AGRADECIMIENTOS
En este inmenso proyecto he contado con la ayuda de un amplio panel de investigadores sobresalientes en su campo. Me siento profundamente agradecido a los siguientes expertos por su ayuda, consejos y, donde lo menciono, por la lectura y corrección de mi texto.
Con relación al período bíblico-arqueológico, muchas gracias por encima de todo a las siguientes personas que han leído y corregido esta sección: profesor Ronny Reich; profesor Dan Bahat, antiguo arqueólogo jefe de Jerusalén, y que me guió asimismo en una visita a la ciudad; doctor Raphael Greenberg, quien también me ofreció una visita guiada; y Rosemary Eshel. A la doctora Eleanor Robson, profesora de Ciencia de Oriente Medio del Departamento de Historia y Filosofía de la Ciencia en la Universidad de Cambridge le agradezco sus correcciones en las secciones que tratan de Asiria, Babilonia y Persia, y a la doctora Nicola Schreiber, sus consejos acerca de la datación de las puertas de Megiddo y lo que eso significa para la cerámica. Gracias igualmente por su ayuda y consejos al doctor Gideon Avni, director de excavaciones y del departamento de investigación, Iaa; al doctor Eli Shukron, por sus visitas guiadas a la excavación de la Ciudad de David; al doctor Shimon Gibson; doctora Renee Sivan de la Ciudadela. Y un especial agradecimiento al doctor Yusuf Nutsheh al-Natsheh, director del departamento de arqueología islámica de Haram al-Sharif por su ayuda durante todo el proyecto por organizar el acceso a las excavaciones cerradas en el Haram y las visitas guiadas junto a Khader al-Shihabi. Con relación al periodo de la dinastía Herodes, romano y bizantino, le estoy inmensamente agradecido al profesor Martin Goodman de la Universidad de Oxford y al doctor Adrian Goldsworthy por leer y corregir mi texto.
Con respecto al primer período del islam, árabe, turco y mameluco, mi mayor agradecimiento por sus consejos, guía y corrección detallada de mi texto a Hugh Kennedy, catedrático de árabe en la School of African and Oriental Studies (SOAS), y también al doctor Nazmi al-Jubeh, al doctor Yusuf al-Natsheh y a Khader al-Shihabi. En cuanto al cementerio de Mamilla, mi agradecimiento a Taufik De’adle.
Sobre las Cruzadas: gracias al profesor Jonathan Riley-Smith, catedrático de Historia Eclesiástica de la Universidad de Cambridge, y al profesor David Abulafia, catedrático de Historia Mediterránea de la Universidad de Cambridge, por leer y corregir el texto.
Sobre la historia judía desde los fatimís hasta los otomanos: gracias al profesor Abulafia, que me permitió acceder a la sección de manuscritos de su Great Sea: A Human History of the Mediterranean, a la profesora Minna Rozen, de la Universidad de Haifa, y a sir Martin Gilbert que me permitió leer el manuscrito de In Ishmael’s House.
Con respecto al período otomano y a las familias palestinas de Jerusalén: gracias al profesor Adel Manna, que leyó y corrigió el texto de las secciones de los siglos XVI, XVII, y XVIII.
Sobre los períodos del siglo XIX, imperialismo y principios del sionismo: gracias a Yehoshoa Ben-Arieh; a sir Martin Gilbert; al profesor Tudor Parfitt; a Caroline Finkel; a la doctora Abigail Green, que me permitió leer su manuscrito Moses Montefiore: Jewish Liberator, Imperial Hero; y a Bashir Barakat, por su investigación privada sobre las grandes familias de Jerusalén. Kirsten Ellis me permitió generosamente acceder a los capítulos no publicados de Star of the Morning. La doctora Clare Mouradian me proporcionó muchos consejos y materiales. La profesora Minna Rozen compartió conmigo su investigación sobre Disraeli y otros documentos. Con respecto a la conexión rusa, gracias al profesor Simon Dixon, y a Galina Babkova en Moscú; y sobre los armenios, gracias a George Hintlian y al doctor Igor Dorfmann-Lazarev.
