agradecimientos
No habría chicos Dunbar, ni puente, ni Clay, sin la dureza, la risa y el gran corazón colectivo de Cate Paterson, Erin Clarke y Jane Lawson; todas ellas de mirada clara y palabras sinceras. Todas ellas chicos Dunbar también. Gracias por todo.
A mis amigos y compañeros: Catherine (la Grande) Drayton, Fiona (Riverina) Inglis y Grace (PP) Heifetz, gracias por seguir adelante. Gracias por vuestra buena disposición a envejecer una década o más en esos espartanos días de lectura.
Tracey Cheetham: Si lo de 2016 pudo ocurrir, esto también. La mejor del otro lado de esos puentes.
Judith Haut: Muy pocas personas han soportado mi idiotez más que tú. Es el Arkansas que llevas en la sangre. Gracias, siempre, por tu amor y tu amistad, sea en el río o en la ciudad que sea.
William Callahan: Puede que nunca sepas lo que has sido para este libro. Estuviste ahí para levantarme. Me sobornaste para sacarme del Hades.
Georgia (GBAD) Douglas: La penúltima última. Echaré de menos nuestros tetatets. Cargada de razón hasta la exasperación. Tenemos que hacer esas camisetas.
Bri Collins y Alison Kolani: Ambos, salvadores perennes; ambos, maestros. Irreemplazables.
A estos incondicionales (una palabra fantástica de verdad), gracias por ayudarme durante la década pasada, y en algunos casos más recientemente:
Richard Pine, Jenny Brown (la Más Amable de Todos los Tiempos), Kate Cooper, Clair Roberts, Larry Finlay, Praveen Naidoo, Katie Crawford, Kathy (la «arreglatodo») Dunn, Adrienne Waintraub, Dominique Cimina, Noreen Herits, Christine Labov, John Adamo, Becky Green, Felicia Frazier, Kelly Delaney, Barbara Marcus, Cat Hillerton, Sophie Christopher, Alice Murphy-Pyle y (las genios) Sandy Cull, Jo Thomson y Isabel Warren-Lynch.
A las siguientes personas, nunca subestiméis la amistad y la camaradería que nos habéis ofrecido tanto a mí como a este libro:
Joan DeMayo, Nancy Siscoe, Mandy Hurley, Nancy Hinkel, Amanda Zhorne, Dana Reinhardt, Tom y Laura McNeal, Andy, Sally, Inge, Bernd, Leena, Raff, Gus, Twain, Johnny y TW.
Una mención especial a:
Blockie: Por los paseos con Floyd; por escuchar. Picasso. Todos los caminos llevan a Huddart.
Angus y Masami Hussey: Le dais la vuelta a las reglas del juego, le dais la vuelta a la vida, lo mejor de continentes diferentes.
Jorge Oakim: Treparía a cualquier pared, en cualquier lugar. Gracias por todo.
Vic Morrison: No solo por su consejo sobre música y traslado (y afinación) de pianos, sino por una vida entera de arte y riesgo, y la historia que condujo a los Esclavos.
Halina y Jacek Drwecki: Por su amor y las discusiones sobre los pormenores del polaco, y por las historias de campamentos y cucarachas: «¡Eran enormes!».
Maria y Kiros Alexandratos: Por las primeras conversaciones sobre construcción de puentes.
Tim Lloyd: Por su ayuda y su consejo en todo lo equino, y no menos por darme una vuelta por todo Otford para encontrar algo que se acercase a un mulo.
HZ: Por su típico consejo sardónico sobre cómo darle una paliza a la lengua alemana.
Zdenka Dolejská: Por esa única línea en checo… Cada pequeño pedazo cuenta.
Gracias.
Jules Kelly: Maravillosa guardadora de secretos.
La misteriosa Frau H.
Y Tim Smith: Por toda la inspiración, y por aguardar en el agua.
A la otra mz: las décadas no desaparecen sin más. Desaparecen así. Gracias por hacerme ver lo que sería la vida sin acabar. Como siempre, tú supusiste la diferencia.
Y por último, a los lectores de todo el mundo; Esto no es nada sin vosotros. Gracias por todo de todo.
M. Z.