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Podría haber sido el caos. La voz podría haberse extendido y miles de soldados, administradores, prefectos y rebeldes de toda índole hubieran podido conducir al imperio a una guerra civil que hubiera acabado con todo el trabajo que Mikal había edificado y Riktors había mantenido.
Podría.
Pero no sucedió. Porque el Mayordomo de palacio era un hombre que sabía que no era adecuado para manejar la responsabilidad que se le entregaba. Porque Kyaren era una mujer de gran presencia de ánimo, capaz de mantener la pena al margen hasta que la necesitara.
Riktors Ashen entró en coma, y cuando salió de ese estado se negó a hablar; aunque sus ojos evidenciaban que podía ver la luz, no parpadeaba cuando se le colocaba algo delante; no respondía; cuando se le levantaban los brazos, éstos permanecían levantados hasta que alguien los bajaba. No merecía la pena cuestionarse su continuidad para gobernar el imperio. Nadie sabía cuándo se recuperaría, si es que llegaba a hacerlo.
Pero pocas personas sabían que pasaba algo. El Mayordomo de palacio dispuso inmediatamente férreos dispositivos de seguridad en los lugares de palacio donde no podía evitarse la verdad: los aposentos de Riktors, donde yacía atendido por dos doctores que sospechaban que, a menos que sucediera algo, nunca saldrían de la habitación con vida. La estancia de Ansset, donde el muchacho del Control perfecto, ahora casi un hombre en estatura y viejo en penas, yacía sollozando histéricamente cuando estaba despierto. La celda de la prisión, donde Josif salió de su drogado estupor y se mató, liando una sábana alrededor de su cuello hasta que se asfixió. Y las habitaciones donde el Mayordomo de palacio y Kyaren se reunían con los oficiales imperiales y les daban las instrucciones de Riktors, como si éste estuviera simplemente ocupado en otro lugar. Los ministros y consejeros que normalmente tenían acceso al emperador fueron enviados a misiones que les mantendrían lejos, para que no pudieran preguntarse por qué se les negaba su presencia. Uno de ellos fue asignado para reemplazar a Ansset como administrador de la Tierra. Y cuando alguien preguntaba por qué Riktors no congregaba a la corte, el Mayordomo replicaba:
—Riktors ha vuelto a traer a casa a su Pájaro Cantor y desean estar a solas.
Todos asentían, y pensaban que comprendían.
Sin embargo, sabían que no podían mantener el engaño durante mucho tiempo. Tenían que tomar una decisión, y ésta era demasiado dura para ellos. Los dos, el Mayordomo y Kyaren, tenían dotes de gobierno y debido a que necesitaban ayuda desesperadamente, dependían el uno del otro y no sentían celos mutuos; así, de un modo gradual, empezaron a pensar como uno solo en casi todos los aspectos a tratar; cuando uno de ellos tomaba una decisión solo, era invariablemente la decisión que hubiera tomado el otro en la misma situación. Sin embargo, necesitaban ayuda, y después de sólo dos semanas, Kyaren decidió hacer lo que sabía que tendrían que haber hecho desde el principio.
Con el consentimiento del Mayordomo, envió un mensaje a Tew, pidiéndole a Esste que dejara la Sala Alta y acudiera a curar los males del imperio.