Capítulo 55

 

SEVILLA, 22 de marzo de 1940

 

 

 

El Mellao había dado órdenes precisas a sus hombres para que encontraran a los fantasmales enemigos que querían atentar contra el Generalísimo. La orden contemplaba un asesinato sin escrúpulos en caso de ser necesario, pero a poder ser si se podía retener y apartar al terrorista para poder hacerle un fugaz interrogatorio y así encontrar al resto, sería lo ideal.
Debían buscar cualquier tipo de movimiento sospechoso. Puso todos sus hombres en ese menester.

 

 

 

Carmen no dejaba de mirar a su tío, el himno había acabado y los vítores se habían calmado al comprobar cómo el caudillo tomaba asiento al lado de una Carmen Polo ataviada con una mantilla española que sobresalía incluso del hombre que tenía apostado detrás. Sus enormes dientes sonreían para un lado y para otro. Tenía esa cara bien ensayada.
Pero su tío no movía ni un músculo.
¿A qué esperaba?
Ese era el momento que sin duda ella hubiera elegido para actuar, todos parecían estar metidos en sus cosas y nadie estaba pendiente de ellos.
Además, la procesión haría acto de presencia en breve y entonces no les sería tan fácil actuar.
Cada segundo que transcurría en realidad corría en su contra. Y su tío, nada, no se movía.
Lo miró fijamente durante unos treinta segundos más, las cornetas anunciaban que los primeros penitentes harían su entrada en la plaza en breves instantes.
Entonces su tío hizo un movimiento, pero quizá no era el que todos estaban esperando.

 

Anselmo se asustó bastante ante lo que vieron sus ojos, agitó su brazo derecho con el movimiento que había anunciado que haría si algo salía mal.

 

 

 

María miraba asustada al hombre que la había agarrado por el brazo, este sonreía. Tenía un aspecto desaliñado, pero la gran navaja afilada y con efectos evidentes de la corrosión que sostenía con la mano que no la agarraba no dejaba lugar a dudas de que era uno de esos temidos asaltantes.
A su mente vino rápidamente que si aquello había sucedido de aquella forma había sido por culpa suya. Pensó que el ataque con las granadas era inminente y, desobedeciendo a Anselmo, que había indicado claramente que hasta que él no hiciera el gesto no la sacaran de su escondite, ya sostenía el artefacto explosivo en su mano.
El hombre colocó la navaja en su propia boca y la sujetó con los labios, con la mano que ahora tenía libre le arrebató la granada a María, que no opuso resistencia.
Estaba paralizada del terror.
—Escúchame bien, tengo permiso para matarte aquí mismo si haces algún movimiento que no me guste. Si colaboras conmigo seguramente acabes con vida —mintió—, así que vente fuera de esta plaza, tenemos que hablar.
María asintió, sin decir nada, solo quería vivir y sin dudarlo se arrepintió de haber formado parte de aquella locura. Su vida en Madrid no era perfecta, su padre había muerto defendiendo la república y su madre mendigaba para poder llevar una barra de pan cada día a su casa. Esa fue la razón por la que se unió a la rebelión gracias a su amigo Javier, pero ahora se arrepentía, y mucho.
Colaboraría en lo que hiciera falta.
Solo quería vivir.

 

Todos los miembros del grupo de los fusiles vieron como Anselmo había hecho el temido movimiento de que algo había salido mal. Ahora faltaba ver quién tenía valor de bajar para ver qué pasaba y quién seguiría escondido para salvar su propio trasero.

 

 

 

Juan solo pudo pensar en Carmen cuando observó que el líder de la misión hacía ese gesto. La localizó rápido y comprobó que al menos ella estaba bien. Aun así decidió bajar a toda prisa para asegurarse de que no le pasara nada.
Dejó el fusil apoyado junto al cristal de la ventana por la que miraba, no le importaba nada de eso, ni siquiera dijo nada a la familia, tan solo comenzó a correr escaleras abajo para llegar cuanto antes hasta la posición en la que estaba su amada.

 

 

 

Manu hizo lo mismo que Juan, sin saberlo. Abandonó el fusil en el piso que había asaltado maniatando al viejo cascarrabias que le había abierto la puerta y bajó a todo trapo para ver qué había pasado.
Ese mismo acto fue imitado por el resto del grupo.
Todos eran una familia.

