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—Papá, tienes que ver esto.

La voz de Paula sonó temblorosa por encima del volumen de la televisión. El hombre se encontraba en esos momentos terminando de barrer el apartamento y lo dejó todo a un lado para reunirse con su hija en mitad de la cocina donde estaba merendando un vaso de leche con cacao. Cuando Flavio apareció con el ceño fruncido, la chica señaló con el vello de punta a la pantalla del televisor donde presentaban una noticia de última hora.  Aparecían dos hombres bien trajeados alrededor de lo que parecía ser una pizarra con el calendario del mes de agosto del 2016. En la pizarra aparecía rodeado con tiza los números 1, 4, 7 y 10 respectivamente. El más jovial de los dos siguió con lo que estaba explicando en el mismo momento en que Paula se los encontró mientras hacía zapping.

—Como iba diciendo, el primer crimen del asesino de «El Bosco» se cometió el día lunes 1 de octubre frente a la entrada del famoso Museo del Prado. El siguiente se cometió el jueves 4 en la fuente de Cibeles. El domingo 7 se cometió en la puerta de Alcalá y por último el miércoles día 10 en el Parque del buen Retiro. Por lo tanto debemos suponer que la fecha para el siguiente asesinato será este próximo sábado 13. ¿Tú qué opinas, Nelson?

—Opino que será mañana, César.

El otro hombre sonrió brevemente a la cámara mientras se colocaba las gafas en su prolongado tabique nasal.

—¿Qué está sucediendo? —preguntó Flavio sin entender nada del asunto.

—La gente está comenzando a darse cuenta de las mismas cosas que nosotros —respondió Paula—. Saben que hay un intervalo de tres días entre los crímenes.

La chica dejó a un lado su vaso de leche y se cruzó de brazos mientras atendía al programa con rigurosidad.

—A continuación, pondremos en las pantallas la lista de nombres de personas desaparecidas en estas últimas semanas en Madrid junto a su edad. Si alguno de ustedes conoce o ha visto a algunas de las personas que aparecen, no duden en llamar a nuestro número de teléfono o a la policía: José Soler (09), Joaquín Medina (17), Vanesa Corbacho (22), Laura Márquez (35), Roberto Manrique (25), Miriam Jiménez (43) Amanda Rojas (59).

—Es una pena que desaparezcan tantas personas diariamente —opinó Nelson.

—Pues sí... Así que ya sabéis todos ustedes que nos veis desde casa, no salgáis a la calle sin estar acompañados de un amigo, familiar o persona de confianza y siempre evitad salir de noche a menos que sea totalmente necesario, porque el asesino de «El Bosco» permanece suelto.

—A continuación, nos hemos lanzado a la calle y hemos pedido vuestra opinión sobre este caso que nos está poniendo los vellos de punta. La pregunta ha sido muy sencilla. ¿Tiene usted miedo de caminar tranquilamente por la calle?

 

De repente, la imagen cambió de estar en plató, a estar a plena luz del día por las calles de Madrid. Apareció César apuntando directamente con el micrófono hacia un grupo de amigas que parecían venir de compras ya que andaban cargadas de bolsas. Una de ellas se decidió a hablar agarrando directamente del brazo al presentador para acercarse cuento podía el artefacto a la boca.

—Sinceramente, sí que estamos atemorizadas a la hora de salir a la calle, pero como pueden ver, voy bien acompañada de mis otras cuatro amigas con las que me siento segura. Si el asesino de «El Bosco» se atreviese a enfrentarse a alguna de nosotras, las demás la defenderíamos.

Acto seguido, se miraron unas a otras y comenzaron a reír estridentemente como si les hubieran contado un chiste malo. Otra de las chicas arrebató el micrófono a su amiga y comenzaron a hablar de forma dispar entre todas.

—Hay que ser francos. Todas las que estamos aquí sabemos que podemos permitirnos el lujo de caminar por la calle porque ninguna de nosotras somos unas pecadoras.