Con respecto al período sionista, el siglo XX y el epílogo: mi mayor agradecimiento a Nadim Shehadi, profesor asociado del Programa de Oriente Medio de la Chatham House, y al profesor Colin Shindler, SOAS; ambos leyeron y corrigieron estas secciones. Quisiera mostrar también mi agradecimiento a David y Jackie Laudau de The Economist y de Haaretz por sus correcciones. Gracias al doctor Jacques Gautier; al doctor Albert Aghazarian; a Jamal al-Nusseibeh por sus ideas y contactos; a Huda Imam por su visita guiada al muro de seguridad; a sir Martin Gilbert; a Yakov Loupo por su investigación sobre los ultraortodoxos.
Mi gran agradecimiento también al doctor John Casey de Gonville and Caius College, Cambridge, quien con gran nobleza y sin ninguna piedad corrigió todo el texto, igual que hizo George Hintlian, historiador del período otomano y secretario del patriarcado armenio entre 1975 y 1995. Un especial agradecimiento a Maral Amin Quttieneh por su traducción al inglés de materiales árabes.
Gracias por el consejo, aliento y su historia familiar a los siguientes miembros de las grandes familias de Jerusalén entrevistados para este libro: Mohamed al-Alami, Nasseredin al-Nashashibi, Jamal al-Nusseibeh, Zaki al-Nusseibeh, Wajeeh al-Nusseibeh, Saida al-Nusseibeh, Mahmoud al-Jarallah, Huda Imam del Instituto de Jerusalén, Haifa al-Khalidi, Khader al-Shihabi, Said al-Husseini, Ibrahim al-Husseini, Omar al-Dajani, adeh al-Judeh, Maral Amin Quttieneh, doctor Rajai M. al-Dajani, Ranu al-Dajani, Adeb al-Ansari, Naji Qazaz, Yasser Shuki Toha, propietario de mi restaurante favorito Abu Shukri; al profesor Rashid Khalidi de la Universidad de Columbia.
Gracias a Shmuel Rabinowitz, rabino del Muro de las Lamentaciones y de los Santos Lugares; al padre Athanasius Macora de los católicos, padre Samuel Aghoyan, prior armenio de la iglesia del Santo Sepulcro, padre Afrayem Elorashamily de los coptos, al obispo Siríaco Severius, al padre siríaco Malke Morat.
Le estoy agradecido a Shimon Peres, presidente del Estado de Israel, y a lord Weidenfeld, que compartieron ambos sus ideas y recuerdos; a la princesa Firyal de Jordania por sus recuerdos de la Jerusalén jordana; y al príncipe y la princesa Talal bin Muhammad de Jordania.
Gracias a SAR el duque de Edimburgo por sus consejos y por comprobar los textos sobre su madre, la princesa Alicia de Battenberg y sobre su tía la Gran Duquesa Ella; y a SAR el Príncipe de Gales. Le estoy especialmente agradecido por permitirme el acceso a sus archivos familiares privados al conde de Morley, y al honorable Nigel Parker y a su esposa por su encantadora hospitalidad.
Yitzhak Yaacovy fue el hombre que me presentó a Jerusalén: superviviente de Auschwitz, combatiente en la guerra de independencia de 1948, hombre de letras, joven ayudante en el despacho de Ben-Gurion, fue durante mucho tiempo presidente de la Compañía de desarrollo de Jerusalén Oriental bajo el mandato del alcalde Teddy Kollek.
Los representantes del Estado de Israel y de la autoridad Palestina mostraron una inmensa generosidad, dándome su tiempo, ideas, información y conversación: muchas gracias a Ron Prosor, el embajador israelí en Londres, a Rani Gidor, Sharon Hannoy y Ronit Ben Dor de la embajada israelí; al profesor Manuel Hassassian, embajador de la autoridad Palestina en Londres.
William Dalrymple y Charles Glass fueron ambos extremadamente generosos a lo largo de todo este proyecto aportando ideas, materiales y bibliografía. La Fundación Jerusalén proporcionó su inestimable ayuda: gracias a Ruth Chesin, Nurit Gordon, Alan Freeman y Uri Dromi, Director de Mishkenot Shaanim. Nadie contribuyó tanto a los contactos, académicos y otros, como John Levy de Friends of Israel Educational Foundation y del Grupo de Estudios Académicos, y Ray Bruce, un veterano productor de televisión.
