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Vestigios en el tiempo (6)
¿Se encontraba allí, o no? Todavía no existe la certeza de que Randole realmente sobreviviera al paso de los siglos de un modo para nosotros difícil de comprender. No hay pruebas tangibles, pero el célebre grupo de Matei no comparte esas dudas.
IAGYN VEROUL DE BORET,
Enciclopedia del ciclo de nueve mil años
—¿Qué dice el Apodicto Secreto? —preguntó la voz más aguda en un tono que denotaba satisfacción.
—¿Me preguntas a mí, Randole? —replicó la voz más grave.
—En realidad, no —respondió la voz aguda—, pero me alegra saber que se han cumplido todas las condiciones para la finalización del ciclo. Estoy cansado. Esta prolongada vida, si es que merece ser llamada vida, pesa sobre mis espaldas como un saco de plomo.
Se oyó un murmullo de aprobación.
—El Apodicto Secreto habla de una última condición —dijo la voz más grave—. Cito textualmente: «En el año en el que finaliza el ciclo de nueve mil años, el infiel invocará al Señor de las Profundidades. Y atravesando la oscuridad de su incredulidad, penetrará en la oscuridad de la nada. Y el infiel no podrá ver lo que los ojos de los nueve mil verán, porque, después de todo, la incredulidad es sinónimo de ceguera, y tendrá que pagar por ello con su vida». Eso dice.
—¿Y qué quieres decir con eso?
—Quiero decir que la condición final también se ha cumplido.
Silencio.
En el reino transcurrió un día.
—Sólo debemos aguantar un poco más, Randole —anunció la voz aguda.
—Sólo un poco más, sí. Curiosamente, parece que esta vez el proceso requiere más tiempo del habitual.
—El tiempo está estancado, Randole, y nosotros no nos movemos.
—Tienes razón —dijo riéndose por lo bajo la voz más grave—. Vayamos lejos de aquí, para no regresar nunca más.
—Sólo cuando el ciclo haya concluido, Randole.
No hubo respuesta.
El silencio se convirtió en la nada.