18

 

 

 

Flavio abrió el ordenador portátil y apretó el botón de encender. Esperó ansioso a que el aparato terminase las operaciones iniciales y observó con desconcierto a su asustada hija que permanecía a su lado con la biografía del pintor gótico Hieronymus Van Aken apodado «Bosch» o «El Bosco». Dicho apodo lo heredó de su lugar de nacimiento, la ciudad de Hertogenbosch en Holanda.

Con las piernas temblando de la emoción, el agente de policía comprobó que su portátil había acabado la operación. Se dirigió con la flecha del cursor hacia una carpeta llamada «Caso tulipán» y pinchó. Las fotografías del asesinato aparecieron en la pantalla a la vez que Paula volvía a abrir su libro por la página donde aparecía el cuadro Extracción de la piedra de la locura. Flavio corroboró horrorizado que su hija estaba en lo cierto, algún desalmado había escenificado la grotesca pintura en un espeluznante asesinato.

—No puedo creerlo... —susurró parpadeando—. Tienes que explicarme de inmediato lo que significa esta pintura. Ahora comprendo por qué el cuerpo ha aparecido en la puerta del museo. Estaba haciendo alusión a esta obra de arte...

—Realmente, no sé cómo nadie se ha dado cuenta de ello antes. Sabía que había visto esta imagen en algún lado, pero no conseguía acordarme...

—Vamos... —dijo el hombre sin apartar la mirada del cuadro—. Dime qué significa.

—Pues... esta obra de arte muestra la locura y la cordura a la vez. Es una especie de operación quirúrgica que se realizaba en la Edad Media que consistía en la extirpación de una piedra que causaba la necedad del hombre.

—¿La operación es una metáfora de algo?

—No. Realmente la creencia de que existía una piedra en el cerebro era cierta en la época. Pensaban que los locos o los necios eran portadores de una pequeña piedra que presionaba su cerebro y era necesaria una operación.

—Es interesante... —dijo de forma seria— pero aquí aparecen más personajes.

—Sí, aparece un falso doctor que lleva un gran embudo en la cabeza en vez de birrete. Eso es símbolo de la estupidez. Le está extrayendo la piedra a un hombre que mira al público.

—Pero aquí no veo una piedra, sino un tulipán blanco.

—En el cuadro, la piedra es en realidad el tulipán.

—En el caso del asesinato, se encontró también la piedra además de la flor incrustada en el cerebro.

—Eso tiene que deberse a que el asesino creyó que si no introducía la piedra, nadie se daría cuenta de la referencia a la obra de arte.

—Claro que sí. Quiere que sepamos de esta pintura. De eso no hay duda. Continúa.

La chica asintió rápidamente y tomó aire.

—Si te fijas, la bolsa de dinero del hombre es atravesada por un puñal —dijo señalando con el dedo en la fotografía—, símbolo de la estafa. Aparecen también un fraile y una monja con un libro cerrado sobre su cabeza, esto es una clara alegoría a la superstición e ignorancia de la que se le acusaba al clero en la época.

—Imagino que también a la ignorancia por la estúpida creencia de la piedra.

—Exacto. Y esta curiosidad te gustará —dijo sonriente—. El cuadro, con su forma ovalada, evoca un espejo que refleja al mundo su propia estupidez al intentar superarla de este modo tan erróneo.

El hombre rio tímidamente.

—Es cierto que eran más estúpidas las personas que creían en la teoría de la piedra en el cerebro que los propios enfermos —objetó.

Paula sonrió forzada ya que en los últimos días no había estado muy bien con su padre y se sentó junto a él en el sofá. Las calles de Madrid permanecían en silencio a esas horas de la mañana y todo el mundo intentaba dormir procurando escapar del calor estival. Sin embargo, fuera hacía una brisa agradable.

—Ya sabes todo lo que yo sé de esta pintura —apoyó la cabeza en el hombro del hombre—. Lo que tienes que averiguar es por qué el asesino quiere guiarte hasta «El Bosco».

—¿Sabes? Nunca pude imaginar que mi propia hija fuese mejor que yo en mi trabajo... Tendré que llevarte conmigo a cada investigación que haga —bromeó.

Paula rio agradecida por el comentario de su padre y lo abrazó con fuerza.

—Sería una manera fantástica de pasar tiempo juntos... —susurró mientras cerraba los ojos lentamente—. Puedo aportarte toda la información que quieras sobre arte...

La joven se quedó dormida abrazada a Flavio. Éste observó la plácida sonrisa de ella mientras dormía sobre su hombro, la rodeó con su brazo y también se quedó dormido.

 

El infierno del Bosco
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