ilich.
Y unas líneas después:
Hay un enorme retrato de Stalin en el Museo Histórico.
Todo guarda las proporciones: para el gran Lenin, un retrato grande; para el enorme Stalin, un retrato enorme.
Adoratski y Zinoviev
En 1923, Adoratski[607] escribió lo siguiente respecto a la Historia del partido de Zinoviev:
Las conferencias del camarada Zinoviev son sólo esbozos rápidos pero dan una perspectiva correcta y en general trazan correctamente los lineamientos, y sirven realmente como una buena introducción para el estudio de la historia del partido […] (Proletarskaia Revolutsia, 1923, N° 5, p. 344).
Sería interesante saber qué opina hoy Adoratski, que remplazó a Riazanov[608], sobre este problema.