 

 

 

Al llegar a la calle, Juan no podía echar a correr, se trataba de actuar con normalidad y una carrera entre tanta multitud era justo lo contrario. Aun así, intentó andar lo más rápido posible hacia la posición en la que sabía se encontraba Carmen. Necesitaba ver con sus propios ojos que todo estaba bien, ya no le importaba acabar con la vida de ese carroñero, ahora tan solo le importaba poder vivir su amor, en las condiciones que fuera.
Iba a apartando como podía a la gente, tratando de no llamar la atención. Un simple mal toque con su mano a una mujer podría acabar con esta pegando gritos como una loca y acusándolo de ladrón, solo le faltaba eso ahora.
Siguió atravesando la plaza, Carmen ya no debería andar demasiado lejos.
Lo que no esperaba es lo que sucedió a continuación.

 

 

 

Manu sabía al punto exacto que debía dirigirse.
Bajar a Anselmo de donde estaba era una máxima prioridad, si tenían que huir no iban a hacerlo sin él. Divisó a Pedro y a Manuel mientras se entremezclaban con la gente, no pudo ver ni a Paco ni a Javier, pero supuso que estarían haciendo lo mismo, no eran tan cobardes como para quedarse en sus respectivos escondites.
No sabía lo que había pasado para que Anselmo mostrara la señal de abortar la misión, pero tenía que ser algo grave para haberlo hecho. El plan era demasiado importante como para dejarlo pasar ante cualquier nimiedad.
Al llegar hasta la posición en la que se encontraba Anselmo comprobó cómo todo el grupo del fusil se encontraba en ese punto, a excepción de Juan, que seguro habría ido a buscar él mismo a Carmen.
—¿Qué ha pasado? —preguntó Paco, completamente desconcertado.
—Han cogido a María, por lo poco que he podido ver de su captor, juraría que es un asaltante. Tenemos que irnos de aquí, pero ahora mismo creo que somos blancos fáciles.
Manu se echó la mano a su ahora pelada cabeza, no entendía por qué todo se había ido al garete de aquella manera, pero ahora tocaba huir.
Llegaron Rocío y Antonio, con la misma cara de preocupación que el resto. Antonio sí había visto cómo se llevaban a María, intentó ir a por ella pero su captor se unió a dos más y comprendió que no solo no la salvaría, sino que traería con su acto su propia muerte. Prefería poder poner a salvo al resto de chicos. Por María ya no se podía hacer nada.
Aunque eso le pesaría en la conciencia siempre.
—¿Dónde está Carmen? —quiso saber Anselmo, que sentía como su corazón se aceleraba cada vez más al no llegar su sobrina junto al resto.
—Creo que Juan ha ido a buscarla, no deben de tardar en llegar.
No podía estar más equivocado.
7 dí­as de marzo
titlepage.xhtml
index_split_000.xhtml
index_split_001.xhtml
index_split_002.xhtml
index_split_003.xhtml
index_split_004.xhtml
index_split_005.xhtml
index_split_006.xhtml
index_split_007.xhtml
index_split_008.xhtml
index_split_009.xhtml
index_split_010.xhtml
index_split_011.xhtml
index_split_012.xhtml
index_split_013.xhtml
index_split_014.xhtml
index_split_015.xhtml
index_split_016.xhtml
index_split_017.xhtml
index_split_018.xhtml
index_split_019.xhtml
index_split_020.xhtml
index_split_021.xhtml
index_split_022.xhtml
index_split_023.xhtml
index_split_024.xhtml
index_split_025.xhtml
index_split_026.xhtml
index_split_027.xhtml
index_split_028.xhtml
index_split_029.xhtml
index_split_030.xhtml
index_split_031.xhtml
index_split_032.xhtml
index_split_033.xhtml
index_split_034.xhtml
index_split_035.xhtml
index_split_036.xhtml
index_split_037.xhtml
index_split_038.xhtml
index_split_039.xhtml
index_split_040.xhtml
index_split_041.xhtml
index_split_042.xhtml
index_split_043.xhtml
index_split_044.xhtml
index_split_045.xhtml
index_split_046.xhtml
index_split_047.xhtml
index_split_048.xhtml
index_split_049.xhtml
index_split_050.xhtml
index_split_051.xhtml
index_split_052.xhtml
index_split_053.xhtml
index_split_054.xhtml
index_split_055.xhtml
index_split_056.xhtml
index_split_057.xhtml
index_split_058.xhtml
index_split_059.xhtml
index_split_060.xhtml
index_split_061.xhtml
index_split_062.xhtml
index_split_063.xhtml
index_split_064.xhtml
index_split_065.xhtml
index_split_066.xhtml