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El presidente había dicho que permanecerían en la sala de deliberaciones unos veinte minutos como máximo. Salieron al cabo de una hora y media mientras yo me preguntaba —tal como ya había hecho otras veces a propósito de retrasos similares— si serían totalmente incapaces de predecir los tiempos de su trabajo o si lo hacían deliberadamente. Como una exhibición de poder, mezquina y más o menos consciente.
Mirenghi tomó asiento, comprobó que el secretario estuviera en su sitio, dirigió una mirada hacia mí y hacia el calamar gigante, simplemente para comprobar que nosotros también estábamos allí, se puso las gafas y leyó el auto.
—El Tribunal, anulando la reserva acerca de la renovación parcial del debate presentada por la defensa y oído el parecer del fiscal general, señala lo siguiente. La petición de audición en calidad de testigo del anterior defensor del acusado Paolicelli no presenta obstáculos de carácter formal. Examinando las objeciones del ministerio público y las consiguientes observaciones de la defensa, es posible afirmar que:
»Primero, sobre la base de las perspectivas de la defensa, a las cuales es necesario atenerse para evaluar la admisibilidad de las peticiones, la declaración de Macrì no debería girar en torno a los comportamientos del susodicho, sino a las circunstancias de que éste tuviera conocimiento; dentro de dichos límites, la declaración es admisible;
»Segundo, no subsisten perfiles de incompatibilidad según el artículo 197 del Código de Procedimiento Penal: Macrì no ha desarrollado, en efecto, ninguna actividad de investigación defensiva y no se incluye en ninguna de las restantes hipótesis previstas por la mencionada norma;
»Tercero, el secreto profesional puede ser invocado en el transcurso de la declaración, pero no constituye causa de inadmisibilidad de la prueba testimonial.
»Sobre estas bases se considera por tanto admisible la petición de declaración del abogado Macrì.
El presidente concluyó la lectura del decreto con la fecha del aplazamiento y las ulteriores formalidades y declaró finalizada la audiencia.
Mientras los jueces se levantaban para retirarse, yo me acerqué a la jaula sintiéndome encima los ojos de Natsu. Le dije a Paolicelli que todo había ido bien y que podíamos darnos por satisfechos. No le dije lo que había pensado poco antes, cuando él había terminado su declaración. Lo más difícil estaba todavía por llegar.