53
―Tengo un conflicto ―Jesse tomó mi brazo y a paso seguro nos llevó de regreso al Centro.
―Soy todo oídos.
―Primero, quiero aclarar que estoy loca por Alan. Y que Josh simplemente ya no es nada para mi.
―Pero…
―Pero un minuto quiero arrancarle la ropa, y el siguiente solo quiero apuñalarlo, en el cuello, con una cuchara de plástico.
―Mmm, alguna vez vi eso en una película ―recargué mi cabeza en su hombro descuidadamente. Sentía mucho cariño por el hombre de cabello naranja. Que afortunada era por tener amigos como él. Pocos, pero sustanciales.
―Me pidió matrimonio…
― ¿Josh?
―No, no Josh… Alan.
―Ay, mi pobre amigo. Si sabes que eso es por desesperación, ¿verdad? ―Asentí. Aunque eso no le quitaba lo doloroso― ¿Y qué respondiste?
―Que no ―el silencio que siguió, fue abrumador―. No es que no lo quiera, lo quiero. Diablos, Jesse, ¡lo adoro! Solo desearía que fuera más despacio.
―Dile eso; Dile que quieres llevar las cosas con calma. Salgan con otras personas. Cono…
― ¡No!
―Aaahhh, ahí está el conflicto. Quieres ir más despacio, pero no quieres que el salga con otras personas ― ¡por supuesto que no! Jesse estaba oficialmente loco, ¿cómo se le ocurría tal cosa?
―Soy un lio, Jesse.
―No, Chris, eres mujer.
La amistad no es real si las dos partes no tienen el derecho de decirse: ¡Vete al diablo! No se lo dije, aunque no hacía falta, Jesse lo sintió y lo aceptó con una sonrisa.
∼∼∼§∼∼∼
Alan desapareció. Literalmente. No supe cómo sentirme, no supe si sentir dolor, enojo, ¿indignación porque no se agarró a golpes con Josh? Una simple nota fue todo lo que dejo.
Regresamos en un par de días.
∼∼∼§∼∼∼
―Dorothy… ―solo a Jesse se le ocurría decirme así, volteé para encontrarme con el simpático hombre de cabello color zanahoria―. ¿Por qué tan lejos de Kansas, mi queridísima Dorothy?
―Que tonto eres… ―lo invité a sentar junto a mi con una palmada en la arena―. Yo soy Cosita, ¿no has oído a mi Cosota? ―aceptó mi invitación e inmediatamente se quitó los zapatos para sentir la arena entre los dedos.
―Odio cuando derraman miel ― ¡Mentiroso! ―. A mi me gusta más Dorothy, siento que te ajusta mejor.
― ¿Por qué?
―Porque Dorothy también está perdida ―Jesse me conocía bien. Mejor de lo que yo esperaba.
―Tienes razón.
Por un par de minutos solo se escuchó el tranquilo olaje, la quietud, el poderío.
―Alex pregonó a los cuatro vientos que estás comprometida con su papá, Alan dejó un par de instrucciones y desapareció junto a su hijo, y a ti te veo muy callada… ¿Quieres hablar de algo?
― ¿Alex dijo que estamos comprometidos?
―Según Randall ―no podía juntar el valor de decir las palabras que se repetían en mi cabeza una y otra vez, y que obviamente eran verdad―. Definitivamente no quieres un compromiso de esa dimensión, ¿verdad? ―No era eso…
―Solo creo que nos estamos moviendo muy rápido. Josh solo apresuró las cosas.
A la comisura de su boca le costó trabajo esconder la sonrisa―. Chris, Dorothy, ustedes dos fueron de no conocerse a vivir juntos en cuestión de minutos. Creo que la palabra ‘rápido’ no tiene el mismo significado para ustedes que para los demás mortales ―ahí tenía un punto―. ¿Tú crees que no podía conseguirte otro hospedaje? Estamos hablando de que te dejó dormir bajo el mismo techo que Alex ―y yo estaba honrada por eso―. Te pudiste negar. Convivir con un niño de cinco años no es fácil, sobre todo cuando no es tuyo. ¿Y tú qué hiciste? Lo arropaste, lo arrullaste, lo alimentaste. Muy en el fondo sabían que estaban destinados a ser familia ―ahí había otro punto, fue inmediato el amor que sentí por Alex―. ¿Cuál es el problema, Chris?
