Algunos hechos históricos[289]
28 de diciembre de 1931
Me llegó desde Berlín Arbeiterpolitik (Política Obrera) del 19 de diciembre. El artículo Seydewitz y Trotsky[290] es muy característico de los señores Brandler y Thalheimer. Toda la escuela de Stalin está contenida en él. Como Seydewitz citó mi folleto, Brandler y Thalheirner consideran que ésa es razón suficiente para relacionar mis ideas con las de aquél. La capituladora política stalinista en China, la alianza con Chiang Kai-shek, la traidora complicidad con el Consejo General británico, la política pro kulak de Stalin y Bujarin; nuestros dos héroes lo apoyaron y participaron en todo esto. Esta es realmente la base de todas las especies de seydewitzismo: un poquito a la izquierda, un poquito a la derecha, pero siempre lejos de la Oposición de Izquierda, es decir del marxismo.
Estos dos caballeros afirman que Trotsky, «mientras jugó un papel dirigente en la Comintern, contribuyó en buena medida a imprimir la orientación cuyas consecuencias todavía sufrimos hoy». Pero estos héroes no tendrán el coraje de probar en detalle su afirmación porque mi actividad en la Comintern coincidió con los cuatro primeros congresos. En algunos de estos congresos tuve duros choques con Zinoviev, Bujarin y Radek, para no mencionar a Thalheimer, Bela Kun[291], etcétera. Pero en todo marché hombro a hombro con Lenin. Toda la sabiduría de Brandler no es más que una huella de las lecciones que recibió en el Tercer Congreso mundial. Estos caballeros no podrán encontrar una sola propuesta o resolución importante de la época de los primeros cuatro congresos que yo no haya elaborado o de la que no me haya hecho directamente corresponsable. La perdurable significación histórica de la Comintern se apoya en los fundamentos sentados por los primeros cuatro congresos, cuya responsabilidad, por supuesto, recae principalmente sobre Lenin, aunque siempre estuve dispuesto a compartirla ante el proletariado mundial.
Pero eso no es todo. En el otoño de 1923, el Comité Central alemán votó por unanimidad pedirle al Politburó bolchevique que enviara a un camarada de ese Politburó al que todos conocían bien —llamémoslo simplemente camarada T.— para que se hiciera cargo de la orientación de la actividad ante los cruciales acontecimientos que se avecinaban. Con justificaciones por sí mismas incomprensibles, el pedido del Comité Central fue denegado[292]. Eso fue, repito, en el Otoño de 1923, cuando mi participación en la dirección de la Comintern era ya cosa del pasado. Pero, los señores Brandler y Thalheimer tenían que saber algo sobre mi perniciosa influencia. ¿Cómo explican, entonces, su actitud de ese momento? ¿Fue simplemente una consecuencia de la presión de los grandes acontecimientos? ¿Y qué ocurre con su actitud actual? Está motivada simplemente en el deseo de Stalin de arrastrar a todo el mundo y seguir llamándose revolucionario.