40

 

 

 

El Museo del Prado es obra de Juan de Villanueva y consta de una colección de alrededor de ocho mil seiscientas obras de arte. Esta obra arquitectónica también es Neoclásica. Al año recibe una cantidad enorme de visitantes que contemplan maravillados una de las mejores colecciones de arte del mundo.

Paula y Flavio llevaban unas dos horas esperando en la cola para entrar y se encontraban ya a un metro de distancia de la entrada. Se miraron mutuamente y resoplaron al comprobar que solo tenían a una pareja por delante de ellos.

—Menos mal que ya vamos a entrar. —dijo el hombre—. Comenzaba a creer que nunca lo haríamos.

—Me gustaría aprovechar esta visita al museo y contemplar muchas otras obras de arte, pero la situación requiere que preguntemos directamente por la nave donde se encuentra la colección de «El Bosco» —la pareja que tenían delante avanzó y la chica agarró de la manga a su padre hasta introducirlo en el museo—. No puedo entender cómo todo el mundo puede pasar con tanta tranquilidad por un lugar donde, hace nada, ha aparecido una persona asesinada.

—La gente no ha olvidado, la tensión se respira en el ambiente —respondió Flavio.

Ambos se dirigieron a la taquilla, donde Flavio pagó su entrada. Paula pasó gratuitamente.

—Por cierto, una pregunta —se dirigió Paula directamente hacia la taquillera—. ¿Dónde podemos encontrar la colección del Bosco?

—Sala 56a —respondió de manera concisa.

—Muchas gracias. Ya has oído, papá. Sala 56a —el hombre y la adolescente cruzaron sus miradas y comenzaron a recorrer las galerías del museo dejando atrás colecciones de tal calibre como las de Francisco de Goya o Velázquez.

Multitud de personas se encontraban en ese momento observando las pinturas colgadas de las paredes de las salas. Paula y Flavio tuvieron que esquivar a un grupo de ancianos que se habían aglomerado en la entrada de una sala y a varios niños inquietos que se cruzaban en el camino. Cuando por fin llegaron a su destino, un universo Bosquiano se abrió paso ante sus ojos. Parecía que esa sala la habían reservado en concreto para el artista gótico de pintura flamenca.

Lo que primero llamó la atención de ellos fue el cuadro Extracción de la piedra de la locura. Paula dio por sentado que el grupo de personas que lo observaba con cara de interrogante no habían caído en la cuenta de su enlace con el asesinato cometido hacía alrededor de una semana en las mismas puertas del museo. En cambio, fue algo completamente distinto lo que llamó la atención de Flavio. En el centro de la sala se encontraba una extraña mesa de unos 120 cm x 150 cm que parecía ser la atracción principal.

—Ese es nuestro destino —le dijo a su hija.

La mesa de los pecados capitales se encontraba rodeada por una madre con su marido e hijo pequeño, un grupo de dos jóvenes que se encontraban cogidos de la mano y una chica solitaria de unos veinte años que dibujaba en un cuaderno la pintura. Hicieron un hueco entre la multitud y contemplaron maravillados durante unos segundos la obra, que para variar no se encontraba sobre un lienzo, sino sobre una tabla de madera.

 —Tienes que comenzar a explicarme la pintura —comentó el agente al ver que su hija se encontraba con la boca abierta y no reaccionaba.

Pareció que la había sacado de los más profundos de sus pensamientos, puesto que se sobresaltó ante la voz de su padre, y asintió recogiéndose un mechón de pelo detrás de la oreja.

—Está bien —dijo aclarándose la garganta. Todos los presentes parecieron parar de observar la obra y se giraron hacia la chica para escucharla—. ¿Por dónde empiezo?

—Por donde tú quieras.

—Vale... Antes de nada tendrás que saber que éste no es un cuadro como otro cualquiera, sino que se trata de un tablero donde el artista pintó la obra.

La chica que dibujaba la pintura dejó de hacerlo y se dispuso a atender a Paula. Ésta prosiguió.

—Como ya sabes, esta tabla escenifica los siete pecados capitales. Por orden son: Gula, Pereza, Lujuria, Soberbia, Ira, Envidia y Avaricia. El cuadro pues, se divide en cinco circunferencias, siendo la central más grande que el resto, las cuales se sitúan en cada esquina del tablero. Estos círculos que marcan las esquinas representan las... —cerró los ojos con fuerza—. No recuerdo bien el nombre...

—No te preocupes. —la tranquilizó su padre.

—No, no. Dame un segundo, que lo recordaré —todos la miraron sin decir absolutamente nada—. ¡Postrimerías! Eso es, representan las postrimerías.

—¿Y eso qué es? —objetó con curiosidad la madre que allí se encontraba.