Gracias a Peter Sebag-Montefiore y a su hija Louise Aspinall por compartir los documentos de Geoffrey Sebag-Montefiore; a Kate Sebag-Montefiore por su investigación de las aventuras de William Sebag-Montefiore.
Gracias por su ayuda, consejos y aliento a: Amos y Nily Oz, Paul Vester, presidente del hotel The American Colony; Rachel Lev, responsable de los archivos de The American Colony; Diana Aho, del hotel The American Colony, Munther Fahmi de la librería American Colony Bookshop, Philip Windsor-Aubrey, David Hare, David Kroyanker, Hannah Kedar, Fred Iseman, Lea Carpenter Brokaw, Danna Harman, Dorothy y David Harman, Caroline Finkel, Lorenza Smith, profesor Benjamin Kedar, profesor Reuven Amitai, Yaov Farhi, Diala Khlat, Ziyad Clot, Youssef Khlat, Rania Joubran, Rebecca Abram, sir Rocco y Lady Forte, Professor Salim Tamari, Odd Karstein Tveit, Kenneth Rose, Dorrit Moussaeff y su padre Shlomo Moussaeff, sir Ronald y lady Cohen, David Khalili, Richard Foreman, Ryan Prince, Tom Holland, Tarek Abu Zayyad, profesor Israel Finkelstein, profesor Avigdor Shinan, profesor Yair Zakovitch, Jonathan Foreman, Musa Klebnikoff, Arlene Lascona, Ceri Aston, reverendo Robin Griffith-Jones, Gran Maestre del Temple, Hani Abu Diab, Miriam Ovits, Joana Schliemann, Sarah Helm, profesor Simon Goldhill, doctora Dorothy King, doctor Philip Mansel, Sam Kiley, John Micklethwait, editor del Economist, Gideon Lichfield, rabino Mark Winer, Maurice Bitton, conservador de la sinagoga de Bevis Marks, rabino Abraham Levy, profesor Harry Zeitlin, profesor F.M. al-Elosischari, Melanie Fall, rabino David Goldberg, Melanie Gibson, Annabelle Weidenfeld, Adam, Gill, David y Rachel Montefiore, doctor Gabriel Barkey, Marek Tamm, Ethan Bronner del New York Times, Herny Hemming, William Sieghart. Gracias a Tom Morgan por su ayuda con la investigación.
Gracias a mi agente Georgina Capel y a mis agentes de derechos internacionales Abi Gilbert y Romily Must; a mis editores británicos Alan Samson, Ion trewin y Susan Lamb, a mi brillante editora Bea Hemming de Weidenfeld; y a Peter James, el maestro de los correctores de textos; a mis editores desde hace tanto tiempo Sonny Mehta de Knopf; en Brasil a Luiz Schwarz y Ana Paula Hisayama de la Companhia das Letras; en Francia, Mireille Paoloni de Calmann Lévy; en Alemania, Peter Sillem de Fischer; en Israel, Ziv Lewis de Kinneret; en Holanda, Henk ter Borg, de Nieuw Amsterdam; en Noruega, Ida Bernsten y Gerd Johnsen de Cappelens; en Polonia, Jolanta Woloszanska de Magnum; en Portugal, Alexandra Louro de Alêtheia Editores; en España, Carmen Esteban de Crítica; en Estonia, Krista Kaer de Varrak; y en Suecia, Per Faustino y Stefan Hilding de Norstedts.
Mis padres, el doctor Stephen y April Sebag-Montefiore han sido unos revisores soberbios de todos mis libros. Por encima de todo, quiero darle las gracias a mi esposa Santa, que ha sido la paciente, alentadora y amante sultana de este largo proceso. Santa y mis hijos Lily y Sasha, igual que yo, han padecido todos los efectos del síndrome de Jerusalén. Tal vez nunca se recuperen, pero probablemente saben más sobre la Roca, el Muro y el Sepulcro que muchos sacerdotes, rabinos o mulás.