―Yo… yo… ―me dio tiempo a que juntara un poquito más de valor, entrelazo sus dedos con los míos y los apretó, me dio el valor que me faltaba―. No los merezco, estoy dañada. Solo los voy a ser infelices ―ahora fue el tiempo de Jesse de guardar silencio y juntar el valor para decirme que tenía razón.
Finalmente, suspiró. Esperé la bomba paciente, aunque ya lo sabía, escucharlo de los labios de Jesse iba a resultar doloroso.
―Necesitas terapia ―mi risa fue seca, ahí tenía otro buen punto―, pero creo que estás equivocada. Lo único que has hecho, es hacerlos felices. Más bien no te has dado cuenta que la vida es una ruleta donde apostamos todos, a ti te había tocado solo perder, Chris, ya llego tú turno de ganar ―Alan y Alex eran un gran premio, no creía merecerlos― Y, solo por experiencia voy a decir, que a veces las cosas que más lamentamos, son las cosas que no hacemos. Eso es todo lo que digo.
―Fue un grave, gravísimo error dejarlos ir, ¿verdad?
Ansia, no, angustia, pesadumbre me empezó a consumir. ¿Y si no los podía recuperar? ¿Y si los perdía para siempre?
―Dorothy, ese error en particular, todavía lo puedes corregir. Levanta tú trasero y corrígelo.
Pase lo que resto de la tarde perdida en el mar. En la cama que formaban las rocas y que descubrí junto a Alan… Mi Cosa… Y mi Cielo… Mis todo. En planear cómo llegar a la casa de Alejandra y rogar para que me concediera a su chiquito y al mayor de sus nietos.
Una aparición, eso era Josh. Aun en la obscuridad, bajo sombras, distinguí perfectamente su silueta, una hermosa silueta está de más decir.
―Por todos los cielos, Josh, ¿qué quieres?
―A ti. Te quiero a ti ―de ninguna manera iba a dejar que pisara la casa de Alan. Desvié mi camino y me dirigí a la puerta principal del Centro. Sentí su mirada, su presencia en cada paso. Era cierto eso de la Luna y la Noche, simplemente no podía estar una sin la otra.
En la puerta principal, en la banca de concreto que me recibió el primer día de mi nueva vida, me senté derrotada. Acaricié la inscripción: “En memoria de mi amada April”, con dedos temblorosos.
― ¿Alguna vez lo imaginas?
Me sorprendió al acariciar la inscripción de la misma manera que yo lo hacía―. Casi todas las noches. Es en lo último que pienso antes de dormir. Es lo que me ayudo a sobrevivir tú ausencia ―tuve que pasar las alergias. Nunca esperé esa respuesta de él.
―Yo también pienso en él.
―Es ella ―corrigió con una sonrisa. Una sonrisa tierna, una que no le había visto ―tiene tus ojos, tú boca, tú sonrisa… pero es inteligente como su padre.
―Por supuesto ―contesté riendo.
Pasaron unos minutos donde imaginé un final feliz con Josh, con June, con la pequeña de ojos azules y sonrisa alegre… Pero el final no era feliz, era un final donde June tenía unos padres que bien podían llevarla a bares para que jugara entre las mesas mientras ellos se emborrachaban y cogían en un apartado del baño. Ese no podía ser un final feliz.
Como si pudiera leer mi mente, habló―: Lo siento, Chris, lamento que tuviéramos que vivir eso… Pero por favor recuerda cuanto te amo, que siempre estuvimos juntos, que somos un equipo ―un suspiro, un gran y doloroso suspiro de mi pecho fue la respuesta―. No logro salir adelante, Chris. Desde que te fuiste…
―Desde que ingrese a rehabilitación, querrás decir.
―Desde que te fuiste todo está confuso. Y no me refiero al trabajo, me refiero a mi. Entiendo que creas que ya no estás enamorada de mi, dame la oportunidad de hacerte ver que si lo estás. Regresa a casa.
― ¿Y qué pasa si realmente ya no lo estoy, Josh? ¿Qué pasa cuando te des cuenta de que la única razón por la que quieres que estemos juntos, es porque no somos buenos el uno para el otro? Los opuestos se atraen, nosotros no somos opuestos, simplemente somos malos el uno para el otro.
Como si no escuchara, cambió de táctica―: ¿Ya no quieres regresar a California? ¿Crees que es eso? Siempre nos podemos establecer en otro lugar. Donde tú quieras. Mientras estemos juntos, vamos a sobrevivir.
Sobrevivir… yo no quería sobrevivir. Yo quería vivir.