—La muerte, el juicio, el infierno y la gloria —señaló con el dedo uno a uno. Se volvió hacia Flavio—. Si te fijas bien, en el primer círculo se ve a la perfección cómo un hombre ha fallecido y a su alrededor se encuentra rondando tanto a un ángel, como un demonio. A su vez, la muerte es representada en forma de esqueleto.

Todo el mundo se acercó para ver con entusiasmo el lugar donde la chica señalaba.

—En segundo lugar, tenemos el momento crucial donde el alma del fallecido es sometida a un juicio para determinar si corresponde al Infierno o Paraíso junto a Dios.

—Y por último, la condena o la glorificación.

—De acuerdo —dijo Paula tomándose un respiro—. Ahora es cuando llega lo interesante. Si te fijas bien, el centro se divide en tres circunferencias concéntricas que simbolizan el ojo de Dios. En la pupila de dicho ojo se sitúa Jesucristo como varón de dolores.

—¿Varón de dolores?

—Sí, Jesucristo justo en el momento después de salir de su tumba tras volver a la vida. En las manos aún tiene los estigmas de los clavos de la Cruz. También se aprecia la herida en el costado producida por la lanza de Longinos.

—Nuestra inscripción... —susurró Flavio.

—Exacto. Bajo los pies de Cristo se encuentra la inscripción en latín «Cave Cave D (omin) Us Videt» que significa “Cuidado, cuidado, Dios lo ve”. Dejando claro que Dios se encuentra en los cielos viendo cada una de nuestras acciones, infundando en los humanos el miedo a cometer alguno de los siete pecados capitales expuestos por «El Bosco». De esta forma, las pinturas del artista tenían un sentido informativo y a la vez eran tomadas como una voz de alarma para que la gente no pecase.

La mujer que sostenía a su hijo pequeño entre sus piernas comenzó a aplaudir en silencio mientras que la pareja de jóvenes dieron las gracias a Paula por servirles gratuitamente de guía con una de las obras a la que la mayoría de la gente no le presta la atención que merece, simplemente porque no la terminan de comprender.

—No tenéis que darme las gracias —repuso la joven sonriente al ver que sus horas de lectura no habían sido en vano—. Solamente me gusta leer y aprender sobre arte.

—Lo has hecho fenomenal —confesó su padre—. Ahora tienes que explicarme por último cada pecado capital, y ten por seguro que después voy a comprarte el helado más grande de todos.

La joven rio.

—Lo quiero de chocolate y nata con piñones.

—Hecho.

—Pues muy bien —reanudó sus explicaciones de nuevo—. Comencemos por orden. En el caso de la Gula, es una escena de interior con cuatro personajes, donde aparece un hombre obeso en la mesa de un banquete. A la derecha, otra persona bebe de pie ansiosamente de una jarra de vino, lo que provoca que se le caiga el líquido por la comisura de los labios. A la izquierda, una mujer presenta una nueva vianda en una bandeja. Aparece también un niño obeso, simbolizando el mal ejemplo que se da a la infancia, que reclama la atención de su orondo padre. En primer plano, una salchicha se asa al fuego.

Flavio no pudo reprimir su esfuerzo por recordar el cadáver de Diana Cruz flotando en el agua de la fuente de Cibeles.

—Es un tanto perturbador —concretó.

—Después tenemos la Pereza o acidia, donde un eclesiástico duerme ante su chimenea, mientras que una elegante mujer, que simboliza La Fe, trata de despertarlo para que cumpla con sus deberes de oración. Recuerda a Daniel Benítez y lo que su madre nos dijo sobre que su hijo había perdido la fe en Dios y no hacía absolutamente nada al respecto. Este pecado se considera uno de los más críticos y castigados ya que los perezosos están evitando sus obligaciones de oración con la religión cristiana y es una falta del respeto hacia el Señor.

—Sobre la chimenea hay una vela encendida que también simboliza el ojo de Dios que todo lo ve. El siguiente pecado es la Lujuria.

—Es lo que más me preocupa ahora mismo, ya que si el asesino va en orden con sus asesinatos, la Lujuria sería el siguiente.

—Exactamente, es el pecado original que cometieron Adán y Eva y por lo que fueron expulsados del paraíso.

—¡Un momento! —la interrumpió su padre—Creía que el pecado original era que Eva comió una manzana del árbol prohibido inducida por una serpiente que era el demonio.

—Papá —le respondió Paula—, el tema de la manzana y el árbol no es otra cosa que una metáfora ideada por la iglesia para evitar contar que lo que hicieron fue tener relaciones sexuales.

—Me estás dejando de piedra —admitió el hombre.

