25
Descorrió las cortinas y dejó pasar la luz hasta invadir la sala. Paula se encontraba observando desde su habitación cómo su padre entraba en la casa con un gran tablón de corcho. Descolgó los cuadros de una de las paredes y colocó el corcho en su lugar.Después encendió su ordenador portátil y la impresora. Se sentó frente al aparato y comenzó a imprimir las fotografías del primer asesinato.
Paula se llevó las manos a la boca al comprobar cómo su padre colgaba con la ayuda de una chincheta la fotografía de un hombre con la cabeza abierta.
—Es horrible... —susurró.
—Pero necesario para mi investigación.
Cuando terminó de imprimir y colgar de la pared todas las fotos del primer asesinato, colocó un papel sobre ellas con un número «1» pintado a rotulador.
—Caso número uno —expuso.
Después, comenzó a seleccionar de nuevo en el ordenador portátil todas las fotografías sobre la aparición del cuerpo de la oronda mujer y las imprimió. Una vez que todas las fotografías fueron expuestas de la misma forma, pegó sobre ellas otro papel con el número «2».
—Caso número dos —volvió a decir.
La joven se acercó con lentitud y los brazos cruzados y observó con terror las fotografías de una mujer flotando en el agua. Una extraña inscripción escrita en sangre y el cuerpo casi sin plumas de un búho.
—Cave Cave Dus Videt —leyó en voz alta. —¿Qué significa?
—Esperaba que tú lo supieses y me echases una mano con los casos.
—¿Yo por qué?
—Porque creo que todo esto está relacionado con cosas de las que tú tienes más conocimientos que yo. Y eso me lo demostraste con tu deducción sobre «El Bosco».
—Que te ayudase una vez no implica que sepa resolver los demás casos de asesinatos. No tengo idea alguna sobre la inscripción en sangre. No sé qué es lo que dice.
Flavio resopló mientras su hija daba la espalda a las fotografías colgadas de la pared.
—Quizás ahora no sepas cómo ayudarme, pero siento que algo grande se avecina y que tú estarás ahí para ayudarme —se le acercó y la cogió de la mano hasta apretarla con fuerza con las suyas.
Paula sonrió complacida de oreja a oreja.
—Después de contarte todo lo que sabía, lo pensé infinidad de veces y me entró el pánico —dijo ella con los ojos llenos de lágrimas—. ¿Y si me equivoqué y te he desviado con mis deducciones de la realidad? ¿Y si por mi culpa no logras atrapar al asesino? Nunca me lo podría perdonar...
—Eso nunca sucederá y lo sabes. Estoy cien por cien seguro que tus deducciones sobre la alusión al cuadro Extracción de la piedra de la locuraen el asesinato son correctas. Es más —se levantó del sofá y escribió con el rotulador algo en un trozo de papel alargado que después colocó en la cima de todas las fotografías—, creo que debemos investigar por ese camino mucho más.
—¿El Bosco? —preguntó Paula sorprendida. —El asesino de «El Bosco»...