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Ansset no volvió a cantar en público en la Casa del Canto. Al principio no se dio cuenta. Simplemente, no era su turno de interpretar un solo o un dúo, trío o cuarteto en una Cámara. Sin embargo, cuando todos los miembros de su clase cantaron dos o tres veces y no le pidieron que cantara, primero se sorprendió, pero luego se alarmó. No se ofreció para cantar porque nadie se presentaba voluntario. Esperó y esperó, pero su turno parecía que no llegaba nunca.

No mucho después de que lo advirtiera, los otros miembros de su Cámara empezaron a comentarlo, al principio entre sí, pero luego incluso con el propio Ansset.

—¿Has hecho algo malo? —le preguntaban, uno a uno, a la hora de la comida, en los corredores o en el lavabo—. ¿Por qué te están castigando?

Ansset sólo contestaba encogiéndose de hombros o con un sonido que indicaba: ¿Cómo puedo saberlo? Pero cuando su prohibición de interpretar continuó, empezó a rehuir las preguntas con una frialdad que decía a quien se las hacía que el tema estaba prohibido.

Para Ansset, aquello formaba parte del Control: No podía permitir verse envuelto en especulaciones sobre su misteriosa prohibición, y además su Control tampoco le permitía hacer preguntas. Esste podía continuar así durante todo el tiempo que quisiera. Fuera cual fuese el significado, fuera lo que fuese lo que esperara conseguir, Ansset lo soportaría sin hacer preguntas.

Esste acudía a su celda todos los días, naturalmente, igual que antes. Ser el Maestro Cantor de la Sala Alta significaba tener deberes adicionales, y no librarse de los que ya tenía. Encontrar e instruir al Pájaro Cantor de Mikal era el trabajo de su vida, y que había escogido libremente hacía décadas. La carga no se vería aliviada ni el trabajo terminaría sólo porque Nniv hubiera muerto y la maldita tonta de Kya-Kya hubiera tenido la osadía de afligirla con su trabajo. Esste habló con Ansset, esperando que el niño comprendiera que ella no iba a abandonarle. Pero el niño recibió la noticia sin dar ninguna señal de preocupación, y continuó con las lecciones del día como si no pasara nada.

¿Y por qué debería hacer algo distinto? Hasta que Kya-Kya no había expresado su opinión antes de marcharse, Esste no se había preocupado demasiado. Si Ansset era soberbio en su práctica del Control, también lo era en todo lo demás, y eso era algo que saltaba a la vista. Pero ahora Esste advertía que cada uno de los ejemplos de la aparente falta de preocupación de Ansset era un golpe para ella.

En cuanto a Ansset, éste no tenía ni idea de lo que estaba sucediendo en la mente de Esste. Pues el Control de ella era también soberbio, y no mostraba a Ansset ningún indicio de sus pensamientos y preocupaciones. Así tenían que ser las cosas, suponía. Soy un lago, pensaba, y todas mis paredes son altas. No tengo un lugar bajo. Me hago más profundo cada día.

No se le ocurrió que podría ahogarse.