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La joven dejó que el agua le mojase los cabellos, haciendo que se le despejasen las ideas. El líquido estaba caliente y le recorría el cuerpo con generosidad. Hundió la cabeza y retiró con las manos el exceso de agua del rostro. Cogió el gel y lo vertió en la esponja de ducha y empezó a hacer espuma. Una vez la cantidad de jabón era la adecuada, comenzó a restregarse el cuerpo comenzando por los hombros y brazos.
Una vez salió de la ducha, se secó con la toalla el cuerpo y se enrolló el pelo con otra. Se miró al espejo, cogió su cepillo de dientes y la pasta dental. Entonces se quedó en silencio, frente al espejo, mientras se observaba con la pasta de dientes en la mano. Después, la abrió y se la llevó a la boca.
Sin darse cuenta, se estaba comiendo la crema dental.