Epílogo histórico

En 1606 Pedro Fernández, ahora habitualmente conocido como Pedro de Quirós, fue obligado por vientos contrarios y un motín, a retirarse de Espíritu Santo, una isla de las Nuevas Hébridas que estaba colonizando en la creencia que formaba parte de la costa septentrional de «Australia». Al volver a su casa de Acapulco, en México, volvió a pasar a pocas horas de navegación de las Salomón, pero, quizá porque el general Fernando de Castro y doña Ysabel le habían advertido que no infringiera sus derechos, se alejó. Torres, su segundo en el mando, a quien él había dejado en la estacada, navegó hacia el oeste a las Filipinas por el estrecho que ahora lleva su nombre, descubrió el extremo oriental de Nueva Guinea y avistó la península del cabo de York de Australia, que él tomó por una isla.

La era de la expansión española terminó entonces en una bancarrota nacional, y aunque Pedro Fernández dirigió un memorial tras otro al nuevo rey implorándole que le financiara aun otra expedición misionera, sus esperanzas nunca se realizaron.

Después que Álvaro de Mendaña las descubriera por primera vez, las Salomón quedaron abandonadas durante casi exactamente dos siglos. En 1767, el capitán Carteret de la Golondrina, las avistó mientras cruzaba el Pacífico después de haber redescubierto Santa Cruz, pero no reconoció el grupo porque el cuaderno de bitácora, desesperadamente errado, las había situado a más de mil doscientas millas más hacia el este; tampoco las reconocieron los franceses Bougainville y Surville, que llegaron allí en 1768 y 1769 respectivamente. Fue el cartógrafo Buache el que las identificó con las islas de Mendaña en un informe publicado en 1781.

No se hizo intento alguno de convertir a sus habitantes hasta que un obispo católico, monseñor Épalle, desembarcó allí en 1845 con dieciocho padres maristas; pero el día mismo de su llegada fue asesinado y despojado de su crucifijo, su anillo y su investidura, y en 1848 la misión fue abandonada. Los obispos anglicanos de Melanesia lograron un mejor éxito, aunque algunos de los aldeanos siguen siendo todavía paganos, y tanto las Salomón como las Salomón del Sur, entre las que se incluye Santa Cruz, están ahora bajo la bandera británica.

Los españoles mantuvieron en secreto durante mucho tiempo la posición de las Marquesas para impedir que cayeran en manos británicas, pero el capitán Cook las redescubrió en 1774. Desde que los franceses se las anexionaron en 1842, su población ha declinado en una proporción de cuatro personas por cada cinco; Herman Melville hace una descripción idílica, aunque auténtica, de la vida nativa primitiva en su Typee o A Narrative of a four month’s residence among the natives of a valley in the Marquesas Islands (Typee o Narración de una estancia de cuatro meses entre los nativos de un valle de las islas Marquesas).