—Lo sé —rio de nuevo y prosiguió con su historia—. En el campo se encuentra una gran tienda de color rojo intenso que simboliza la pasión, en la que dos parejas de enamorados comen alegremente. A un lado, hay juglares o bufones. Y en primer plano, instrumentos musicales que simbolizan la Lujuria.

Flavio resopló y se peinó los cabellos con la mano. Su hija estaba dando la gran conferencia de su vida y él sólo estaba enterándose de pequeños conceptos aislados.

—La Soberbia o vanidad. Una mujer se encuentra en su hogar en un día cotidiano donde se mira en el espejo que tiene en el armario, que a su vez, está sostenido por un demonio. Después tenemos la Ira, que se representa a través de dos campesinos peleándose a la puerta de una posada con jarras de bebidas en las manos. Uno de ellos es detenido por una mujer, mientras que el otro tiene un banco en la cabeza.La Envidia es uno de los pecados más comunes en el mundo. Aparece una pareja de enamorados. Un burgués intenta seducir a la pareja del otro. Por otro lado, un mercader observa con envidia a un joven noble simbolizado por el halcón en el puño. Y dos perros se debaten por un hueso que roer.Y por último, la Avaricia. Se representa un juicio en el que el juez, lejos de impartir justicia, acepta un soborno de una de las partes o incluso de las dos partes en litigio.

Flavio miró orgulloso a su hija que le acababa de explicar por completo una obra del Bosco. Sentía miedo en su interior tan solo de pensar que la próxima víctima sería un pecador de Lujuria y después, los asesinatos no pararían hasta haber completado los siete.

Tenían que darse prisa en encontrar al asesino y capturarlo.

—Ya he terminado de explicarte esta obra —dijo Paula orgullosa de sí misma.

—¿Esta obra? —preguntó desconcertado.

—Exacto, ésta. Aún nos queda otro cuadro mucho más grande por ver...

 

El infierno del Bosco
titlepage.xhtml
part0000_split_000.html
part0000_split_001.html
part0000_split_002.html
part0000_split_003.html
part0000_split_004.html
part0000_split_005.html
part0000_split_006.html
part0000_split_007.html
part0000_split_008.html
part0000_split_009.html
part0000_split_010.html
part0000_split_011.html
part0000_split_012.html
part0000_split_013.html
part0000_split_014.html
part0000_split_015.html
part0000_split_016.html
part0000_split_017.html
part0000_split_018.html
part0000_split_019.html
part0000_split_020.html
part0000_split_021.html
part0000_split_022.html
part0000_split_023.html
part0000_split_024.html
part0000_split_025.html
part0000_split_026.html
part0000_split_027.html
part0000_split_028.html
part0000_split_029.html
part0000_split_030.html
part0000_split_031.html
part0000_split_032.html
part0000_split_033.html
part0000_split_034.html
part0000_split_035.html
part0000_split_036.html
part0000_split_037.html
part0000_split_038.html
part0000_split_039.html
part0000_split_040.html
part0000_split_041.html
part0000_split_042.html
part0000_split_043.html
part0000_split_044.html
part0000_split_045.html
part0000_split_046.html
part0000_split_047.html
part0000_split_048.html
part0000_split_049.html
part0000_split_050.html
part0000_split_051.html
part0000_split_052.html
part0000_split_053.html
part0000_split_054.html
part0000_split_055.html
part0000_split_056.html
part0000_split_057.html
part0000_split_058.html
part0000_split_059.html
part0000_split_060.html
part0000_split_061.html
part0000_split_062.html
part0000_split_063.html
part0000_split_064.html
part0000_split_065.html
part0000_split_066.html
part0000_split_067.html
part0000_split_068.html
part0000_split_069.html
part0000_split_070.html
part0000_split_071.html
part0000_split_072.html
part0000_split_073.html
part0000_split_074.html
part0000_split_075.html
part0000_split_076.html
part0000_split_077.html
part0000_split_078.html
part0000_split_079.html
part0000_split_080.html
part0000_split_081.html
part0000_split_082.html
part0000_split_083.html
part0000_split_084.html
part0000_split_085.html
part0000_split_086.html
part0000_split_087.html
part0000_split_088.html
part0000_split_089.html
part0000_split_090.html
part0000_split_091.html
part0000_split_092.html
part0000_split_093.html
part0000_split_094.html
part0000_split_095.html
part0000_split_096.html
part0000_split_097.html
part0000_split_098.html
part0000_split_099.html
part0000_split_100.html
part0000_split_101.html
part0000_split_102.html
part0000_split_103.html
part0000_split_104.html
part0000_split_105.html
part0000_split_106.html
part0000_split_107.html
part0000_split_108.html
part0000_split_109.html
part0000_split_110.html
part0000_split_111.html