—Tiene razón, ese asesino sólo mata a personas pecadoras que no merecen vivir tanto como nosotras.

—¡Es verdad!

—¿A quién queremos engañar? A nosotras no nos pasará nada.

El presentador se quedó perplejo al ver la extraña reacción de las chicas. Se llevó el micrófono a la boca e hizo otra pregunta.

—¿Sois conscientes de lo que estáis diciendo? Estáis hablando de vidas humanas.

—¿Usted ha pecado? —preguntó la chica del fondo.

—No... claro que no...

—Entonces no tiene nada que temer.

De repente, la adolescente del fondo se precipitó sobre la cámara y gritó enfurecida

—Ya era hora que alguien limpiase la basura en el mundo. ¡MUERTE PARA LOS PECADORES!

Flavio apagó de inmediato la televisión y ambos permanecieron un largo rato en silencio. Parecía que la población madrileña empezaba a dividirse en dos campos o mentalidades muy dispares: las personas que están en contra del asesino y las que se posicionaban en favor de la muerte de los pecadores. El simple hecho de pensar que existían personas a favor de la muerte de otras le produjo a Paula un fuerte escalofrío.

—Papá... —dijo casi en un susurro.

Flavio permaneció pensativo y a la vez frustrado con la mentalidad humana durante unos segundos más. Después se giró hacia su hija con suavidad y pudo comprobar que estaba temblando.

—¿Qué te pasa?

—Tengo miedo...

El padre rodeó a su hija con los brazos y ésta ocultó el rostro en su pecho aún temblando. Después apoyó su cabeza sobre la de ella.

—Tenemos que detener esta situación cuanto antes o se nos irá de las manos.

Paula dudó sobre lo que el hombre acababa de decir.

—¿Tenemos? ¿Aún cuentas conmigo después de lo que acaba de ocurrir con mamá?

Flavio asintió sin dejar de abrazarla con fuerza.

—Te necesito conmigo en esto. Sabes que sin ti no sería nadie y no podría avanzar.

La chica sonrió de oreja a oreja a pesar del miedo que sentía en ese momento.

—Pues tenemos que ponernos ya manos a la obra porque mañana actuará de nuevo. —dijo finalmente.

Ambos se separaron y emprendieron el camino hacia el tablón colgado de la pared donde el agente de policía anotaba toda la investigación. Apuntó con el dedo directamente hacia el mapa del centro de Madrid y recorrió uno por uno los lugares en los que se habían cometido los asesinatos. Después meditó delante del mapa todas las posibilidades en cuanto a lugares concurridos donde se pudiera perpetrar el próximo.

Se encontraba nervioso y cada segundo que pasaba se ponía más tenso al darse cuenta de que apenas tenía unas cuantas horas por delante, las cuales transcurrían con mucha rapidez. Flavio tuvo la sensación de que cuanto más necesitaba adelantar en la investigación, más rápido pasaba el tiempo sin apenas progresar.

A lo largo de toda la investigación hasta el momento en que se encontraba, estuvo a punto de desistir, pero su hija fue un apoyo constante día y noche a pesar de no haber querido involucrarla. Allí mismo estaba ella, a su lado y señalando los posibles lugares cercanos al Parque del Retiro con un lápiz. Rodeó con un rotulador el Hospital del Niño Jesús, la Real Fábrica de Tapices y el Real Jardín Botánico que se encontraba prácticamente anexo al Museo del Prado.

—No tengo ni idea de cuál de estos tres sitios podría ser... —dijo abatida.

—Veamos... En mi opinión, podríamos quitar de la lista la fábrica de tapices porque no creo que sea tan concurrida como el resto de lugares.

—Entonces nos queda el hospital y el jardín botánico —concretó Paula.

—Aquí es cuando me pierdo… —dijo Flavio mordiendo otro rotulador.

—Tendremos que repartirnos en dos grupos. Yo puedo ir con Marcela al jardín botánico y tú puedes ir en cambio al hospital.

 

El infierno del Bosco
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