―Lo siento, Josh, ya no puedo hacer eso.
―Sí, si puedes ―tomó mi mano y la apretó a su pecho en desesperación―. No importa lo que pasó. Hoy es un nuevo día. Es nuestro momento de ser felices otra vez.
Con cuidado, incluso con un poco de cariño, solté mi mano de las suyas.
―Josh, tú y yo nunca fuimos felices. Tú y yo nos hacíamos daño ―sus manos se volvieron puños.
―Como tú digas, Christine, yo solo digo que tú lugar es junto a mi. No hay vuelta de hoja.
Sí, si la había―. Josh, conocí a alguien.
―Muñeca…
―Joder, Josh, cada vez que me dices así, con esa condescendencia, me haces sentir como una estúpida, como una incompetente, inútil, débil, como si solo me pudiera arreglar con la línea de polvo blanco que cargas en el pantalón.
―Ya no cargo polvo ―se defendió un poco irritado.
―No importa, de verdad no importa. Te veo bien, te veo limpio y me da gusto, pero tú y yo somos pasado. No puedes arreglar nada, porque aquí no hay nada roto, yo no estoy rota. Solo soy una enferma en remisión que…
― ¿Es por él?
Él. Si, si era por él. Me tomó varios segundos recorrer las emociones que Alan me hacía sentir, no era fácil, me hacía sentir tantas cosas y con tal intensidad, que a veces era demasiado.
―Alan me ama ―afirmé finalmente.
―Es un ‘don nadie’, Christine. ¿Realmente vas a pasar tú vida con un ‘don nadie’?
En otro tiempo lo hubiera maldecido por burlarse de mi, ahora simplemente me dio... lastima.
―No Josh, Alan puede ser un ‘don nadie’ para ti. Para mi es… todo. ¿Recuerdas que siempre dije que no quería hijos?
―Por supuesto que quieres hijos. Solo que no habías conocido a la persona con la que querías tenerlos ― ¡Mierda! El hombre me conocía mejor de lo que yo creía.
― Ya conocí a la persona adecuada, Josh. Ya todo cambio. La idea de concebir otro ser humano con alguien que amas… Bueno, la idea es mucho más poderosa que la idea abstracta de tener hijos. Y no solo se trata de concebirlos, se trata de amarlos. Yo… amo a Alex mucho más de lo que puedo expresar, mucho más de lo que alguna vez ame o amare.
Algo escuchó en mi voz, algo vio en mis ojos, algo sintió en mi cuerpo, que lo venció, aunque nunca sin luchar―. Te amo, Chris ―negué cerrando los ojos―, pero me doy cuenta que no vas a regresar conmigo, ¿cierto? ―Él sabía la respuesta.
―Bueno… ya me voy.
―Chris… ―una dolorosa tristeza revolvió mis ojos con el tono de su voz, sin esperanza, sin rumbo. Di la media vuelta y esperé―, hay algo que me gustaría decirte. Algo que debí decir hace tiempo… Todo lo que vivimos… lo siento.
―No ―yo también tenía culpa.
―Muñeca, por favor… ―cerré la boca y escuché―. Todo lo que pasamos… ¡Mierda! Esto es más difícil de lo que pensé ―tragó aire y lo sacó por la boca, sus gatunos ojos se veían rojos. No era el Josh que yo conocía.
― ¿Qué es, Josh?
―Estoy feliz por ti ―no hubo burla ni desplante. Era un hombre triste, contradictoriamente feliz por otro ser humano.
― ¿Lo estás?
―Estoy tratando… ―una media sonrisa apareció en sus labios, una sonrisa que solo vi una vez, la primera vez que habló conmigo―. Yo… quise creer que éramos dos lados de una misma moneda, pero en realidad, tú eres mucho mejor. Tu valor es invaluable y yo lo deprecie para poder tocarlo… Obviamente fue una ilusión, pero… es una ilusión que amo ―mis alergias hicieron su aparición, no hubo control alguno, simplemente se explayaron―. Deseo… espero que seas feliz.
―Yo también, Josh… Yo también.
Cerré el capítulo de mi vida llamado Josh Miller con un roce de labios en su mejilla. Cuanto más me alejaba de él, más ligera me sentí, más segura, más entera. Por primera vez en mucho tiempo me sentí dueña de mi misma, Josh ya era mi pasado, mi piedra en un camino ya recorrido, mi ANTES.
Ahora era tiempo de recuperar a Alan y a Alex.