Capítulo XXI. De lo que Cortés hizo desque llegó a la villa de la Trinidad, y de los soldados que de aquella salieron para ir en nuestra compañía, y de lo que más le avino
Luego llevaron los más principales de aquella villa aposentar a Cortés y a todos nosotros entre los vecinos, y en las casas del capitán Juan de Grijalva posé Cortés. Y luego mandó Cortés poner su estandarte y pendón real delante de su posada y dar pregones, como se había hecho en Santiago, y mando buscar todo género de armas y comprar otras cosas necesarias y bastimentos; y de aquella villa salieron cinco hermanos, que se decían Pedro de Alvarado y Jorge de Alvarado y Gonzalo y Gómez y Juan de Alvarado, el Viejo Bastardo. El capitán Pedro de Alvarado es el por mi otras veces ya memorado. Y también salió de aquesta villa Alonso de Ávila, capitán que fue cuando lo de Grijalva; y Juan de Escalante, y Pero Sánchez Farfán, y Gonzalo Mejía, que después, el tiempo andando, fue tesorero en Méjico; y un Baena y Juanes de Fuenterrabía; y Lares, el Buen Jinete, llamámoslo así porque hobo otro Lares; y Cristóbal de Olí, el Muy Esforzado, que fue maestro de campo en las guerras mejicanas; y Ortiz, el Músico; y un Gaspar Sánchez, sobrino del tesorero de Cuba; y un Diego de Pineda o Pinedo; y un Alonso Rodríguez, que tenía unas minas ricas de oro; y un Bartolomé García, y otros hidalgos que no me acuerdo sus nombres, y todas personas de mucha valla.
Y desde la Trinidad escribió Cortés a la villa de Santispiritus, que estaba de allí diez y ocho leguas, haciendo saber a todos los vecinos cómo iba aquel viaje a servir a Su Majestad, y con palabras sabrosas y ofrecimientos para traer a si muchas personas de calidad que estaban en aquella villa poblados, que se decían Alonso Hernández Puerto Carrero, primo del conde de Medellín; y Gonzalo de Sandoval, que después, el tiempo andando, fue en Méjico alguacil mayor y aun ocho meses fue gobernador de la Nueva España, y vino Juan Velázquez de León, pariente de Diego Velázquez, y Rodrigo Rengel, y Gonzalo López de Ximena, y un su hermano, y un Juan Sedeño; este Juan Sedeño era vecino de aquella villa, y declárolo ansí porque había en nuestra armada otros dos Juan Sedeños. Y todos estos que he nombrado eran personas muy generosas.
Y luego vinieron desde la villa de Santispiritus a la Trinidad, donde estaba Cortés, y como supo que venían los salió a recibir con todos nosotros, que estábamos en su compañía, y les mostró mucho amor, y ellos le tenían grande acato. Y estos vecinos que he nombrado tenían sus estancias de pan cazabi y manadas de puercos cerca de aquella villa, y cada uno procuró de poner el más bastimento que pudo. Pues estando que estábamos desta manera recogiendo soldados y comprando caballos, que en aquella sazón pocos había y muy caros, y como aquel caballero por mí nombrado que se decía Alonso Hernández Puerto Carrero no tenía caballo ni de qué comprallo, Hernando Cortés le compró una yegua rucia, y dio por ella unas lazadas de oro que traía en la ropa de terciopelo, la cual mandó hacer en Santiago de Cuba, como dicho tengo. Y en aquel instante vino un navío de la Habana aquel puerto, que traía un Juan Sedeño, vecino de la misma Habana, cargado de pan cazabi y tocinos, que iban a vender a unas minas de oro que estaban cerca de Santiago de Cuba; y como saltó en tierra, el Juan Sedeño fue a hacer acato a Cortés, y después de muchas pláticas que tuvieron, le compró el navío y tocino y cazabe fiado, y se fue con nosotros. Ya teníamos once navíos, y todo se nos hacía prósperamente. Gracias a Dios por ello.
Y estando de la manera que he dicho, envió Diego Velázquez cartas y mandamientos para que le detengan el armada a Cortés y le envíen preso, lo cual verán adelante lo que pasó.